capítulo 22

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Estar en Berna me traía muchos recuerdos. Malos y buenos también. La primera vez en Berna estaba pequeña y acababa de pasar el asunto del abuso sexual, no quería que nadie me tocara o siquiera me mirara, me daba asco y miedo mirarme en el espejo. Ducharme se me hacía una maldita tortura eterna, como si fuese un castigo. Toda yo me daba asco, había ido por dos años a terapias con un psicólogo y durante ese tiempo había alejado a Sophia y Thomas de mí y lo peor era pasarlo sola, sin contarles y tenerlos lejos. Mis padres nunca me creyeron, en algún punto sintieron compasión, pero compasión pues creían que la aberrante negatividad que le había  tenido mi tío desde pequeña precisamente por el acoso que me infundia, me había llevado a "Montar  semejante calumnia para quebrar la unión familiar Parker". Las terapias las había pagado Rosalba, era la única que me creía y lo sabía hasta que se lo conté a Louis.

Era una tortura en parte estar en Berna, pero debía de alguna manera sembrar nuevos recuerdos y eso era con los chicos. Así que bajé las escaleras escuchando como los cinco seguían argumentando sobre el partido de fútbol argentino en el cuál según su parloteo había falta o algo así. Me quedé parada en los últimos peldaños a observar la risueña y hermosa sonrisa  de Louis mientras escuchaba a Harry hablar sobre una chica que había conocido, y que le gustaba de verdad. No evité sonreír al ver lo dulce y adorable que Louis lucía y como mi corazón palpitaba con fuerza.

—¿Qué haces allí sola?—preguntó, sin borrar su sonrisa. Salí de mi encanto y reí porque seguramente me veía como una tonta.

Terminé de bajar y me senté justo en el medio de Harry y Louis, Harry se giró a verme sonriendo. No sabía si era por burla porque seguramente me había visto en las escaleras o porque su hermosa sonrisa acostumbraba a ser torcida, reluciente y electrizante. Un caballero de lejos.

—¿Qué te pasa?—le pregunté.
—¿En serio intentaste seducir a Zayn para que te dijera quién te había mandado a matar?—susurró soltando una carcajada. Era guapo, eso no podía negarlo pero su semblante pasó a serio cuando lo miré en la misma manera.
—Algo tenía que intentar.—le susurré
—¿Louis lo sabe?
—No estoy segura, pero apreciaría si no dices nada.—Le susurré enojada pues el seguía riéndose entre dientes.
—Lo prometo Princesa No Mía.—dijo divertido, le di una ligera palmada en el muslo para ver a Louis y captar su atención que la zorra mal educada de la televisión me robaba.
—¿Louis?—le susurré en el cuello, Louis volteó y sus labios quedaron a la altura de mi frente. Subí la mirada y vi la belleza de sus ojos turquesa en los míos.
—¿Si Blancanieves?—susurró sereno.

Mi corazón se aceleraba cuando me miraba asi, con dulzura y no con frialdad y dureza.

—Mañana me teñiré el cabello, Liam me dijo que..
—¿CÓMO QUE SE VA A TEÑIR EL CABELLO?—gritó, incorporándose derecho mientras veía a Liam en el otro mueble.
—Oh no. Amigo, no tengo ganas de gritar ni de pelear.  Y mucho menos activar una pistola en tu frente, es por su bien y el nuestro. Ella necesita cambiar absolutamente.

Louis suspiró mientras se recostaba de nuevo, y mi cuerpo se relajaba luego de tensarse como las cuerdas de una guitarra.

—¿qué color?—susurró con la respiración pesada.
—Castaño claro..  creo. Iré a un salón mañana.—le sonreí.
—Mañana no puedo ir.—dijo afligido.
—No hay problema. Liam me dijo que HARRY—hice énfasis pues el tonto estaba escuchando nuestra conversación pero su intento de disimulo era malo. Su respiración literalmente chocaba en mi nuca—me va a llevar mañana a uno.—lo miré detrás de mi hombro.
—Lo tomaré como conocer a mi nueva compañera.—dijo alegre,  rodeándome con su brazo.
—Que no llegue ni con un rasguño Harry, por favor.—Louis pidió, entre advertencia y súplica. Harry asintió y besó mi cabello.
—Como si fuese mi hermanita.
—Extrañaré que tu cabello sea negro. Siempre lo he visto asi.—enrolló su dedo en uno de mis mechones.
—Yo igual pero me da curiosidad verlo más claro.
—Te verás preciosa amor.—susurró. Oh vaya, que lindo se escuchaba de su boca.

Lo sentía, lo tenía que decir. No podía ignorarlo, no podía ignorar algo que me salia del alma asi que respiré profundo.

—¿Louis?—le llamé y volteó.
—Te amo.

EDITADA. Stockholm Syndrome  |  Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora