Capítulo 23

435 42 1
                                    


Su mano llega a mi pecho con fuerza cuando nota que intento acercarme y me empuja sin darme tiempo de reaccionar. El suelo se cierne con rapidez frente a mi rostro y como acto reflejo cruzo mis brazos frente a mi rostro. Pero antes de siquiera chocar la mano de Erick hala mi brazo y termino sobre él. 

En ese momento lo único que puedo ver es su rostro magullado, su labio partido y sangre descendiendo de su nariz. Él me sonríe para ocultar el dolor, pero una mueca lo traiciona. No entiendo porque no intenta defenderse, es un príncipe, si quisiera podría matar al humano que está fuera de control.

Ondina grita y se abalanza contra el humano. 

Quito mi mirada de Erick y nos separamos para ir en ayuda de ella. Pero no parece necesitar nuestra ayuda. Ondina lo tiene apresado, se ha montado sobre su espalda y ha utilizado todo su cuerpo para inmovilizarlo.

—Sirena lista. Tal vez fuiste humano en tu ciclo pasado —le comento con una pequeña sonrisita.

De alguna forma verla en control me hace sentir segura. 

El humano deja de luchar y me observa con detenimiento. Sus ojos están fijos, ni siquiera parpadea. A Erick aquello no le gusta y se acerca para detenerlo. 

—Lo siento, humano. Pero quebrantaste la armonía primero.

Erick le brinda un puñetazo y él cae al suelo.

—Es tan fuerte —le escucho murmurar a Ondina.

Sonrío tranquila y me dirijo al suelo para recoger la ropa que ella ha dejado caer. El príncipe también merece poder camuflarse sin problema.

Erick me sonríe agradecido y comienza a vestirse. Ahora solo necesitamos pensar en qué haremos con el humano. ¿Deberíamos irnos antes de que despierte?

Camino hacia la esquina del cuarto cercana a la puerta. Ondina también recogió un par de cosas para sus pies.

—¡Cuidado!

Apenas alcanzo a ver cuando un florero impacta sobre la cabeza del príncipe. Él cae a la cama inconsciente a la vez que los zapatos caen de mis manos.

—¡Por Poseidón! —grito horrorizada.

—¡Príncipe Erick! —grita mi amiga antes de ir hacia él. 

 —Tú vienes conmigo —habla por primera vez el humano con su mirada sobre mí. Soy la siguiente. 

Volteo hacia la pared para tomar uno de los cuadros. No seré presa fácil.

Sus manos envuelven mi cintura y me levanta en peso. El cuadro apenas movido unos centímetros de su lugar resbalan de mis dedos y cae al suelo para convertirse en pedazos diminutos en el suelo. 

 Ondina grita cuando nota lo que está pasando pero ya hemos salido del cuarto. El humano ha cerrado la puerta y se detiene unos segundos girando la llave varias veces.

Pataleo e intento alejarnos de la puerta para que él caiga conmigo, pero parece muy fuerte.

—¡Déjala ir! — grita mi amiga a la vez que golpea la puerta desde el otro lado.

¿En qué lío nos he metido?

Sus pasos se alejan de la puerta y se detiene al cabo de unos segundos. Él exhala agotado y entonce aquello me preocupa. Por un extraño segundo me planteo la posibilidad de ser la primera en morir, mi cuerpo se queda quieto, atento a los movimientos de él para reaccionar a tiempo.

No deberíamos haber confiado en que lo teníamos bajo control. Él parece una máquina de matar. Debería haber sabido que los humanos no son como nosotros, sus emociones predominan ante la razón, y por ende, podríamos morir a causa de una de ellas.

SIRÈNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora