Capítulo 17

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Sigo sin entender tu afán por la venganza.

Sigo sin creer que una persona como tú fue capaz de hacer tal monstruosidad.

Adrián


Lise apareció como el roció de las mañanas y desapareció como la niebla de las montañas.

Primero fueron días, los que estaba acostumbrado a no verla, luego llegaron las semanas. Finalmente paso un mes. Stefan y Lise habían desparecido.

Madeline dejo tantos mensajes de voz en el teléfono de Stefan que saturo su buzón. Elle no ayudo mucho, solo dijo que su hermano se fue de viaje por un tiempo indeterminado. Dejo en claro que hizo la promesa de no decir nada más. Al notar lo triste que estaba decidieron no insistir. Solo les quedaba esperar.

La campana sonó anunciando un nuevo cliente. Adrián salió atándose el delantal en la cintura, no era de su agrado, pero al fin y al cabo era parte de su uniforme de trabajo.

—¡Adrián! —Elle grito en cuanto lo vio y corrió a abrazarlo.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar en clases —le recriminó.

—Vine a verte. Desde que Stefan se fue me aburro en casa —se sentaron en una mesa apartada—. Mamá casi no está en casa y las pocas veces que esta se la pasa discutiendo con papá. La otra noche me pareció escuchar la voz de un hombre discutiendo con ella en el patio, sonaba enojado. Me asome y pude ver como ella le daba un sobre blanco.

—¿Un hombre? ¿Viste su rostro?

Elle negó. —Estaba oscuro, pero anoche volvió y esta vez entro.

Adrián la miro entre confundido y preocupado. Era bien sabido que Gina tenía sus amantes solo que hasta ese momento no se había atrevido de llevarlos a su casa. Le inundo una rabia de tan solo pensar que Elle tuviera que vivir lo mismo que él.

—De ahora en adelante cerraras tu habitación con seguro —la miro demostrándole que hablaba en serio. Las ganas de preguntar en donde estaba Stefan estaba por vencerlo de no ser porque la niña dejo muy en claro que le dio su promesa de no decir nada que se contuvo. El primer día solo dijo que su hermano se iba y no sabía si iba a volver.

—¿Crees que es peligroso?

—No lo creo, pero no hay que arriesgarse. Si vuelve a aparecer llámame enseguida.

La campana volvió a sonar. Madeline entro dando saltitos.

Adrián contuvo un suspiro.

—Si siguen faltando a clases después van a salir llorando con sus notas.

Madeline levanto el dedo índice y el dedo medio, el símbolo de paz. —Soy la mejor de la clase. Sin problemas.

—Ahora dices eso.

Elle se inclinó sobre la mesa para observar el lugar.

—¿No está muy vacío?

—Abrieron una nueva cafetería a la vuelta. Ahora es la competencia, aunque yo también iría por los chicos que atienden el lugar —hizo un gesto raro con las cejas que Adrián no supo interpretar—. Papá está pensando en hacer propaganda, ya sabes para atraer más clientes.

Adrián las miro hablar tranquilamente como si el tiempo no hubiera pasado, casi sentía que Stefan entraría en cualquier momento. Podía imaginarse a ambos molestando a las chicas, Elle se enfadaría y Madeline le daría una de esas miradas que no sabía interpretar. Cansado, se levantó para atender a los pocos clientes que había. Palabras de cortesía aquí y allá, bebidas calientes, frías; en cada instante estaba ella, colándose en sus pensamientos, arruinando su calma. Le preocupaba. Temía perderla.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora