XIII. Planes y suburbios

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"Si el plan A no funciona, recuerda que todavía te quedan 26 letras más en el abecedario"

—¿Enserio este era tu plan? —preguntó incrédulo flinn recorriendo mi pequeño cuerpo de arriba a abajo.

—Sip —sonreí pronunciando la "p" muy segura de mi misma mientras miraba mi reflejo en un viejo espejo tirado al costado de un tarro de basura.

—Ya, fue buenísima idea —dijo sarcásticamente mirando alrededor, esperando que no viniera nadie — Mierda.

—¿Tan mal me veo? —pregunté confundida mientras hacía una mueca de asco al mirar detenidamente aquel callejón que comenzaba a parecer un basurero.

—No, viene el guardia de la tienda.

—Mierda —repetí mientras planeaba mentalmente qué hacer.

¿Cómo acabamos así? ¿Perseguidos por la ley? Todo por cumplir un punto de mi idiota lista.

11-° Robar en alguna tienda.

Oye Flinn, esto... ¿Qué leíste exactamente en mi estúpida libreta? —miré mis manos mientras tragaba saliva en seco.

Todo.

¿Todo?

—Sí hablando de eso... te ayudaré à cumplir tu lista pero prometerás dejar de hacerte daño.

Me parece bien —me tiré sobre el abrazándole.

Guau, tranquila, demasiado cariño y emotividad por hoy —levantó las manos como quien no es culpable.

Don idiota Collins dañando momentos desde 1999 —me dio un beso en la mejilla y me sacó la lengua.

Pongámonos manos a la obra ¿no?

Sí.

Después de que el idiota me preguntara como tenía pensado vengarme de todos sacamos como conclusión que necesitaba un cambio de look, el problema era el factor dinero, sin dinero no hay nada y eso nos llevó al punto número 11.

Ahora solo nos quedaba planear el robo perfecto, o debería decir el robo más malo del año.

Escogimos una tienda fácil, Forever Street, con ropa de estilo... informal, cómodo y al mismo tiempo bonito.

Nos fijamos en el horario y que no tuviera cámaras y como somos tan inteligentes esperamos al horario de medio día, es decir, cuando ningún niño rico con ganas de tirar el dinero iba de tienda en tienda.

Ya teníamos el plan, solo nos quedaba lo más difícil, robar.

Entré a la tienda con la cabeza en alto y intentando guardar el nerviosismo bajo mi erizada piel.

Comencé a mirar ropa fascinada, pensando en que jamás me podría permitir algo así. Mientras seguía mirando aquella hermosa ropa mis nervios iban aumentando e intentando salir a la superficie ya que podía sentir la fría mirada de la dependienta en mí.

Y la entendía, se estaría preguntando que hacía una chica como yo en una tienda de tan alta categoría, era tan típico.

Seguí mirando la ropa, hasta que encontré varias conjuntos de mi agrado, una de ellas era un vaquero negro con rotos en las rodillas, un crop-top blanco que ponía "fuck you" y una chaqueta de cuero negra, también encontré un vestido azul hermoso y un pantalón corto blanco junto con una camiseta negra de tiras.

La ropa era perfecta, ahora el problema era como sacarla de allí sin acabar con las manos esposadas y siendo mandada a un lugar peor que en el que vivía, un correccional de menores.

Miré a la dependienta disimuladamente y me di cuenta de como me fulminaba con su mirada esperando que saliera corriendo como un ratón asustado buscando refugio en mi madriguera.

La miré y le sonreí, mientras con las prendas en mano me dirigía a los probadores.

Ya dentro de ellos comencé a ponerme el vestido azul y la chaqueta de cuero encima, me vi en el espejo y le sonreí a mi reflejo por una vez segura de mi misma.

Recorrí mi reflejo por tercera vez hasta ver mis zapatos, unas viejas converse negras.

<<Mierda, no cogí zapatos>>

Estaba decidida a salir a buscar zapatos pero me di cuenta que mi tiempo se acababa al escuchar la singular voz de mi querido cómplice de robos: Flinn.

Salí del probador con la ropa en mi mochila y comencé a ver la escena divertida.

—Hola, ¿Podría ayudarme diciéndome qué día es hoy?

—¿Perdone? —la dependienta le sonrió mirándolo con asco.

—Me encuentro perdido, acabo de despertar y no sé donde estoy siquiera...

—Estamos a 2018.

—Mierda, han pasado 3 años —. Se desmayó falsamente por supuesto y antes de siquiera pensarlo salí corriendo fuera de la tienda como alma que lleva el diablo, en medio de mi carrera me di la vuelta y pude ver como el pobre Flinn corría aún más rápido intentando alcanzarme.

Pero claro, yo soy la chica de la mala suerte ¿Verdad? Y cuando volví a mirar atrás para cerciorarme que Flinn me estuviera siguiendo... No solo me di cuenta que Flinn estaba en los brazos del guardia sino que también me di cuenta que ese cuerpo fuerte y robusto significaba problemas, especialmente cuando a unos metros de aquel hombre venía un policía corriendo.

<<Ojalá hubiera cogido unos tacones>> pensé mientras miraba el frío cielo, donde parecía divisarse una posible tormenta.

Los miré y antes de siquiera pensarlo le pegue una patada en su parte sensible, su órgano reproductor, o como rayos quieran llamarle.

El hombre inmediatamente llevó su mano a la parte afectada sin siquiera evitarlo y dejando suelto a mi pequeño y torpe cómplice.

corre idiota.

Y así fue como acabamos en un callejón sin salida con un policía a la vuelta de la esquina buscándonos.

—Grandes objetivos requieren grandes consecuencias —gritó y se metió dentro del cubo de basura, así que le seguí.
Sí, el mejor plan de nuestra mundana vida. Ah, y no nos olvidemos de la lluvia y de los pañales de bebé que se encontraban debajo de nosotros.

Hola, espero que estéis bien.
Pregunta: ¿Alguna vez habéis robado? Quiero saber todo, aunque fuera un chicle.

Muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora