Capítulo 32

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El timbre resuena en todo el lugar.

—Vamos, creo que es hora de volver a clases

Elliot asiente insatisfecho y me rodea con su brazo. Agradezco que no lo haya tomado mal. Me Apego más hacia él.

Caminamos hacia el árbol, entre un recorrido lleno de bromas y masticadas apocalípticas contra nuestra comida, pero cuando llegamos no hay rastro de los chicos.

— ¿Dónde crees que hayan ido? —pregunta.

—No lo sé. ¿No le dijimos que fueran a otro lugar o sí?

Se encoje de hombros y trago en seco. Espero que no hagan nada tonto, no quiero problemas con la directora, ya de por sí ha sido bastante cuidadosa conmigo y Elliot.

—Debemos encontrarlos. Si la directora los encuentra...

—Hay que encontrarlos antes que esa loca. Me dijeron que se divorció ¡¿Sabes el genio que cargará ahora?!

Me tenso con sólo pensarlo. Sobre todo al haberlos dejado solos a esos dos. Aún recuerdo la regla que impide tener pareja dentro de la institución, y creo que Elliot también lo recuerda porque saca su brazo de mis hombros.

No hemos tenido más problemas con la directora, sólo unas cuantas llamadas de atención cuando encontraba a Elliot colgando su brazo en mis hombros, pero por lo visto era algo normal que le llamasen la atención por eso, así que cuando Elliot retira su mano, sé que esto puede salir realmente mal.

Preguntamos a algunos estudiantes, pero no conseguimos nada. Sólo la mirada de confusión, y no es para más, Ondina y Erick apenas llevan unas horas aquí.

El siguiente timbre suena y los dos soltamos un gruñido de insatisfacción.

—A lo mejor ya han de estar en clase —me consuela.

—Eso espero, no tengo idea de qué pasaría si encuentran a dos fuera de clase. Ellos no tienen representantes, no podemos arriesgarnos.

Caminamos hacia los pasillos para la siguiente hora de clase, psicología, pero nos detenemos para recoger el libro en nuestros casilleros.

—MADRE SANTA.

—Ay, no —me quejo al ver a mis amigos siendo escoltados de las orejas hacia dirección.

—Date por muerta, liz. Te lo dije. —lo miro mal— Mujer, deja de buscar que te bese —ruedo los ojos. Sólo a Elliot se le ocurre decir aquello en un momento como este.

—Tendremos que saltarnos la clase.

—Tengo un récord muy aceptable este año ¿Y quieres que falte? —lo miro confundida—Debería ser al revés. Yo soy la mala influencia aquí ¿Qué te hicieron allá abajo?

Ruedo los ojos.

—Muévete—meto mi libro y el suyo en el casillero —Tenemos que alcanzarlos.

—Entonces tal vez debamos tomar un atajo —lo miro un poco sorprendida— ¿Qué? Mi pasado también puede tener cosas útiles.

Sonrío sin darme cuenta. Elliot alza su ceja.

—Ya. Contrólate. Tenemos que ir por ellos —le recuerdo, preocupada.

—Voy a terminar muerto si no puedo besarte de nuevo.

— ¡Elliot!

Me acerca en un rápido movimiento y deja un beso en mi frente

—Me conformaré con eso —se encoje de hombros.

—Literal. Hoy estás más ¿compulsivo?

Ahora él rueda los ojos y yo sonrío. Sí, la vida podría ser agradable si consiguiera más gestos como esos.

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