Capítulo 41

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El amanecer llego y la oscuridad se fue tan silenciosa como llego.

Fue un suspiro, mi último aliento antes de despedirme de aquello que me hizo daño.

Mi última gran guerra ganada.

Adrián


Extiendo mi mano para recibir los copos de nieve, al fin es invierno. Todo está cubierto de blanco. Justo en la época en donde comenzó todo. Amaba esta época de niño, parecía como si todos vistieran un manto, se ocultaban y salían. No importaba cuan frío estaba solía ir a buscar a Madeline para que jugáramos en la nieve.

La mayor parte de mi infancia fue una pelea, no por papá o por mamá. Fue asumir que no todas las personas son iguales, no todas se detendrían a ayudarte. Sufrir la decepción de saberlo. Mamá me enseñó a levantarme después de cada caída, a dar un paso adelante del otro para avanzar.

En ese tiempo estaba enfadado con la personas, con el mundo. Me preguntaba cómo podían hacer la vista gorda a algo como eso, iba a la escuela enojado, dolido por el trato de los demás niños.

Vivimos rodeados de prejuicios, crecimos con las apuestas en nuestra contra, escuchando: ese niño se convertirá en un vándalo. Pero eso no nos detuvo, no nos dimos por vencidos, aunque había días que no teníamos para comer, días en que el frío traspasaba las paredes de nuestra casa.

Mamá tuvo que aprender que a veces no importa cuánto ames a una persona, tienes que saber reconocer cuando es dañino para ambos. Alejarte de una persona que amas, pero que te hace daño es otra forma de demostrar amor. No es una decisión fácil, no es la más sencilla. Se trata de demostrarte amor a ti mismo.

Papá tenía tanto miedo de estar solo que la manera que encontró de evitar eso fue infundir terror, poder. Si le temíamos, si sabíamos que no podrías vivir sin él nos quedaríamos a su lado. No creo que pueda saber qué fue lo que lo motivo a cambiar, a dejar de ser ese hombre dulce a un hombre que vivía del alcohol. Su forma de demostrar amor no era la correcta, lo aprendió tarde.

Gina —la madre de Stefan y Elle— no supo apreciar el amor que su marido y sus hijos le dieron. Pero ella pudo ver al hombre que una vez fue mi padre y amo a ese hombre con todo lo que pudo. En cierta forma pudo traer una parte de lo que fue una vez. Ella lo salvo.

Las cosas cambiaron desde que éramos niños, tuvimos que enfrentar nuevos desafíos, conocer otras formas de dolor. Stefan sufrió en silencio por muchos años debido a sus sentimientos no correspondidos por Madeline. Llego a transformar eso en ira y lo desahogo con el alcohol. Él fue el primero en dar ese paso para alejarse.

Todo lo que vivimos nos hizo las personas que somos ahora.

Madeline y Stefan terminaron sus carreras, ahora son profesionales, los dos siguen viviendo en casa dicen que no quieren dejarnos solos.

Madeline y Julian anunciaron su relación, fue una sorpresa para todos. Renato les dio su aprobación, todos lo hicimos, ellos se ven tan felices.

Stefan sigue alardeando de ser el primero en casarse, pero no quiere presentarla.

Lise se ha ido a Viena junto con Ben y Anja, está buscando un nuevo comienzo. Lo último que supe de ellos fue un correo de Anja donde decía que Ben y Lise hacían una buena pareja y que nadie se daba cuenta de ello.

Es bueno saber que están avanzando.

Gina llama todas las noches para saber de sus hijos, sigue sin querer mencionarme, Renato dice que soy el recordatorio del hombre que más amo. Al menos les presta más atención.

Los almuerzos familiares con el padre de Stefan fue algo tensa al principio, le costaba alejarse del teléfono, claro, hasta que Elle lo amenazó con no volver a dejarlo entrar. El señor Lawler resulto tener mucho en común con Renato, incluso se unieron para frustrar nuestros planes de poner a Renato en un sitio de citas (de nuevo). Madeline sigue intentándolo. Con Elle sospechamos que es porque ya tiene a alguien en mente.

Somos una familia, no nos une un lazo sanguíneo a todos, pero no nos importa. No es la sangre la que hace una familia, son los sentimientos que vas formando. Personas que conoces y se quedan a tu lado por sobre todas las cosas.

Todos comentemos errores, pero no todos aprendemos de ellos.

Gracias a Lise aprendí que para amar a alguien primero debes amarte a ti mismo, ese es el verdadero amor. Es esa clase de amor que nadie lo consigue porque no hace más que buscarlo en otra persona.

Ser felices es tan simple como que nieve en un día de invierno. Tan sencillo. 

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora