Capítulo 19

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Perdóname por no ser lo que esperabas.

Perdóname por lastimarte.

Perdóname por amarte.

Lise


Madeline resbalo de la silla donde dormía.

Como Julian seguía durmiendo aprovecho para llamar a su padre, que de seguro debía estar preocupado. Renato contesto luego de cuatro tonos.

—En este momento estoy ocupado, deje su número y le llamare en cuanto pueda.

Tal parecía que estaba de buen humor.

—Papá soy yo...

—¿Quién es yo?

—¡Papá! —al parecer no se había preocupado.

—Hasta que al fin la niña se acuerda de que tiene casa —definitivamente no estaba enojado.

—Pensé que estarías preocupado.

—Lo estaba las primera dos horas. Una clienta me dijo que te vio salir con un chico y que la hermana de su cuñado te vio tomando con el mismo chico en un bar. La parte que no me gusto fue la del hotel. Tuve que llamar al encargado para que me confirme que en verdad estabas ahí, me tranquilizo que me dijera que el chico estaba más que dormido. Al final supe quién era y deje de preocuparme.

—Te dieron información muy detallada.

—Cuido a mis niños lo mejor que puedo. Oh, acaba de llegar un cliente.

La llamada termino antes de que pudiera decir adiós.

***

—Pareces asustado.

Adrián metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Nunca sé que esperar, estoy siendo precavido.

Lise lo llamo esa mañana para invitarlo a desayunar, en vez de salir decidieron quedarse en casa.

—Das la impresión de ser un cachorro abandonado —dijo en medio de una risa.

Una canción lenta empezó a sonar por la radio. Lise saco una carpeta y se puso a revisarla, desde donde estaba pudo ver que era un trabajo de la universidad. Trato de ver sobre que específicamente se trataba. Ella lo descubrió.

—Nunca me respondiste porque medicina —dijo al tiempo que hacia algunas anotaciones.

—Para salvar a las personas. No quiero sentir que pierdo a una persona que me importa y saber que no pude hacer nada. No quiero volver a sentir eso otra vez.

—¿Lo dices por tu madre?

Recordó a su madre sonriéndole, tratando de fingir que todo estaba bien. Adrián sonrió de manera que pudiera ocultar sus pensamientos.

—¿Por qué no estudiaste música? —pregunto en cambio.

—No hay tanto misterio. Pretendo hacerme cargo de la empresa de mi familia. Además la música solo es un pasatiempo que olvide.

Un hermoso piano de cola ocupaba parte de la sala, Adrián se dio cuenta a la primera que no parecía abandonado. Se notaba que Lise lo cuidaba aunque no tocara.

La familia de Stefan y la de Lise tenían negocios juntos, al parecer los dos tenían el mismo objetivo. Ocuparse del negocio familiar en un futuro. Según lo que Madeline le conto el tal Julián enseñaba música, lo que le daba a entender porque conocía a Lise. ¿Qué tenía en común ellos? Creía que eso no importaba tanto debido a los sentimientos que tenía por ella superaban ese temor, pero ahora no estaba tan seguro.

Sin pensarlo se levantó e inclino sobre la mesa, Lise lo miro sin comprender, Adrián solo bajo la cabeza y la beso. Esperaba que sus labios borraran las dudas que lo comenzaban a atormentar.

—Me gustaría escucharte tocar —dijo cuándo se alejó.

Lise se puso seria. —No toco para nadie.

Cerró la carpeta con fuerza. Adrián se quedó viendo cómo se marchaba.

—Siempre huyes, damita —dijo al vacío de la cocina.

***

El chico de los rizos camino dos pasos, se detuvo y luego volvió a dar otra par de pasos. Finalmente se detuvo, con las manos en la cintura y mirando la luz del pasillo le pidió que dejara de seguirlo.

Anja lo miro entre avergonzada y divertida.

—Lo siento.

—No, no lo haces.

—Cierto —confirmo. —Hoy es noche de películas con palomitas, ¿te gustaría unirte?

—No.

—¿Te dan miedo las películas de terror? También tenemos de comedia. Mira, vivo en el apartamento...

—Ya lo sé. Siempre estas espiando.

—¡No espió! Es simple curiosidad. Nunca sales y nadie te visita, ¿te cuesta hacer amigos? Puedes salir con nosotros si quieres, claro que casi no tenemos tiempo para eso, pero...

—¿Siempre eres tan molesta?

Ben miro al nuevo vecino con una mirada gélida. —No hay necesidad de ser tan desagradable. Anja solo trata de ser amable.

—Pues dile a tu amiguita que no necesito ni quiero su amabilidad.

Anja se interpuso entre los dos, tal parecía que un pequeño empujón y comenzarían a pelear.

—Vivo en el apartamento dos b y Ben en el tres b. Puedes acercarte si necesitas algo, prometo que él no se portara grosero.

El chico de rizos regreso a su apartamento cerrando de un portazo.

Volvería a intentarlo al día siguiente.

***

Stefan no necesito mirar por la mirilla para saber que su molesta vecina estaba viendo su puerta. Todavía podía sentir la vibra asesina del grandote. Era consciente que en una pelea contra ese tipo saldría perdiendo, pero no era como que le importara.

Extrañaba a sus amigos, a su hermana. En esa ciudad estaba solo y lo odiaba con todo su ser. Era como antes de conocer a su mejor amigo.

Se acercó al mini bar, el wiski lo llamaba. Stefan saco la botella, la destapo y se la llevo a los labios prescindiendo de un vaso. Se detuvo a tiempo. No quería esto, depender del alcohol. Le prometió a Danielle que no se convertiría en una persona así. Bajo la botella y la volvió a guardar. Iba a pasar un tiempo antes de volver. Si iba a quedarse en ese lugar se aseguraría de no perder su carrera, era lo único que le quedaba. Sabía que si obtenía su título ya no tendría que necesitar de Gina.

Solo un poco más. Un último esfuerzo.

Stefan se pasó la noche estudiando. Su única compañía fue el sonido de las bocinas y risas que entraban por la ventana. 

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora