Capítulo 25

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Si me ahogara en el tiempo tú me rescatarías, pero temo que si me conoces me abandonarías.

Lise


Cincuenta y dos días de verano

—Parece que el vuelo se volvió a atrasar.

—Si seguimos así mejor nos vamos nadando.

—No es gracioso, Anja —le recrimino Ben al tiempo que lo miraba de reojo.

Stefan se limitó a apoyar su cabeza contra el respaldo del asiento.


—¿Cuándo vas a volver?

Stefan trago el nudo en la garganta que sentía cada que hablaba con su hermana.

—Pronto.

—Siempre dices lo mismo.

La señal no era buena por lo que a veces se le cortaban las llamadas, por eso no estaba seguro de haber escuchado bien. .

—¿Está todo bien?

Danielle no contesto en seguida.

—Mamá se comporta raro desde que un hombre vino a casa.

—¿De qué hombre estás hablando? ¿Danielle que está pasando?

El silencio que siguió lo asusto. Estar lejos y no saber que pasaba realmente, necesitaba la certeza de que Danielle estaba bien, segura.

—Ah, no, me refiero a un socio de papá. Ya sabes él siempre está de viaje así que mamá lo atendió, supongo que era un mal negocio. Un poco de dinero menos no se notara —intento bromear.

—¿Estas segura? Solo tienes que decírmelo. Danielle puedes confiar en mí.

—Tengo que colgar, mañana hay un examen y sabes que no se me da también como a ti o a Adrián, ustedes son un par de celebritos.


No volvió a recibir ninguna llamada luego de esa vez.

***

Madeline revolvió el contenido del sartén conteniendo un suspiro, miro su teléfono que estaba al lado por si le llegaba una llamada. No sabía nada de Julian desde hace dos semanas, por lo general se mandaban e-mails o algún que otro mensaje. Stefan, Adrián y Julian, ninguno parecía estar bien, a ese paso se quedaría sin amigos.

Un grito de afuera seguido de un constante aporreo a la puerta la puso en alerta. El reloj de la cocina marcaba las ocho de la noche.

—Elle, ¿estás bien? ¿Ocurrió algo?

La niña no respondió a ninguna de sus preguntas sino que se tiró a sus brazos en busca de algo de consuelo. Madeline se aferró a la niña de la misma manera en que ella lo hacía, sus hombros temblaban como si estuviera llorando, pero su camiseta se mantenía seca. La niña susurro algo inentendible.

—Mamá me asusto. Estaba furiosa cuando llegue.

—¿Qué sucedió? Tengo que llamar a Adrián —antes de alejarse del todo la niña la retuvo, apretaba su brazo suplicándole con la mirada que no lo hiciera.

—Estoy bien, no pasó nada. Me encerré en mi habitación como él me dijo, no le digas nada por favor —Elle clavo sus uñas en el tejido de su camiseta—. Mamá dijo que tuvo su merecido por intentar entrar a nuestra clase usando a Lise. No creo que sea cierto, creo que él en verdad la quería. Adrián sería incapaz de hacer algo así.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora