Y entonces vuelve. Una luz intensa junto al sonido estruendoso.
Un rayo nos ha recogido.
— ¡Elizabeth! —papá me rodea con un brazo cuando aparezco, pero no suelta a mamá.
Aferro el cuerpo de Elliot a mí, pero termino cayendo hasta el suelo.
Entonces me congelo al notar lo que ha cambiado.
La apariencia humana de papá y Elliot se ha perdido.
Intento hablar, pero no es posible. ¿Qué son ellos?
Elliot gruñe en mis brazos y una corriente de pánico recorre mi cuerpo, aquella misma que sentí la noche que casi me mata. Aprieto mis ojos, en un repentino impulso por borrar los sentimientos confusos dentro de mí. No hay rastro del chico que conocí, sin embargo comprendo que esto también es nuevo para él, será la primera vez en que sea vea así. Pero papá... ¿Por qué el luce sereno?
— ¿Dónde estamos? —murmura aturdido.
Aprieto mis labios. No lo sé.
—En una de las cámaras secretas del castillo —responde mamá.
Mi padre baja su mirada hasta Elliot y una leve pisca de sorpresa pasa por sus ojos. Como si confirmase sus dudas.
Su mano se estira hacia el cuello de él.
—Lo lamento, hijo, no quería lastimarte, estaba desesperado.
Él asiente sin separar la vista de mis ojos. Está aturdido, preguntándose porque lo miro aterrada.
— ¿Qué sucede? —me pregunta, llevando su mano hacia mi barbilla.
Él se congela en el acto, comprende mi asombro. Sus manos tienen membranas al igual que yo cuando retomo esta forma marina, pero el tono de su piel...Él es un tono oscuro de azul navy, al igual que papá.
Se reintegra de un salto, aturdido, hacia atrás, y papá le detiene por la espalda. Él se gira alarmado y ahoga un grito al descubrir que también es como él.
Trago en seco, imaginando la emoción del miedo en él al igual que cuando sentí toda su vida. Me armo de valor y toco su hombro.
—Estamos bien —me acerco a sus brazos, temerosa de que me rechace, pero no lo hace.
Y entonces lo reafirmo. No importa cuanto podamos cambiar por fuera, o los secretos que podamos descubrir en el camino. Siempre estaré ligada a él.
Su mano pasa sobre mi larga cabellera y me aferro a él, intentando acostumbrarme a la extraña viscosidad de su cuerpo, o las extrañas facciones que ahora posee. Pero su mirada sigue igual. Sus ojos rojos por mi cercanía aún siguen allí.
Su otra mano toma posición en mi espalda y me rodea en un abrazo. Algo tan importante que puedo percibir su tranquilidad por mi aceptación.
—Así que un Yefiáris —confirma mi padre, intentando ubicarse.
Elliot niega.
—Un Pektra, señor.
—Llámame señor H —le sonríe.
Suelto a Elliot y lanzo una mirada entre ellos dos. Lucen muy parecidos, pero es obvio que mi padre posee facciones aún más extrañas.
— ¿Cuál es la diferencia entre ustedes dos? —pregunto inquieta. Mamá me mira, obviamente nada sorprendida.
—Mis antepasados eran parte de los Yefiáris que adoptaron forma física con la ayuda de un Pektra y vivieron aquí como terrestres. Fueron unos pocos, pero la línea se ha mantenido pura. Soy uno de ellos —me afirma— Empecé a jugar con la idea cuando te protegí en tu quinceañera, pero este día está más que claro que lo soy, los cuentos de mis padres eran reales.
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SIRÈNE
Fantasia¿Cómo te sentirías si tu identidad vacila constantemente? ¿Si no tienes ni idea de lo que pasa a tu alrededor? Así es como se sentirá nuestra protagonista, constantemente perdida en medio de dos mundos, y como si no fuera poco, algo la persigue, alg...