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KIM

El camión militar ha salido de Metrópolis, directo a donde está mi padre.

Dean conduce a velocidad rápida sobre la calle llena de baches, y Tysen va a mi lado, mirando el paisaje que pasa por la ventana, aunque yo lo miro más como un borrón en verdes, marrón y algo de azul, el cual es el cielo que se puede apreciar por sobre las hojas ya casi secas de los árboles.

Vuelvo la mirada hacia atrás, esperando ver el portón y con Marcos en mi mente, pensando en lo cruel que he sido con él.

Cuando lo he dejado, lo primero que hice fue empezar a correr. El camión militar rugía por sobre los disparos y Dean, al mirarme, frunció su arrugado ceño.

—¿Dónde está el muchacho? —Me preguntó.

Yo no podía responderle con la verdad y no estaba de ánimos para mentir; también tenía en mente no responder, así que le pasé por el lado, pero él me tomó con fuerza del brazo y me giró.

—¿Dónde está Marcos?

No sabía qué decirle, estaba de los nervios. Las rodillas de temblaban, las manos me sudaban y mi cara estaba roja de vergüenza. Pero tenía que responderle algo, lo que sea.

Cuando estuve a punto de abrir mi boca, mamá apareció por detrás de Dean y me miró. Las cosas parecían ponerse peor cada vez más. Tenía que apresurarme a hablar antes de que ella se acercara lo suficiente y escuchara.

—Marcos me ha dado su lugar.

—¿Por qué haría tal cosa? —Ahora lo había confundido a él y me había confundido a mí misma, porque no sabía qué más decir y mamá ya estaba a menos de un metro del punto donde estaba.

—Me pidió que tomara su lugar en la búsqueda de suministros. Es todo, en serio.

—Incluso queriendo, no podría. Lo necesito a él, no a ti. No te he visto en ninguna clase de preparación. No estás lista a lo que vamos a enfrentarnos.

Quería hacer silencio y así evadir una discusión que, claramente, él iba a ganar. Pero no lo soporté, tuve que hablar.

—¿Qué tan malo puede ser? —Pregunté.

La risa de ironía que lanzó en ese momento se grabó un mi mente, al igual que la sensación que pánico que me recorrió el cuerpo en cuestión de un nanosegundo. Estaba claro de que yo era nueva, que no sabía nada, pero ¿eso de allá afuera era tanto como para intimidar a Dean?

—¿Qué es exactamente lo que van a hacer allí afuera?

En ese entonces, ya mamá estaba a mi lado. Dean la miró unos segundos y luego posó su mirada nuevamente en mí. Negando con la cabeza, se llevó la mano a la cara y restregó sus ojos con los dedos.

—Escuchaste hablar antes de los Espectros, ¿no? —Me preguntó, pero el problema era que yo no recordaba si había escuchado o no.

—Sí. —Le mentí, o creí mentirle, no sé.

—Nunca se sabe dónde están, nunca se sabe si están por atacar, nunca se sabe nada de ellos, por eso estamos alerta. Cada ataque que hacen, lo hacen para perjudicarnos, para volvernos débiles ante su superioridad.

Ahora sí estaba dudando en si ir o no ir, pero era mi padre. No se trataba de solo un hombre: era mi padre. Y eso hacía que me precipitara a hacer las cosas. Se trataba del hombre que me sostuvo, que me hizo quien soy, que me convirtió en lo que fui hasta cierto punto del comienzo de la Fiebre, quien hizo a Kim de antes.

Fiebre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora