Capítulo 52

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Lo único que supe después de esa oración, fue a Louis teniendo instinto de Need For Speed camino al hospital más cercano de Canterbury, y mi cuerpo completo concentrado en el dolor de mi vientre. 

No tenía noción del tiempo al ciento por ciento, sólo sabía que estábamos camino al hospital porque Louis lo había decidió así, porque de resto sentía como cada vez mi mente se desvanecía viendo a Louis concentrado y muy calmado manejando para llegar, pero la verdad era que  Canterbury quedaba a una hora y media de la Ciudad de Londres y mi dolor sólo se había intensificado.

—¿Sigue muy fuerte?—le escuché decir, al momento que volteó a verme. Asentí.—No es para menos.
—¿Has llamado a Liam? ¿Donde está Jane?—pregunté.
—Cuando lleguemos.—dijo serio. Mi cerebro envió un nuevo dolor mucho más fuerte.
—Por Dios Louis.. ¡Duele demasiado!—exclamé, mientras lloraba por tal dolor.
—Falta poco Cam. Dime.. ¿Sabes cuánto tiempo tienes?—preguntó sereno.
—¿Es en serio?—dije. Él sonrió sin verme.

Casi 45 minutos después, estábamos frente al Kent and Canterbury Hospital.

—Bien.. esto será difícil. Estamos hechos un desastre.—dijo finalmente.
—Oh, no me digas.
—Solo sígueme la corriente. Y no te muevas, te bajaré.

Y así había sido. Louis se bajó, pasó hacia mi lado y con cuidado me tomó entre sus brazos. “Te amo”, había salido de sus labios antes  de cruzar la entrada del hospital.

Una vez adentro de la Emergencia, angustiado buscó a alguien que nos atendiera. Una enfermera joven se detuvo cuando Louis se le acercó.

—¿Pueden ayudarme?—dijo él. La enferma asintió con la cabeza.
—¿Qué les sucedió?—cuestionó, mientras conducía a Louis conmigo encima a unas camillas.
—Tuvimos.. un accidente de auto. Pero ella está embarazada. No importo yo. Pero ella por favor.—dijo, y me depositó en la camilla. Oh joder, me duele.
—Oh no cariño, déjame atenderte. Te ves mal. Puedes tener una contusión. El médico de guardia vendrá a verla a ella por el embarazo y eso.—dijo la enfermera, de una manera dulce. Sentí nervios. No quería quedarme sola.
—Quiero quedarme con ella.—dijo, serio.
—Cariño, alguno de los residentes te examinará. Puedes tener algún golpe grave. ¿Si?—dijo. Louis suspiró con pesadez. Sabía lo que  haría.
—No, quiero que un maldito médico la examine a ella por el embarazo y largarnos de aquí.—dijo, ésta vez con prepotencia. La enfermera se tensó.
—Esta bien.

Pasaron un par de minutos. O quizás una hora, no lo sabía ni estaba segura. Sabía que Louis no se había despegado de mi lado y sólo se había dedicado a acariciar mi mano entre las suyas todas heridas. Quería irme, quería alejarme de todo eso de una vez por todas, por eso había hecho lo que había hecho. Quería terminar con esa pesadilla, pero no sentía que había acabado, sino que se alargaría. Entre tanto, un hombre joven apareció de entre las cortinas frente a mí vestido con su respectivo atuendo médico y un carrito con unos aparatos. Mi cuerpo completo se tensó y Louis acarició mi mano para tranquilizarme.

—Hola chicos. Veamos que tienes.—dijo, acercándose a mí. Se colocó sus lentes de visión y examinó primero mi rostro.—Vaya, te has golpeado fuerte.—dijo.
—El tablero.—dijo Louis. El médico continuó.
—¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes?
—Cam.. Marie. 19 años.—contesté, nerviosa. Apreté mis dientes al sentir nuevamente dolor.
—Vale, examinaré tu vientre. Según el historial de ingreso y la enfermera, estás embarazada. ¿Cierto?
—Eso creo.—contesté a duras penas.

Hizo lo que generalmente hubiese hecho  un médico ante una situación como la mía,  un ultrasonido. El aparato se deslizó contra mi piel lentamente, haciéndome sentir escalosfrios en todo el cuerpo por lo frío. Louis miraba atento el monitor a un lado sin dejar de sostener mi mano. El médico dijo que tenía poco tiempo, quizás un par de semanas, tal vez casi un mes. Sentí entre tanto, nostalgia. A Louis se le había dibujado una sonrisa en el rostro. “Es nuestro”, había susurrando en mi oído después de darme un beso en la mejillas.

También dijo que era un poco extraño que sintiera dolor por ser tan pequeño si de aborto trataba. Que evidentemente de eso se trataba. Le hizo una serie de preguntas a Louis sobre cosas o emociones que haya estado experimentando que me hayan provocado dicho asunto, y él se había inventado una mentira más para ocultar nuestra realidad.

Envió nuevamente a la enfermera a curarme las heridas y magulladuras que tenía, a su vez que le daba un par de indicaciones escritas a Louis para cuidarme de cualquier episodio o nueva  amenaza, me indicó unos medicamentos para “fortalecer ni cuerpo lo suficientemente para el bebé”. Advirtió que debía estar serena y no hacer movimientos bruscos o lo perdería hasta sin notarlo, que para haber tenido un accidente automovilístico era un milagro que con el poco tiempo no lo hubiese perdido, pero que con todo lo indicado, estaría bien.

Un par de horas y medicamentos intravenosos después, me sentía un poco mejor. Lo suficientemente mejor para querer irme, pero Louis no estaba a mi lado, él había salido del cubículo para firmar una autorización para aplicarme una inyección la cual me ayudaría a fortalecer la bolsa de gestación o algo así.

Me levanté de la camilla, y me aseguré de no tambalearme y caerme, abrí la puerta y salí encontrándome con un concurrido vestíbulo, personas corriendo de aquí para allá. Personas llorando, otras enfermas.

Pero no veía a Louis por ningún lado.

Me sentía renovada y lo probable es que era por los analgésicos que me habían puesto, porque de lo contrario no pudiera moverme. De cualquier manera, empecé a buscar en los rostros del lugar encontrar el de él, sé que debíamos irnos lo más pronto posible. Quería llegar a casa, quizás no la mía ni en la que habíamos estado viviendo los últimos meses, pero llegar a un lugar donde nadie supiera dónde estábamos para así ordenar mis ideas. Entre tanto, me sentí mareada, me sostuve de la pared más cercana que tenía por si perdía el equilibrio, de pronto un torrencial de recuerdos
Y preguntas llegaban a mi mente.

¿Realmente lo había asesinado?

¿Realmente me había convertido en una asesina?

Un frío recorrió mi cuerpo, tenía miedo. Temor porque había matado a un hombre, a mi padre. Me sentí asqueada al recordar cómo en fracción de segundos él estaba arrastrándose poco a poco al suelo mirándome sorprendido con sus ojos ámbar desalmados. Lo siento, esto fue lo que criaste.

Pero aún así, ahora tenía miedo.

—Tengo miedo.

“Se le llama Remordimiento de conciencia”.

—Vámonos, ya.—dijo, tomándome del brazo sigilosamente. Lo miré y sentí más miedo.
—¿Donde está Louis?—pregunté.
—Afuera. Vamos.
—Liam..—dije, entre súplica y duda. Él se detuvo casi en la entrada.
—¿Qué sucede?
—No quiero irme.
—¿De qué rayos hablas?
—No quiero estar con Louis.

—¿De qué rayos hablas?—No quiero estar con Louis

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EDITADA. Stockholm Syndrome  |  Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora