Capítulo 25

443 51 2
                                    


— ¿Entonces? —me pregunta al cabo de un rato.

Suspiro. Aún no puedo creer que era yo. ¿Cómo fue que pasó todo eso?

Desvío mi mirada y paso mi mano sobre el tronco de madera alrededor de la fogata apagada en la que estamos.

—No lo sé. Cada vez es peor, sólo estoy obteniendo más pregunta y ninguna respuesta.

Trago en seco y trato de no sentirme pequeña. He sido demasiado sincera con el desconocido.

— ¿Sabes por qué te volvieron a llevar? —me pregunta sentándose a mi lado.

—No estoy segura —hago una mueca recordando todo lo que ha pasado.

—Pero piensas en algo ¿cierto?

Asiento.

—La reina me estaba utilizando. Me quería emparejar con el príncipe Erick —añado.

— ¿Entonces el chico desnudo en tu cama era el príncipe? —pregunta incrédulo.

—Sí —mis mejillas se encienden ¿Desde cuando la imagen del príncipe me ocasiona esto ?

Él me regala una mirada más profunda, que exige respuestas. Me hace sentir culpable.

—Acabábamos de llegar, y al parecer cuando somos transformados la ropa no está incluida —me explico manteniendo mis voz firme.

—Lo sé —explica con una voz socarrona y lo miro atónita.

Ahora parece que fuera el mismo chico que estuvimos observando antes. ¿Así son todos los humanos? ¿Tan bipolares?

— ¿Alguna idea de por qué quería que te casaras con él?

—Para mantener cierto control sobre el nuevo reino, supongo –explico.

—No lo creo —afirma.

— ¿Por qué lo dices?

—Si hubiese querido un descendiente obediente, hubiese elegido a alguien de su propio pueblo, no a ti. 

—Tal vez olvidé mencionar que Erick dijo que era la nieta de la reina.

Parece que he confirmado sus peores sospechas.

—Ella mismo se lo constató —agrego.

Libero un suspiro de dolor. ¿Y si él tiene razón? ¿Porque seleccionaría la reina una descendiente que es una cruzada y no un súbdito obediente?

—Lo peor es que mi madre le ayudó. Incluso si es una mentira, significaría que me vendió. No quiero ni pensar qué sería lo que la reina le dio a cambio.

Me quedo en silencio. Mis ojos escuecen. Desearía que Erick estuviera aquí conmigo. Él sería dulce.

El chico a mi lado suelta una respiración irregular.

—Es difícil no poder ser el mismo contigo. Me cuesta mucho —confiesa mirándome con una sonrisa triste. Me obligo a sonreír para que no se sienta comprometido. 

Volteo a ver el panorama y me doy cuenta de que ya casi no hay nadie en la playa, a excepción de unos cuantos hombres caminando sin coordinación con una botella en la mano.

— ¿Te gustaría que te ayudé a recordar?

Su pregunta me toma por sorpresa y asiento agradecida. ¡Por supuesto que quiero!

—Está bien, pero prométeme una cosa. —lo miro expectante.

—Está bien, ¿Qué es?

—Promete que no te volverás a enamorar de mí —utiliza su voz socarrona y me regala un sonrisa coqueta. Me río en su cara. Tiene un sentido del humor extraño. Él de verdad puede ser toda una sorpresa en ocasiones.

SIRÈNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora