Si me amas no me hieras

Capítulo 40

—¡Tío! —el grito de Elle se escucha hasta la planta baja. —¡Stefan está molestando!

—¡Dejen de pelear o los castigare! —grita desde abajo Renato.

A los segundos escuchamos algo romperse, todos sabemos que las amenazas de Renato no son tomadas en serio.

—¡Lo tengo! —Grita Madeline—. Ya me lo sé todo.

—¿Saber qué? Hace dos meses que ya terminaste tu carrera, solo te queda a que te den el titulo oficialmente y listo.

—Tonto. Ya se me mi presentación para el momento en que me toque ir a trabajar.

Otro ruido se escucha.

—¡Papá necesito que me escuches! ¿Puedes fingir ser enfermero?

—¡Tío!

—¡Renato!

Renato me da una mirada cansada, así son los día a día en esta casa. Gritos, risas y peleas por todos lados, no hay momento en que todo esté en silencio. Esto es nuevo para él, pero también lo es para nosotros.

—¡Elle está arrugando mi traje para conquistar, digo, trabajar!

Les grito un: vuelvo en un rato. Nadie me responde, todos están atentos a sus cosas.

El viento me da en el rostro y lo recibo con gusto.

—Hola mamá ha pasado tiempo y también tantas cosas. Creo que hicimos envejecer a Renato al menos cinco años más. ¿Cómo has estado? ¿Estas con papá? Dile que Elle le manda saludos, dice que esta agradecida porque le dio un hermano más.

»Sabes, aun no logro recordar del todo, a veces tengo sueños que se vuelven confusos al amanecer. Cuando estuve dormido te vi, ¿era real? Estábamos juntos otra vez, me sonreías como siempre. Se sintió tan real. En medio de esos sueños recordé algo importante, lo único que logre hacerlo con mayor exactitud. El padre de esa chica, Lise, te ayudo cuando estabas enferma. Estoy agradecido por eso.

»Tienes que estar bien, ahora nosotros nos cuidamos, si uno se cae lo ayudamos. Nos convertimos en una familia. Stefan alardea que será el primero en casarse. ¿Te diste cuenta? Pronto cada uno formara una familia. Tus niños lo han hecho bien. Nos enseñaste bien.

El viento levanta las hojas que están regadas por el suelo, varias de ellas van a caer en mi bolso medio abierto. Saco una a una las hojas, el frasco que me dio esa chica se hace visible. La muevo de arriba abajo esperando que caigan los papeles.

Lo siento, dice la primera nota.

¿No te parece extraño el tiempo? ¿Cómo el pasado te puede perseguir sin tener piedad? Adrián

Pídeme que me detenga de lo contrario no te aseguro que lo haga. Lise

Las notas son mías y de Lise. Siento como si ellas contaran una historia.

La lluvia se sintió diferente, bajo todas mis barreras o quizás fueron tus palabras. Lise

Siento dolor, Lise, ya no puedo mirarte otra vez. ¿Por qué hiciste algo tan vil? ¿Creíste que tenías el derecho de jugar con algo así? Adrián

—Sueno tan triste. ¿Lo escuchas mamá?

No puedo amarte como lo deseo. Lise

—Es una pena. Puedo ver que los dos estaban realmente tristes y solos.

«Adrián»

«¿Eres un mujeriego, Adrián?»

«—¿Así que así es como va a ser siempre? Tu disculpándote cada vez...