III. Falsas promesas

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"Muchos te prometen estar ahí para lo que necesites, pero mira a tu alrededor a ver cuantos lo han cumplido".

Una cucharada de su propia medicina era lo que quería darle a Connor, enseñarle lo insignificante que me había hecho sentir.

No sabía como conseguirlo. Podía hacer millones de cosas, pero para ello requería de ayuda que no tenía en ese momento.

Así que tomé la idea más loca y rebuscada. Hace unos días me había ocurrido algo que realmente me había hecho sentir humillada.

—Paula, mira te haremos un favor, toma esto y olvídate de tu fracasada vida —dijo un chico al que apenas conocía, poniendo un polvito blanco entre mis manos y haciendo que todos rieran sin parar.

Yo, sorprendida y enfadada estuve a punto de abrir aquel " regalo" y vaciarlo sobre su cabeza, pero una idea me vino a la cabeza.

En medio de la clase de inglés, le pedí  a la profesora ir al baño.

Teacher, can I go to the toilet?  —repetí aquella frase que desde pequeños nos habían hecho aprender de memoria.

—yes.

Salí de aquella clase de manera incómoda ante las miradas, mientras miraba al suelo y al estar fuera de ésta comencé a caminar rápidamente por aquellos silenciosos pasillos en los que tantas veces había tenido ganas de mandar todo a la mierda.

Sigilosamente abrí la taquilla de Connor con un pequeño clip.

"vivir en el orfanato tiene algunas ventajas" pensé y comencé a inspeccionar la taquilla con una mueca de asco al encontrar una caja de condones y una manzana podrida. Decidida a llevar acabo mi venganza, cogí aquel sobre que tantas risas había causado a mis compañeros y lo dejé dentro de su taquilla. Tras esto me pasé por secretaria y deslicé por debajo de su puerta un papel que desataría el caos.

"Debería tener cuidado con algunas sustancias que circulan por los pasillos, aunque otras estén dentro de casilleros ¿un ejemplo? Connor Hamilton".

Me senté en el suelo del pasillo pensando y arrepintiéndome de lo que acababa de hacer. Lastima que ya era demasiado tarde para hacer algo.

Regresé a clase nuevamente y escuchando el tic tac del reloj esperé impacientemente a que sonara el timbre. Cuando esto ocurrió, comencé a caminar rápidamente hasta encontrarme con una escena que causó todo tipo de sensaciones, el error es que éstas no eran buenas.

Connor lloraba y tiraba de su cabello continuamente y entre tartamudeos intentaba explicar que eso no era de él.

Todos, incluso sus "amigos" cuchicheaban sorprendidos. Ahí se hacía evidente el jodido efecto que tenía la "presión social". En masa no eres tu mismo, sino que haces lo correcto socialmente y lo que los demás esperan.

Que suerte que mis amigos los podía contar con mis dedos, porque al menos serían pocas decepciones las que recibiría en un futuro.

Mis ojos no podían despegarse de aquella dolorosa escena, no solo estaba viendo a un chico que sería expulsado, sino que además eso influiría en su posterior beca.

No sé que era más triste, hasta que punto me había dejado arrastrar por las acciones de los demás, o que realmente era igual que ellos.

Aquellos que buscaban la aceptación social y la perfección, estaban perdiéndose el vivir la vida.

Hola, espero que les haya gustado este corto capítulo.

¿Qué harían ustedes si su vida fuera como la de paula? ¿Alguna vez se han sentido como ella?

Besos y gracias por darle una oportunidad a este pequeño libro.

Muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora