Capítulo 30.

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- Allie -sentía que me estaban zarandeando de un lado a otro- Allie...

- ¿Que pasa? -pregunté bostezando y haciendo crujir la espalda.

- Ya hemos llegado...

Steve estaba a mi lado, le miré a los ojos y por primera vez en mucho tiempo, le vi cansado. Miré a mi alrededor, Natasha estaba despertando a los demás que se habían quedado dormidos. Me levanté de mi sitio y caminé hasta la compuerta que se abrió una vez aterrizamos. La luz del atardecer, por unos segundos me cegó, pero poco a poco fuí recobrando la vista. Mis ojos se abrieron sorprendidos y mi corazón empezó a latir rápido, en cualquier momento saldría de mi pecho. Ante mi se alzaba una gran casa blanca con un hermoso porche en medio de un campo rodeado de árboles. Esto era una jugada cruel del destino. Mi labio empezó a temblar y las lágrimas no tardaron en deslizarse por mis mejillas. Ante mi se alzaba la casa que me vió nacer y crecer, la casona Hamilton.

- Esto no puede ser real... -susurré.

- Chicos, bienvenidos seáis a mi hogar, mi casa es vuestra casa -dijo Clint feliz.

- ¿Tu casa? -pregunté viéndole fijamente.

- Si... -susurró- ¿Que sucede Allie?

- Esta es mi casa -gruñí enfadada.

Todos me miraron sorprendidos. Steve me agarró de la mano y tiró de mi para bajar de la nave. Sentía el olor de hierba fresa, podía oír las risas de mi madre, las de Lupita, las de mi padre... Caminamos un tiempo hasta que cruzamos una valla de madera. Primero iba Clint ayudando a Natasha a caminar, después Tony, después Thor, después Bruce y al final estábamos Steve y yo. Me solté de su agarre y me quedé allí viendo todo. Al lado de la casa descansaba el árbol con el que me columpiaba de pequeña, a un par de metros estaba el establo dónde descansaban mis caballos y mi perro, y allí en la madera de las escaleras estaba escrito mi nombre. Al poner un pie en escalón un recuerdo vino a mi.

- ¿Entonces aceptarías casarte conmigo?

- Solamente si consigo el título universitario y tú estás vivo y además si no me he enamorado de nadie en Nueva York -dije mirando el cielo.

- Prometo permanecer con vida para ti, para volver a ver tus ojos azules...

Nos miramos fijamente a los ojos. Podía ver el reflejo de mi rostro en los suyos. Una extraña fuerza se adueñó de mi cuerpo. Mis manos viajaron hacia sus mejillas y las acariciaron lentamente para después ir hasta su cabello y acariciarlo con suavidad. Danny en cambio con su mano derecha acarició mi mejilla y fue acercando nuestros rostros lentamente. Cerré mis ojos y entreabrí mis labios pues respiraba con dificultad. Él juntó nuestras frentes y después jugó unos segundos con nuestras narices para finalmente besarme. Fué lento y dulce, lleno de amor. Por la falta de aire nos separamos y finalmente nos dimos un corto beso. Me miró sonriendo y sacó de su bolsillo un pequeño anillo de plata y lo acomodó en mi dedo anular.

- Una promesa...

- Una promesa -dije despidiéndole.

- Danny -susurré a penas sin voz.

Danny... Danny... ¿Como he podido ser tan necia de olvidarme de él? No tengo perdón. Me sujeté del barandal de madera blanca y miré escaleras arriba, los Vengadores me miraban curiosos, sobretodo Steve.

- ¿Quién es Danny? -preguntó el rubio.

- ¿Esta todo bien? -preguntó Thor, deteniéndose para ayudarme si caía o algo parecido.

Never Let Me Go (Steve Rogers/Capitán América)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora