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La cena es el momento más esperado, pero también es el momento más fastidioso del día. Hay tanta gente y tanto ruido que siento que mis oídos van a explotar en cualquier momento.

Nosotros nos sentamos casi cerca de la barra para servirse la comida. Es todo un banquete: Un tazón de avena caliente con leche, ensalada de frutas y un vaso de néctar de naranja. Es toda una exquisitez, comparado con la comida rancia que comíamos en el Cinco.

Hay gente hablando, otro gritan lo que dicen. Todos estamos vestidos iguales, es una de las cosas que noto, y me hace sentir muy dentro de todo esto. Me siento como uno de ellos, y es bastante genial.

Papá ha empezado a comer, y yo hago exactamente lo mismo. El sabor de la avena estalla en mi boca, es una delicia. La manzana está como se supone que debe estar una manzana, y al final es jugo resulta ser la cereza al final del cono de helado.

"Algo así todo los días, pero con menos ruino, por favor."

Visualizo a Kim a un par de mesas de donde estoy yo. Le sonríe a su madre y después le da un sorbo a su vaso. Me lanza una mirada rápida y yo le respondo de la misma manera.

Quisiera poder comer otro poco, pero me temo que un tazón por persona. Espero a que alguien repita, pero nadie parece hacerlo.

Juego con los tenedores, los golpeo contra la mesa como si fuera una batería.

Entonces, alguien se coloca de pié. Espero a que empiece a caminar, pero no lo hace. Se queda perfectamente derecho.

Todos se han puesto de pié, yo me levanto, porque ellos llevan más tiempo aquí y saben lo que hacen. Aún sigo sin entender, hasta que una gran ráfaga de luz llega desde la parte trasera de la habitación, donde hay una gran pared libre de cualquier objeto.

Se empiezan a proyectar imágenes en la pared. La primera es de unos niños tomados de la mano, yo lo tomo como una buena imagen, ya no hay niños que ver; la segunda imagen es una calle de la ciudad, no hay autos, no hay personas, todo está tan sólo como creíamos nosotros que estábamos hasta que llegamos aquí. Al final de la calle empieza a crecer una luz, es blanca con destellos naranja; la luz se trata la imagen y empieza a sonar una canción de tambores, el ritmo se repite varias veces, y se apaga la proyección. Vuelve a aparecer el enorme rectángulo de luz en la pared, y ahora aparece una señora. Tiene el cabello rubio y una linda sonrisa que nos regala a todos. No es una imagen, es un video en vivo.

—¡Sean todos bienvenidos! Mi nombre es Diana, Diana Evans, y soy, por elección, la responsable de su seguridad —por un instante le creo. Ella sabe cómo ganarnos—. Muchos no me conocen, otros, tal vez me han visto un par de veces, pero no pude pasar por alto el hecho de la llegada de nuevos integrantes a esta gran resistencia contra el mundo externo. ¡El mundo cambió para siempre! Y somos protagonistas de la transformación. Cada perdida es irremediable y nos vuelve vulnerables, pero es allí donde nuestras fuerzas crecen y luchamos. ¡Por un mejor 'ahora'!

Y todos gritan, en voz fuerte y decidida: ¡Por un mejor 'ahora'!

En cuanto vuelvo a la habitación, la siento distinta. Es la misma habitación, con las mismas cosas de antes. Pero la noto distinta. El aire es más frío ahora, como si los conductos que hay en el techo escupieran una gran helada.

Quiero volverme a bañar, pero ya es suficiente con la que tuve hace un rato. Además, aún huelo bien, así que no hace falta.

Papá se tira en la cama de abajo, cruza sus pies y se coloca las manos debajo de la cabeza. Su mirada está perdida. Confieso que está algo preocupado por algo, pero no lo entiendo.

Fiebre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora