Never Let Me Go (Steve Rogers/Capitán América)

Capítulo 33.

Dio un paso adelante y me tomó rápido de los brazos para abrazarme. Las lágrimas no tardaron en deslizarse por mis mejillas y mojar su camisa blanca. Le abracé con fuerza y tiempo después nos miramos a los ojos fijamente. Su mirada era la misma que cuándo solamente era un joven de veinte años... Sonreí y este me correspondió.

- Allie, ¿puedo invitarte a un café? -dijo sonriendo.

- No creo...

- Sé perfectamente que no has almorzado, si hace setenta años no lo hacías, ahora menos. Por favor, quiero que me cuentes todo -dijo mirándome.

- De acuerdo... Con una condición -dije señalándole con mi dedo índice- que me cuentes primero que fue de ti...

- Trato.

Danny se subió en su pequeño coche y yo a la moto de Clint. Le seguí por las calles del pequeño pueblo, aunque ahora era más una ciudad que un pueblo. Diez minutos después, estábamos los dos estacionando delante de una cafetería, miré fijamente el letrero del local y sonreí con cierta melancolía, The Mathew's Coffe. Me adentré al interior seguida de Danny y nos sentamos en una mesa alejada. Pedimos dos croaissants y un chocolate caliente y un café. Volví a mirarle a los ojos y después a su atuendo, esas medallas que colgaban de su americana, deslumbraban el lugar de los brillantes y grandes que eran. Le miré a los ojos y el me veía sonriente.

- ¿Empiezas tu o empiezo yo? -preguntó mientras me veía.

- Tu primero -dije suspirando.

- Muy bien...

(Poner canción multimedia)

En 1937, dos semanas después de tu ida, entré en el ejército de los Estados Unidos y terminé mi alistamiento de tres años con servicio en las Filipinas. Después me alisté en la Infantería de Marina en julio de 1940, en Baltimore, y recibí instrucción de cadete seguido por la formación del Cuerpo de Marines. El Cuerpo me destinó a la Bahía de Guantánamo, a Cuba y luego a Guadalcanal, en las Islas Salomón, cómo miembro del 1er Batallón, del 7º Regimiento de la 1ª Primera División de la Marina.

En Guadalcanal, mis compañeros me apodaron "Manila Danny" por mi servicio anterior en las Filipinas. En la noche del 24 al 25 octubre de 1942, mi unidad fue destinada y atrincherada para detener y resistir el ataque de la Infantería Japonesa cuándo mi posición fue atacada por un regimiento de aproximadamente 3.000 soldados. Las fuerzas japonesas iniciaron un ataque frontal con ametralladoras, granadas y morteros contra nuestras pesadas ametralladoras. Mandé dos secciones de ametralladoras que lucharon tenaz y heroicamente, las próximas 48 horas, hasta que sólo quedamos tres hombres, incluyéndome a mi mismo. Me hice con otra ametralladora y mantuve el fuego continuo contra las fuerzas japonesas atacantes, manteniendo la línea defensiva hasta que llegaron los reemplazos. Con la lucha continua, las municiones escasearon hasta que el suministro se interrumpió. Atravesé las líneas enemigas y regresé con las municiones que necesitaban con urgencia mis artilleros. Logramos frenar el avance japonés, tanto con ametralladoras cómo con pistolas, aniquilando muchos japoneses. Por mis acciones durante esa batalla, recibí el máximo galardón de los Estados Unidos por mi valor militar y valentía, la Medalla de Honor.

Después, regresé a los Estados Unidos y participé en una gira de bonos de guerra. Mi llegada fué todo un acontecimiento muy difundido por la prensa y radio norteamericana. En el pueblo, realizaron un desfile en mi honor para celebrar mi vuelta a casa, que atrajo a miles de personas, incluyendo a políticos, celebridades y la prensa nacional. Después del desfile, se inició una gira que recorrió el país recaudando fondos para la guerra, lo que aumentó a un más mi fama. Aceptaba la fama y era consciente de mi nueva tarea, pero me sentía fuera de lugar y pedí ser reincorporado al servicio activo en combate. La Infantería de Marina rechazó mi solicitud. Me ofrecieron una comisión, pero yo la rechacé y posteriormente me ofrecieron una misión cómo instructor, pero me negué también. Pedí de nuevo volver a la guerra y esta vez mi solicitud fué aprobada.