CAPITULO XXXI

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Natalie llegó a su casa con la adrenalina todavía bombeando por sus venas, y una sonrisa congelada que había asustado un poquitín a los demás pasajeros del muni. La verdad es que si parecía algo maníaca; pero le importaba un cuerno porque su felicidad valía más que todo.

¡Estaba bien! Estaba jodidamente bien, pese al altercado del fin de semana, y su reciente encuentro con Roland. Hasta se había divertido tomándole el pelo al imbécil y ya de paso, le dio publicidad al negocio de su amigo/jefe.

No era común; a estas alturas, sabía que necesitaba al menos una semana para volver a atreverse a estar en público, sin sentirse el ser humano más inútil jamás creado... sin embargo, ahora sabía que era perfectamente imperfecta. Algo que sus neuronas insistían en repetir con la voz de Aarón.

De inmediato una sonrisa boba apareció en sus labios. No, ni loca dejaría que Roland le complicara la existencia a su querido inquilino; primero le sacaba los ojos al bastardo... o se los dejaba a las fans.

Entró a la casa con el ánimo por el cielo, dejó su mochila y llaves sin ningún cuidado, solo evadiendo a los dos felinos mimados que llegaron a recibirla. Hizo una parada rápida en la sala para poner música; y se dirigió a la cocina, cantando "Best day of my life" mientras sacaba de la alacena dos botellas de entre las olvidadas que tenía arrinconadas en un pequeño espacio. Muchos tendían a enviarle vinos geniales a Cameron Cross, aunque Natalie no solía quedarse con ellas, solo conservaba algunas cuantas para ocasiones especiales. Este día sin duda lo era.

De otro estante repleto de sus golosinas favoritas, tomó una bolsa de gomitas que luego vació en un cuenco. Tal vez no era una buena hora para iniciar a beber, pero se sentía en el humor correcto para hacer cosas que no hacía, y como seguramente al día siguiente todavía podría haber reporteros por el escándalo (una carcajada maligna se le escapó), decidió que podía faltar y Henry seguro no se quejaba... Sophia lo haría pero ya vería como contentarla.

Sin dejar de cantar y moviendo sus caderas al ritmo, vació el vodka sobre las gomitas, luego lo metió en el refrigerador con cuidado de no derramar ni una gota, y aprovechó para sacar jugo de manzana, que planeaba utilizar con la otra botella. Si, definitivamente pretendía tomarse ambas, y esperaba que en lo que se terminara la primera, las gomitas se impregnaran con el alcohol para seguir con ellas.

De paso les dio también golosinas a Deimos y Fobos.

Cuando Bárbara o Cat se enteraran del incidente, esperaba estar lo suficientemente ebria para no contestar nada... solo de pensarlo le hacía gracia; seguro se volvían locas ante este inesperado comportamiento.

Ese día no planeaba aislarse en sus mundos de fantasía, ni ponerse a escribir incluso cuando tenía miles de ideas girando en su cabeza; no, ese día simplemente escucharía los traviesos consejos de sus propios personajes, y actuaría a consciencia en la realidad. Esta ocasión, ella sería la protagonista.

-¡Como en mis libros!-. Fue su grito de guerra

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Aarón puso los ojos en blanco con una mueca de lo más infantil. Aunque era justo recibir esa pregunta como respuesta a lo que él acababa de decir; no obstante, también entendió de donde provenía la obsesión de Roland hacia Nat.

-Así que de eso se trata este juego. Tu...-. Dijo señalándolo con una de sus medias sonrisas malvadas. -Estas celoso de ella...

Se esperaba una rabieta por parte del famoso actor. La prensa decía que era un hombre imponente de carácter principesco, con un toque de humor: perfecto. Él sabía que era todo eso, y mucho, mucho más; por ejemplo, posesivo, compulsivo, dramático, extremo, etc, etc, etc....

Como en mis libros...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora