CAPITULO XV

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La alarma comenzó a sonar, y aunque su primer instinto fue silenciarla y volver a dormir, Natalie abrió lentamente los ojos, y bostezó.

Iban a dar las nueve de la mañana, y no tenía ni un gramo de ganas de levantarse; pero como la semana anterior había faltado demasiado a su trabajo, pensó que sería muy irresponsable de su parte volver a dejar votado a Henry, especialmente por la infinita paciencia que siempre mostraba hacia ella; y es que honestamente, cualquier otro por muy amigo que fuera, ya la hubiera echado a patadas.

Ella presto atención al tranquilizador ronroneo de sus hermosos gatos, y cuando la segunda alarma timbró, decidió sentarse en la cama antes de volver a caer rendida ante el sueño.

Con movimientos tranquilos, pero sin tomarse demasiado tiempo en cada tarea, la escritora inició su rutina diaria. Notaba como su pulso se aceleraba al pensar que tendría que salir; pero lo ignoraba concentrándose en otras cosas, por ejemplo, la serie que había empezado a ver con Aarón la tarde anterior.

Fue una grata sorpresa ver que le gustaran los dramas asiáticos, no conocía a muchos que lo hicieran, pero ella los amaba; y que el actor se interesara, hizo que pasaran todo el domingo metidos en la casa comiendo comida nada saludable, y discutiendo tonterías.

Como si hubiese pasado la tarde con una buena amiga...

El pensamiento saco una sonrisa traviesa de la escritora, aunque inmediatamente la contuvo. No era propensa a juzgar a las personas sin antes conocerlas, y lo cierto es que a Aarón todavía no lo conocía, por lo tanto, mantener en mente la idea preconcebida que Nick le había dado, era un poco descortés de su parte. Sin embargo, no podía evitarlo y de hecho, tan despistadamente como le fue posible (y en lo cual creía haber tenido éxito) lo estuvo vigilando.

Al final, todo y nada lo hacían y no, parecer gay. Aun así, admitía que desde el instante en que esa idea se introdujo en su cerebro, la convivencia con él fue mucho más sencilla; eso y que fuera tan condenadamente buen cocinero...

A las 10am Naty estaba entrando a su cocina, lista para tomar si a lo mucho un vaso de jugo, y aventurarse a la tortura de enfrentar el transporte público. No lo odiaba ni tampoco le disgustaba, era su ansiedad quien tenía serios problemas con mantenerse en calma mientras lo usaba. Ella dio un ligero bostezo mientras se encaminaba al refrigerador, cuando algo capto su atención.

"¡ Annyeonghaseyo!" Decía el post it azul pegado sobre la puerta. Le costó cerca de un minuto que sus adormiladas neuronas reaccionaran a la palabra; no se esperaba los buenos días en coreano, y solo lo reconoció por tantas series que había visto. La escritora sonrío ligeramente, y finalmente se aventuró en busca de su jugo; pero adentro la esperaba otra sorpresa: un sándwich y otra nota. "De tu ama de llaves"...

Sutil y tentador.

Natalie curvó por completo sus labios hacia arriba, y sin darle muchas vueltas al asunto, su mano se alargó para alcanzar el desayuno. De pronto los nervios que normalmente apretaban su estómago antes de ir a trabajar, se volvieron agua en su boca al imaginarse que tal sabría su regalo, y las ganas por probarlo silenciaron la ansiedad asechaste.

El actor le había dicho que esa mañana se iría muy temprano a su trabajo, y que no tenía idea de a qué hora estaría de regreso en casa. No necesitaba darle explicaciones, pero lo había hecho mientras platicaban de tonterías y trataban de entender la historia de la serie que veían. El pequeño pero encantador gesto de haberle hecho algo para desayunar, era sin duda un punto extra en los ya muchos que tenía.

Era divertido estar a su lado, y tan desgastante a la vez, que ni siquiera le daba tiempo de preocuparse por otras cosas; en ese momento, por ejemplo, se había olvidado de su enfermedad, o al menos podía darse el lujo de ignorarla...

Como en mis libros...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora