Mientras ellos buscan el amor nosotros podemos evitarlo.
Lise
El cielo empezó a llorar, lágrimas blancas y perladas.
—Maddie, ¿Cuánto más vas a seguir mirando esa puerta?
—¿Crees que estén saliendo? Se los veía muy cómodos juntos.
Madeline evito mirar su reflejo porque temía ver la clase de persona que era, deseando que Lise desapareciera e hiriendo los sentimientos de Stefan. ¿En que se había convertido? Ella no era así, pero la fuerza de sus sentimientos la superaba y hacían que su carga fuera más pesada.
—Algún día esto iba a pasar, pequeña —Renato acarició su cabello—, no pretendas que no lo sabías.
Ella rompió a llorar dejando ir todo el dolor que le causaba ese amor no correspondido.
—No es justo —oculto su rostro entre sus rodillas—. Yo lo amo.
—No tiene por qué ser justo...
—Pero se conocen desde hace poco, no es posible —lo interrumpió mirándolo con sus ojos rojos.
—¿Te estás escuchando? Lo conoces mejor que nadie. Además el tiempo es lo de menos, recuerda como conocí a tu madre y que poco tiempo después no casamos. ¿Qué harás? ¿Estarías dispuesta a separarlos sabiendo que es feliz? Mi hija, la niña dulce que él quiere, no haría eso. Creo que ya va siendo hora de que lo dejes ir de lo contrario saldrás más lastimada.
»Te mereces a una persona que te amé de la misma manera en que tú eres capaz de hacerlo. No tienes que correr a buscarlo, llegara por sí solo. Quizás este frente tuyo y no te diste cuenta por tener ojos solo para Adrián
—¿Lo dices por Stefan?
—No. Pude ver que no eres la única sufriendo por un amor no correspondido.
—¿Me perdonara algún día?
—No hay nada que perdonar. No se manda en el corazón. Stefan no puede enfadarse simplemente porque no sientes lo mismo.
Por más que lo intentaba no pudo imaginarse correspondiendo esos sentimientos. Lo veía como un hermano y el cariño que le tenía era de ese tipo. Entonces pensó en Adrián y en la forma en la que la veía. De la misma manera en que ella a Stefan. Comprendió que no podía obligarlo a cambiar esos sentimientos.
—Papá, ¿dejaste de amar a Caro?
Viéndolo de cerca se dio cuenta de la enorme tristeza con la que cargaba su padre. Sus ojos adquirían un brillo al recordarla, el mismo que se apagaba al recordar que ya no estaba con ellos.
—No —fue lo único que dijo.
Madeline entendió que nunca pudo decirle de sus sentimientos porque él parecía estar esperando por alguien especial. Adrián era muy amable y justamente por eso sus sentimientos debían quedarse con ella. El saberlo tan solo le traería pesar. A pesar de saber que lo que deseaba no sería posible no podía dejar de quererle.
Se sintió un poco más tranquila. Renato le sonrió orgullosamente al comprender sus pensamientos.
Un estruendo proveniente de la entrada la hizo temblar. Tanto padre como hija se giraron para ver al causante, inmediatamente el color se fue de sus rostros.
Richard, el padre de Adrián, miraba a Renato con burla.
Tomando la imagen que tenia de Richard al conocerlo, Madeline imagino que si un día volvía a verlo vería a un hombre destruido. No podía estar más equivocada.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a ver a mi hijo —Richard lo miro sonriente—, según recuerdo eras mi unido a mi esposa y él. Por cierto, ¿están casados? Andabas todo el tiempo detrás de ella.
—Sera mejor que cuides tus palabras, Richard. Caro... Caro, está muerta.
El hombre soltó una carcajada tan fuerte que la asusto.
—¿Tan poco respeto le tienes a un muerto? —preguntó Renato con rabia.
—¿Respeto? Hombre, siento pena, pero por ti —volvió a reír— esperaste tanto tiempo por esa zorra y ahora... ahora... No tienes por qué sentirte mal ni siquiera era tan buena como ima...
Renato lo golpeo tan fuerte como pudo, la persona más pacifista que ella conocía. Richard cayó al suelo, desconcertado por el golpe.
—¡Desgraciado! Nunca la mereciste. Caro era la mujer más buena y decente que conocí, que cualquiera haya conocido.
—Por eso se metió con ese ricachón. Hombre de familia, casado. ¿Qué clase de mujer decente hace eso?
—¿A qué viniste? ¿A insultar a la mujer que te dio un hijo y un hogar?
—Vine por mi hijo —Richard miro más allá de Renato topándose con la mirada de Madeline—. ¡Vaya que has crecido niña! La hija igualita al padre.
—¡Largo! No te atrevas a regresar, aquí no hay nada para un hombre como tú.
La cara del hombre se ensombreció, por un momento ambos pudieron ver al hombre que fue en un pasado y que, tenían la certeza, no había desaparecido. Avanzo hasta quedar frente a Renato, lo miro sin titubear.
—Vine por mi hijo y no me voy a ir hasta que me digan dónde está.
***
Ben pasó la página de su libro con tranquilidad.
—Deja de hacer berrinches.
Anja llevaba mirando el teléfono por horas.
—¿Y si le paso algo?
—Lo dudo. No tenemos tanta suerte.
Anja se molestó al escucharlo hablar de esa forma, aunque sabía que no lo decía en serio. Él se disculpó con sinceridad. Lo cierto era que llevaba un mes entero que no tenía noticias de Lise. Estaba realmente preocupada.
—Anja, ¿recuerdas el día que nos vinimos para esta ciudad?
Preguntarlo era innecesario. Ella soñaba con ese día. Él invadía sus sueños, gritaba su nombre pese a saber que nunca se lo dijo.
—¿Aún piensas en ese niño?
Iban de camino al aeropuerto, el chofer se detuvo por un problema con el coche en una calle desolada. Sus recuerdos eran borrosos, no sabía decir que eran invento y que real. Pero el niño era real. Lo que más claro tenia era el color de sus ojos y la tormenta de sentimientos que había en ellos.
—Me gustaría volver a verlo, en la vida real y no en sueños.
—Eso pensé.
—¿Crees que sobrevivió?
Nancy le había llamado a gritos en cuanto la vio bajar, iban con retraso y no quería perder el vuelo. Recordaba vagamente como llamo a una ambulancia antes de seguir con su camino. Anja pego el rostro a la ventanilla mientras se alejaban.
—Por supuesto —cerró el libro sin marcar la página que leía—. ¿Quieres que volvamos? Podemos recorrer el mismo camino de ese día.
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Si me amas no me hieras
Roman d'amour"Si algo esta destinado a ser, será" Se conocieron un día de invierno. Se enamoraron en invierno. Adrián tenía todo planeado, sus estudios, trabajo, su vida. Ella no estaba en sus planes. Era como el sol, demasiado deslumbrante como para acercarse...