Capítulo 9

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Esa noche lo supe.

Fue como un susurro, me lo dijo todo y a la vez nada. En aquel momento no entendí a qué se refería... ahora... Eres mi perdición, Lise.

Amarte es como amar al desierto; vacío, solitario y sofocante, que te mata poco a poco.

Adrián


—Aish, ¿es que no prestas atención? —le reclamo Stefan molesto.

—No es mi culpa. Además, ni siquiera entiendes lo que dices.

Se dieron la espalda mutuamente. Los dos podían ser muy tercos cuando querían. Stefan encendió la radio para llenar el silencio. Madeline le pidió ayuda con el alemán, por lo que había preparado todo para explicarle. Las cosas no resultaron como pensó.

Madeline llevaba tanto tiempo en silencio que lo asusto, se acercó lo suficiente como para sentir su respiración. Debía de haberse alejado, pero era la primera vez que estaban tan cerca. Acaricio su rostro con suavidad; ella tenía los labios ligeramente entre abiertos y humedecidos. Empezó a cerrar la distancia que los separaba casi sin darse cuenta. Entonces ella despertó.

—¿Qu-qué haces? —su voz salió temblorosa.

Stefan no estaba preparado para la patada en el pecho que recibió, término en el suelo con la silla volcada.

—¿Así tratas a tu profesor?

—¡Es por tu culpa! —le grito.

Su espalda protesto al momento de levantarse, por lo que se volvió recostar otros segundos.

—Yo no hice nada —nada que no se arrepintiera.

La puerta de abrió de golpe, seguido el sonido de unos tacones. Stefan giro la cabeza como pudo para mirar desde su posición.

—Genial —mascullo.

—Vaya, parece que no pierdes el tiempo, hijo —Gina hablo con una voz melosa que contrarrestaba sus palabras.

—¿Qué quieres mamá?

—¿Desde hace cuánto sabes que Lise ha vuelto? Tenías que avisarme enseguida.

—¿Para qué? ¿Acaso no necesitas tiempo para preparar tu actuación?

Gina verifico su maquillaje en un espejo de mano, sin darle más importancia a lo que decía. Stefan aprovecho para mirar a su amiga, solo llego a ver como se escabullía por la puerta. No la culpaba. Ni siquiera a él le gustaba lidiar con su madre.

—Asegúrate de invitarla a cenar la próxima vez que la veas. Es una buena chica.

—Querrás decir de buena familia, porque eso es todo lo que importa, ¿verdad?

—No te pongas dramático.

El golpe que le dio la pequeña Maddie aún dolía, reprimió una mueca al levantarse. Gina revisaba los apuntes sobre la mesa sin encontrar nada de su interés. Al verlo de pie, examino su ropa con ojo crítico, tal parecía que desaprobaba todo. Ella, por su parte, estaba tan elegante como siempre. Dios no quisiera que un día de esos saliera con un pelo fuera de lugar.

—Me duele la cabeza así que no te pongas difícil, por una vez has caso a tu madre.

Stefan fingió sorpresa al tiempo que aplaudía.

—Hasta que te acuerdas de que eres madre. ¿Se acabaron las reuniones sociales? No me digas, se dieron cuenta de que no eres tan perfecta como finges.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora