Capítulo 7

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No grito, una parte de mí se rehúsa a sentirse vencida. No soy tan débil.

Recojo mis piernas en un intento vago de huir y cuando consigo alejarme un poco, me levanto y hecho a correr.

Una noche de película. Esa sería la definición que le daría a lo que acabo de ver en ese chico. Por que no es normal, nada en lo que le precedió se puede llamar normal, y menos su aspecto, esa severidad en su rostro semi cubierto y esos ojos de color distinto, enfurecidos conmigo, como si el mero hecho de mi existencia le ofendiera.

Mis piernas comienzan a protestar cuando llego a la mitad del inmenso parque, el desgaste es demasiado para un cuerpo que no está acostumbrado al ejercicio. Suena estúpido cuando mi mente me da el motivo de mi lentitud, pero no hago más que maldecirme internamente mientras mi respiración inestable comienza a convertirse en mi motivo de posible pausa. Una pausa que podría ser tonta en un momento como este.

Toco el collar una vez más pero no responde. ¿Justo hoy no quiere funcionar?

Me salgo del camino y me recuesto levemente sobre el tronco de un árbol mientras tapo mi nariz para que mi respiración no se escuche, solo mi boca tomando y dejando aire de forma muy lenta mientras los latidos de mi corazón retumban en la sien.

Luego de unos segundos la sombra de una figura corre de repente por el camino que acabo de dejar, veloz, casi silenciosa. Mi cuerpo se tensa y aguanto la respiración, temiendo que me halle. El frío de la noche es lo único que escucho al cabo de un rato y decido volver al camino, quiero volver a casa lo antes posible.

Pero cuando doy la orden a mi cuerpo es tarde, ya no lo siento. Caigo boca arriba y la presencia del chico aparece de nuevo bajo la sombra de los árboles, su respiración se escucha muy profunda y lenta, como si fuese un toro. Aún puedo notar el color rojo en su mirada, resalta mucho en la oscuridad.

Cierro los ojos instintivamente cuando veo su brazo aproximarse a velocidad y ahogo un grito cuando sus dedos rodean mi cuello y me levanta en el aire.

—No...por...favor

El dolor me aterra. No deseo morir. 

Mis manos buscan sus dedos e intentan soltarme pero no puedo, tiene una fuerza más allá de lo habitual, no es humano. 

Escucho una leve sonrisa en él y a pesar de las ganas de llorar decido tomar una decisión estúpida. Impulso mis piernas hacia arriba en un afán de empujar su pecho y cuando lo logro caigo de espalda al suelo. El impacto duele pero la certeza de poder morir por estar a la merced de un loco me aterra más.

Corro nuevamente hacia el camino con todas mis fuerzas y pronto diviso la salida del parque junto a la avenida, donde está el puente que lleva a casa.

Tropiezo y caigo. No encuentro el motivo sin embargo eso es lo que hace mi cuerpo. Él vuelve a acercarse, con el rostro cubierto por la sombra de la capucha y con esos ojos inyectados en rojo que me aterran. 

Vuelve a alzarme, pero está vez veo al mismo tiempo la daga en alto, brillante con el reflejo de la luna en ella. Fue una mala idea venir al cine. 

Espero. Y espero. Pero el impacto no llega. Abro mis ojos y observo su mirada fija en mi, a la altura de mi pecho.

Grito con terror, con una voz que no sé de donde me sale y él me suelta aterrado y desaparece por el camino que hemos tomado. Yo caigo al suelo y echo a correr de nuevo hacia el final del parque que da a la avenida.

Un chofér pita cuando me ve corriendo hacia su carro en movimiento.

—¡Hey! ¡Aquí! ¡Aquí! —grito alarmada en medio de la avenida mientras muevo mis brazos.

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