XXIX. Fuerte

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—Soy tu abuela.

Esa frase recorría mi mente una y otra y otra vez. Mi sistema nervioso se encontraba en medio del colapso, mis pensamientos se mezclaban entre si, solo podía escuchar la palabra abuela al ritmo de mi corazón.

—¿Abuela? —fue lo único que pude decir, las tijeras cayeron de mi mano sobre mi pie pero a penas sentí el dolor, mis pies se dirigieron hacia la puerta sin siquiera pensarlo y antes de que pudiera procesarlo estaba corriendo con todas mis fuerzas hacia la interminable salida.

Llegué y caí, caí bajo aquel árbol sin siquiera poder evitarlo. me sentía sin fuerzas y al parecer mis pulmones también, comenzaba a faltarme la respiración, no podía respirar, me estaba ahogando. No sabía que era peor, el inminente ataque de pánico o el dolor de un corazón roto.

No podía acabar así, no por ella. Controlé mi respiración y lloré, lloré mientras veía como el cielo se volvía gris y como el día se convertía en noche. Lloré mientras arrancaba la hierba bajo mis pies. Lloré hasta caer dormida en un sueño que pronto se convertiría en una pesadilla.

Cinco de la mañana y fui despertada. Un pequeño pelirrojo se encontraba a mi lado con una cara que mostraba preocupación.

—Paula —decía, pero eso solo era una voz que golpeteaba mis tímpanos, una voz que no podía hacer desaparecer mis preocupaciones — responde por favor.

—Lo siento -dije tartamudeando y él hizo lo que yo mas necesitaba, me abrazó.

Lágrimas y mas lágrimas, me sentía idiota por estar llorando pero era tan inevitable..

—No se que hacer Flinn, si supieras lo que pasó —le dije en medio de mi caos.

—Lo se pequeña, estuvimos allí todo el tiempo ¿Enserio pensabas que te dejaríamos sola? llevo buscándote desde hace horas.

—Lo siento demasiado, todo esto me supera. no sé ni siquiera qué hacer, no quiero cometer más errores, no quiero seguir siendo tan débil e ilusa pero me es imposible ya que siento que por cada paso que doy me hundo más y más en un abismo sin salida.

Él permaneció en silencio, con una sonrisa en su rostro.

—Me encanta lo fuerte que eres.

—Ya, soy tan fuerte que estoy llorando bajo un árbol mientras mi mejor amigo me intenta consolar —me reí.

—No, eres tan fuerte que a pesar de todo por lo que has pasado sigues de pie sonriendo a cada una de las estupideces que se te presentan —se acercó de tal manera que nuestras narices se rozaban.

—¿Qué vas a hacer? —pregunté sintiendo el choque de nuestras respiraciones.

—¿Tú qué crees? —se acercó más aun.

Hola amigos, espero que les guste, besos.

Pd: ¿¿¿quieren beso??? ¿que piensan que sucederá? Al primer comentario le dedico un capitulo.

Muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora