Ella es como un cálido día de verano.
Adrián.
Julian la acompaño hasta la puerta de su casa.
—Espero no haberte causado problemas —se disculpó por quinta vez.
—Te dije que no, te preocupas demasiado.
—Fue un poco molesto lidiar conmigo anoche, admítelo.
Madeline sonrió a su pesar.
—Parecías necesitarlo.
Julian se quedó viendo la ventana, Madeline quiso ver que llamo a su atención, pero solo se veía la cortina moviéndose. Tenía un espectador. Para su sorpresa Julian soltó una carcajada.
—Mi mayor arrepentimiento fue que nunca pude decirle lo que sentía y eso me atormentaba. Las palabras que me guarde fueron un gran peso. No cometas mis errores.
—No puedo decirle de esos sentimientos porque eso puede llegar a convertirse en una carga para él. Adrián significa mucho para mí, pero descuida, no dejare que eso sea algo malo. Después de todo somos familia aunque no compartamos lazos sanguíneos.
—Me gustaría pensar de la misma forma. Ahora ya no importa. Estoy listo para volver a comenzar.
Esa misma mañana le informo que se iba. Madeline no se tomó la noticia tan bien, Julian se había convertido en un gran amigo. No quería perderlo. Julian siempre le pareció el tipo de persona que le costaba mostrar afecto en público, por eso se sorprendió cuando la abrazo.
—Algunas personas nacen para encontrarse. Eso es lo que creo —susurro.
—No te despidas.
Sin verlo supo que sonreía.
—Es un hasta luego. Me voy, no para olvidar sino para descubrir si esto es real. Te prometo que volveré. Cuídate, Madeline, y no dejes que rompan tu corazón. Sigue siendo la misma chica fuerte que conocí.
—Ten un buen viaje.
Un hasta luego, pensó, podía con eso.
***
—¿Quién te crees que eres! ¡No puedes decirme que tengo hacer!
Danielle se encerró en la habitación de Stefan en cuanto comenzaron los gritos. Sus padres discutían el piso de abajo y aun así era capaz de escuchar con claridad sus palabras.
—Lo único que te pido es que te hagas cargo de Danielle.
—Está muy bien cuidada y no gracias a ti.
—¿A esto le llamas cuidarla? ¿Qué clase de madre eres? ¡Mandaste a Stefan lejos y luego dejas a nuestra hija a cargo de una drogadicta! ¡Has cruzado el límite Gina!
—No te atrevas a reclamarme nada. Nunca estas en casa, soy la única que se preocupa por ellos. ¿En dónde estás todo el maldito día?
—¡Trabajo! ¡Me mato trabajando para darte la vida que quieres!
—Porque lo que quiero es que me abandones en esta casa —el sarcasmo era evidente en su voz.
—¿Qué quieres de mi Gina? Te molestas si trabajo, te molestas si no puedes gastar ilimitadamente. Si te saco o te quedas en casa. ¡No te entiendo!
—¿Salir! ¿A esos lugares de tan poca clase?
—¿Quieres ir a fiestas de la alta sociedad? Bien, te llevare si es lo que quieres.
—¡No quiero ir a ningún lado contigo! ¡No te quiero cerca!
Más vidrio rompiéndose. Elle se acurruco bajo las sabanas, abrazo la almohada buscando algo de consuelo. Extrañaba a su hermano, Stefan la abrazaría o saldrían de casa hasta que las discusiones terminaran.
***
Stefan estuvo a punto de cerrar la puerta, pero al ver a su acompañante se lo pensó mejor.
—¿Nunca te rindes?
La chica sonrió con dulzura.
—Traje palomitas.
Stefan miro al chico parado detrás. —¿Eres su sombra?
Él le mostró una sonrisa siniestra.
—¿Tienes algún problema con eso?
La chica aprovecho para colarse en su apartamento, husmeo las pocas fotos que se había llevado y pegado en el escritorio.
—Que linda, ¿es tu hermana?
En el breve tiempo en que se distrajo viendo a la chica escucho la puerta cerrarse. Pronto tenía a dos vecinos realmente molestos sentados de lo más cómodos en su sofá.
***
Renato le pego un codazo a Adrián tan fuerte que tuvo frotarse el costado del dolor.
Era el día libre de Madeline y aun así se presentó a trabajar. A simple vista parecía normal, pero cada tanto se quedaba mirando por la ventana a la nada. Renato miro a sus dos empleados que también eran su familia.
—Esa juventud que se desperdicia entre tantos suspiros. Quien diría que el amor les traería tantos quebraderos de cabeza.
Adrián se hecho a reír.
—¿Niegas haber pasado por lo mismo?
—Nosotros no nos anduvimos con tantos rodeos. Son ustedes los que lo complican.
Renato señalo el frasco lleno de notas, oculto detrás de las tazas, pero listo para cuando Lise fuera a la cafetería.
—Incapaces de decir sus verdaderos sentimientos de frente.
Adrián dejo una leve caricia en el objeto como si fuera un ser vivo, una costumbre que había adquirido sin darse cuenta. Tal vez por las verdades que contenían.
Pronto acabaría el invierno y le daba la impresión de que había enfriado los corazones de sus niños.
***
Setenta y dos días de invierno
—¿Por qué insistes en eso?
Lise lo miro con si fuera un idiota.
—Eres el único que se ofende. Si no puedes pagar no insistas en hacerlo.
—Por Dios, Lise. ¿Piensas que no tengo en donde caerme muerto?
Ella sonrió. Adrián cerró la puerta, parecía que no iba a salir a ningún lado de nuevo. Centro su atención en sus manos que temblaban, el estrés la estaba cobrando factura. Terminar en una discusión cada que estaban juntos no ayudaba mucho. Si no era una cosa era otra. Lise en verdad detestaba que le preguntara sobre su hermana, en cada ocasión se iba sin decirle nada. Lo otro era el dinero, le encantaban los lugares lujosos, pero si accedía a ir...
—¿Vas a hacerme sentir mal por decir la verdad?
Esta vez fue él quien rio, porque dudaba que pudiera hacer eso. Lise mantenía sus barreras tan altas que creía que ni escalando las sobrepasaría. Tan inalcanzable.
—¿Hasta cuándo vamos a seguir de esta forma?
Adrián estaba sentado en el suelo con la espalda contra la puerta mientras que Lise lo miraba desde arriba. Cansado, frustrado, era así como se sentía. Se pasó las manos por el rostro para borrar las emociones que lo embargaban.
—No se acabara hasta que digas las palabras que espero escuchar.
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Si me amas no me hieras
Romance"Si algo esta destinado a ser, será" Se conocieron un día de invierno. Se enamoraron en invierno. Adrián tenía todo planeado, sus estudios, trabajo, su vida. Ella no estaba en sus planes. Era como el sol, demasiado deslumbrante como para acercarse...