Jay miró de su reloj al celular. Todavía no estaba muy convencido de que fuese una buena idea, pero quitando su lado racional, el cual siempre predominaba en su vida; ahora estaba demasiado molesto para prestarle atención.
No había esperado que las cosas se pusieran tan mal. Si bien no tenía una idea exacta de que era lo que le ocurría a Natalie, tampoco era tonto como para no saber que su queridísima escritora no era buena controlando las multitudes. Siempre, sin importar cual fuera el caso, evento, o situación, si estaba rodeada de gente, su encantadora y estrambótica personalidad se encerraba en un caparazón.
No podía culparla por guardarle el secreto, de hecho, lo entendía probablemente mejor que la mayoría. Afortunadamente para él, sus padres siempre lo aceptaron tal y como era; pero no todos pensaban igual de las personas que diferían en cuanto a sus preferencias sexuales, por lo tanto, si, muchas veces decidió omitir ese insignificante detalle al mundo.
No obstante, esa noche las cosas se pusieron mucho peor, debido a un detonante con nombre y apellido. Roland Taylor. Y si de por sí ya se encontraba molesto por su mera existencia, que contribuyera a que Natalie llorara, fue igual que si le hubiera acercado un fosforo a una pila de dinamita; así que si no se presentaba en unos minutos, él mismo iría a buscarlo para dejar claros unos cuantos puntos. Con sus amigos, nadie, absolutamente nadie, se metía.
Aunque todo indico que su asedio no sería necesario, cuando una limusina aparcó justo al lado del vehículo que acababa de rentar.
Roland bajó con la elegancia clásica que tenía impregnada en la piel; todavía llevaba puesto el esmoquin, pero se había quitado la pajarita, y desabrochado los primeros botones de su camisa. Perfecto, como siempre.
-Fort Point...-. Miró a su alrededor con admiración. -La vista desde aquí es espectacular; pero se vuelve mejor si tienes esto...-. Explicó levantando la mano, mostrándole una bolsa del In-N-Out Burger
No obstante, lejos de recibir la amable y pícara sonrisa que esperaba por parte de Jay, solo obtuvo una gélida mirada llena de deseos asesinos contenidos.
-No es una reunión de cortesía...
-Antes te gustaban...-. Él se encogió de hombros, y tocó sobre la ventana del vehículo; esta se abrió al instante, para que Lou hiciera un ademán de saludo al estilista, y luego tomara la comida antes de cerrar de nuevo. No le dijo que había ido exclusivamente a comprarlas para él...
-Te diré esto de frente, para evitar malos entendidos...-. Ignoró el saludó y se concentró por completo en el actor. Odiaba ser grosero con las personas, pero de verdad estaba tan molesto, que se sorprendía de no haber intentado ya golpearlo. -Lo que pasó hoy, no se va a repetir. Te vas a mantener lejos de Natalie, y por consecuencia de Aarón; no me interesa que es lo que tengas con él, pero si está cerca de ella, tú te mantienes alejado. Es simple...
-¿Oh si no, qué? Vas a delatarme Jay...-. En ningún momento perdió la postura; pero el gesto de su rostro se había endurecido bastante a causa del enojo. No se esperaba este golpe bajo por parte de él. -¿Harías eso por Natalie?
-Sabes perfectamente como soy cuando se trata de las personas que me importan. Y esta noche tú has excedido los límites con ella, sin contar cuando tuviste la brillante idea de secuestrarla ¿Tan desesperado estás por la atención de Aarón, qué te dan celos de una chica? Vaya que has caído bajo...
Fue en ese instante, con esas palabras, que recordó lo que le había dicho la escritora mientras bailaban; y de pronto, de la manera más incongruente posible, todo cobró sentido, haciendo que su mal humor se difuminara convirtiéndose en pura diversión. ¿Cómo habían terminado las cosas así? No tenía ni idea, pero rayos iba a tomar ventaja de ello.
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Como en mis libros...
ChickLitCameron Cross, una famosa escritora reconocida mundialmente por sus historias que van desde fantasía épica, hasta romance paranormal, ha lanzado al mercado su nuevo libro, haciendo una entrada triunfal en el género de la literatura erótica. Ningún c...