Never Let Me Go (Steve Rogers/Capitán América)

Capítulo 53.

Allie.

Había tenido a estas alturas de mi vida otra experiencia más cercana a la muerte, no había sido tan distintas a todas las demás, pero no es algo a lo que uno puedallegar a acostumbrarse.Parecía extrañamente inevitable el que hubiera sufrido otro nuevo enfrentamiento con lamuerte, y como, relacionada con el nombre de Capitán América. Daba la impresión de que estaba marcada por el desastre. Había escapadouna y otra vez, cierto, pero continuaba viniendo a por mí.Sin embargo, qué distinta había sido esta vez respecto de las otras.Puedes huir de alguien a quien temes, puedes intentar luchar contra alguien aquien odias. Todas mis reacciones se orientaban hacia esa clase de asesinos, tantomonstruos como enemigos. 

- ¿Te encuentras bien? -me preguntó Steve por el altavoz.

- Si, no te preocupes, estaba mirando a una anciana cruzar la calle -dije volviendo en mi.

- ¿Te queda mucho para llegar a la consulta de Stephen? -preguntó tranquilamente.

- Estoy a la vuelta de la esquina. Debo colgar. Te quiero.

Antes de que pudiera responder, di por acabada la llamada y su respiración dejó de resonar a través de los altavoces del monovolumen. Mientras esperaba a que uno de los tres semáforos de la ciudad se pusiera enverde, eché un vistazo y a mi izquierda se paró un coche familiar, donde unos niños que se encontraban en su interior miraban fijamente el monovolumen en el que viajaba. Me encogí en mi asiento, preguntándome por qué no bajaban la vista o al menos se cortaban un poco. Que yo supiera, todavía se consideraba grosero que alguien mirara fijamente, ¿no? Entonces recordé que mis cristales eran tintados y de un color tan oscuro queprobablemente no tenían ni idea de la identidad del conductor, ni siquiera de que les había pillado mirando fascinados su reflejo en los cristales. Intenté extraer algo de consuelo del hecho de que solamente eran unos niños admirando el coche y que no se trataban de unos niños entrenados por H.Y.D.R.A para secuestrarme. 

Pisé a fondo el acelerador en cuanto la luz se puso en verde, pero lo hice sinpensar. El motor rugió, recordándome a esos documentales que miraba Visión de animales en la sabana donde salía una enorme pantera negra en plena caza. El vehículo dio un salto haciadelante tan rápido que mi estómago se encogió dentro de mi cuerpo. 

Después de unos minutos, llegué a la consulta del Dr. Stephen y me acordé de unas semanas antes cuando Steve decidió acompañarme para que así a partir de de ese momento pudiera ir sola y sin su compañía. Según Natasha debía visitar todo lo que pudiera un médico de la Tierra para que revisara sin ningún inconveniente cada centímetro de mi cuerpo, al formar parte de los Vengadores, quería asegurarse que su Vengadora se encontrara de una pieza y sin ningún antecedente que pudiera impedirle realizar alguna misión venidera. 

- Buenos días -dijo el Dr. Stephen sentandose enfrente de mi y analizándome de arriba a abajo, gesto que incomodó a Steve.

Su mirada penetrante se vió interrumpida por el sonido de un teléfono. Miré mi mano y de pronto, el anillo empezó a pesar más de lo normal en mi dedo. Habría deseado ocultar la mano izquierda en el bolsillo antes de entrar en la consulta por si el Dr. sabía que estaba comprometida con uno de los Vengadores más importantes del equipo y con un símbolo de la historia de los Estados Unidos de América. 

Una vez finalizó la llamada, realizó una breve entrevista para saber acerca de mi y poder empezar a realizar un expediente médico en ese hospital. Preguntó por mi edad, alergias, enfermedades, lesiones, heridas, muertes... Es como si se tratara de un doctor de confianza de los Vengadores, aunque yo gracias a los últimos acontecimientos me podría permitir desconfiar de aquellos quién no conozco. Le rogó a Steve abandonar la habitación y que aguardara a mi salida.