Capítulo 22

471 43 3
                                    


—Por favor, dime —insisto cuando veo su nerviosismo.

¿Acaso también le han prohibido decirme aquello? ¿A cuántos han silenciado?

—Sólo desapareciste luego de que esa cosa te llevara —la miro mientras intento recordar, pero no hay nada en mi memoria, sólo recuerdo estar parada allí, con ellos, y luego, Pum, Nada.

Subo la mano a mi sien en una desesperada medida para encontrar tranquilidad conmigo misma mientras intento que todo encaje. Pero simplemente no encaja, sólo hay una cosa segura. El collar me fue dado esa noche.

Erick deposita una de sus manos en mi hombro para hacerme saber que todo está bien, pero no me basta y me lanzo a sus brazos. Uno a Ondina en nuestro abrazo.

—Ojala todo fuera así de simple —niego decepcionada —Desearía poder regresar a casa

El destello dura una fracción de segundo, ocasionando ceguera, pero cuando se acaba...No estamos allí.

— ¿Qué hacemos en tu casa? —pregunta Ondina con precaución.

Nos separamos al instante y entonces me doy cuenta de que estoy en mi habitación. Miro asombrada el collar y entonces sé cómo fui capaz de escapar de aquí.

Y sin importar las preguntas de Erick o las posibles teorías de Ondina, me lanzo en la búsqueda de ese papel, de la hoja con la que logré ver mi pasado. Si este collar puede hacer esto, entonces otros también podrán, tal vez sólo estaremos seguros con el portal.

Me meto bajo la cama cuando recuerdo que Will me la quitó de las manos antes de que mamá entrará, y debo admitir que tenía razón. Debo comprar una cama más alta.

La hoja sale de inmediato y el príncipe junto a Ondina se acerca a mi lado para ver lo que tengo en manos.

— ¿Lo han visto antes o tal vez algo parecido? —pregunto al saber que tienen que, es muy parecido al que la reina tiene en sus aposentos, tal vez Erick tenga uno así.

Ellos niegan y los miro confundida.

— ¿Seguros?

Ondina niega, claramente preocupada por mí. Observo a Erick, pero lo único que veo es a su cerebro intentado descubrir algo, tal vez, intentando recordar.

—Hay uno parecido a éste en el castillo, lo vi cuando la reina me dejo acompañar a mamá —digo confiada.

Ondina arruga su frente.

—No, no hay nada. He estado allí y créeme, no hay nada. El piso no tiene ningún dibujo.

Asiento confundida y entonces recuerdo el nerviosismo de Ondina tras la pregunta, ella estuvo en el palacio, y creo saber por qué estuvo allí. La reina les prohibió hablar, por eso ella estaba tan nerviosa cuando respondió, por eso conoce sus aposentos, casi nunca un ciudadano entra ahí.

El príncipe parece ajeno a nuestra conversación y entonces decido mover mi mano delante de su cara.

—Colonia llamando al príncipe —moldeo mi voz en un vago intento de sonar burlona.

Él parece aturdido cuando regresa.

Abro mi boca para decir algo, pero guardo silencio al creer escuchar un murmullo afuera. En los caminos.

Guardo el papel entre las tantas cosas que tengo en el cabello y me aseguro de que no sea visto. Luego con los chicos nadando delante de mí, nos acercamos a una ventana en la sala de mi hogar y observamos la multitud reunida fuera, en el centro de todo.

SIRÈNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora