Capítulo 32

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Esas palabras habían sido la mayor verdad que había salido de mi boca. El sentimiento y el deseo mas genuino que había podido implorar mi alma. Quería hacer el amor con Louis Tomlinson.

Sin arrepentimientos.

Él volvió a inclinarse mientras seguía a mi lado y peinó mi cabello descansado alrededor de mi cabeza, acarició mi rostro con ternura y delicadeza como si tuviese miedo de quebrarme si yo fuese de cristal. Su rostro en ese momento era el único y más precioso regalo del Cielo, cómo se crispaban su piel alrededor de los ojos y su sonrisa que no dejaba de estar allí presente; se levantó y me atrajo con él haciéndome enrollar en sus caderas, besó mi cuello, deslizó sus tibios y suaves labios por él hasta mi clavícula, donde respiró profundo y dejó descansar su cabeza allí mientras seguía abrazándome aún sin invadir más allá mis sentidos.

-Me quiero morir contigo..-balbuceó en mi cuello, algo invadió mi pecho. Algo cálido que no quería que acabara nunca.

Entre todo aquello, sentía lo que a él probablemente ya le desesperaba, rozar mis muslos. Louis volvió a acostarme ésta vez quedando con él sobre mí, besó mis labios nuevamente mientras ambos brazos estaban apoyados a ambos lados de mi cabeza para no aplastarme, y su cabello caer alrededor de su cara por el efecto de la gravedad, su boca descendió de la mía por mi cuello, mi pecho, y mi abdomen hasta detenerme en la costura de mi ropa interior. Le agradecí a Dios en ese momento de haber ido aquel día con Kat a comprar lencería sexy, Louis besó mi vientre y por tal acto arqueé un poco mi espalda en respuesta a la sensación, dibujó con sus pulgares mi pelvis y los enganchó de mi ropa interior.

Nunca había tenido tantos deseos de deshacerme de alguna prenda de ropa como lo hacía en ese momento, nunca había tenido la oportunidad de sentir anhelo por algo o por alguien como lo hacía con Louis. Deslizó mi ropa interior lentamente, como si disfrutaba de su propio desespero reflejado en sus ojos y se deshizo de ella tan pronto como la suya; Ahora estaba sobre mí respirando con pesadez sobre mi boca. Sentí su pecho latir por las palpitaciones de su corazón tan fuertes como el mío, su piel arder contra la mía como si en vez de sangre nos corriera fuego por las venas. Algo irónico porque eso era lo que el había hecho en mí, encender un fuego que no sabría si sería capaz de apagar sus llamas algún día.

Sentí sus músculos contraídos, peiné su cabello despejando su rostro. Tomó mi muslo empleándola como palanca y se inclinó haciendo que cualquier miedo se esfumara de su mente. Haciéndome sentir sensaciones nuevas y espectaculares en su mayor esplendor con cada movimiento, con cada beso y cada caricia. Sus movimientos eran lentos y sensuales, sentía sus caderas chocar contra las mías acompañando esa fricción que hacía que un hormigueo me recorriera desde las puntas de los dedos hasta las raíces de mi cabello,invadiendo mis cinco sentidos y haciendo que mi cuerpo sintiera el mayor frenesí. Sentí mis dedos aferrarse fuertemente a su espalda, los músculos de ésta reaccionar contra mis palmas al aquel único y puro sentimiento de satisfacción y excitación.

A finalmente ser de él.

-Hola.-susurré. Louis ya tenía una hermosa sonrisa en su rostro. Besó mi frente y me alejé para estirarme un poco.
-Hola amor.. ¿Cómo amaneces?-preguntó dulce. Intenté sentarme y me quejé por el corrientazo en mi vientre.
-¡Carajo..!
-¿Qué sucede?
-Sabía de esto pero no que sería así.-dije entre quejidos, Louis quitó el cobertor de encima de mí y examinó mi vientre.
-Lo siento.
-Descuida, tenerlo por un día es extremadamente normal a tenerlo seis días seguidos y que parezcas las Cataratas del Niágara poseídas por Satán para hacer sus rituales. Y además.. Vale la pena soportarlo.-sonreí. Vaya que altanera había amanecido.
-Te daré algo para el dolor. Los chicos están abajo esperándonos para ir al parque acuático. ¿Te sientes bien como para ir?
-Vaya, ¿No se cansan? ¿Qué no estaban de fiesta anoche? Deberían estar durmiendo.
-Son las dos de la tarde Cam.
-Oh bueno.. Sí, claro que iremos. Me ducharé.
-¿Puedo entrar contigo?-preguntó, con cara de cachorro.
-Demonios Tomlinson, ¡No! ¡Anda al otro baño!-le chillé, Louis se carcajeó y se alejó de la puerta.
-¡Te amo!-gritó.

Yo también.




EDITADA. Stockholm Syndrome  |  Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora