Capítulo 29

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— ¿Y bien? —pregunta la chica del otro lado del mostrador cuando Elliot aparentemente luce nervioso.

—No traje el dinero —confiesa apenado.

Ahogo un grito y miro con cautela hacia la cajera. ¿Cómo ha podido olvidar el dinero?

Suelto un suspiro de resignación. Sin duda vivir con papá le hará bien, realmente necesita esto de ser independiente, de todas formas es como si viviera solo, papá siempre viaja. Fue así como yo fui algo más responsable.

—Ondina —pido.

—Toma —ella me entrega el pedazo de plástico.

Le sonrío a la cajera y ella pasa la tarjeta.

—Que tengan un buen día

—Igualmente —contesta Erick por nosotros, él luce ajeno a toda la situación.

Cojo las primeras bolsas y camino hacia la salida. Segundos más tarde tengo a Ondina de mi lado.

—Tenías razón —afirma.

—Ya lo creo —sacudo la cabeza orgullosa y me detengo para ver dónde hay un taxi cuando salimos.

— ¿Cómo sabías que iba a pasar?

—Experiencia, supongo —comento dudosa.

—Oh

—Ondina, allí viene un taxi, hazle de mano —Ella me mira confundida—Sacude la mano —aclaro.

—Claro, claro.

La taxista la ve y le sonríe. Luce joven aunque tal vez pase de los veinticinco.

— ¿Hacia dónde señoritas?

— ¡Esperen! —Elliot nos grita y me reprendo mentalmente. Estoy demasiado acostumbrada a hacer esto sola, casi los olvido a ellos.

Corren hacia nosotros con las bolsas en las manos y estoy tentada a reírme cuando Erick tropieza y hace caer las bolsas. En parte agradezco que él no llevara nada que se pudiese derramar.

La chica baja del taxi y se dirige al maletero. Le doy un suave codazo a Ondina para que guarde sus fundas en el maletero, luego de que termino yo. Me acerco a ayudarle a Erick y segundos más tarde llega mi amiga y la taxista.

Sí, grave error. Su rostro parece extrañamente distorsionado cuando ve al príncipe.

—Ondina, ayúdalo para que llegue hasta el asiento.

Mi amiga asiente y lo ayuda a levantarse. De alguna forma Erick se las ha arreglado para rasmillarse los codos, rodillas y parte de su mandíbula. Pero pronto la taxista se ofrece a ayudarla.

Ignoro las intensas miradas que se lanzan aquellas mujeres y recojo las cosas antes de meterlas en sus fundas.

—Creo que es un poco torpe —comenta Elliot cuando llega a mi lado para ayudar.

—No está acostumbrado a sus piernas. Es normal que pierda el equilibrio, a mí me costó bastante correr cuando intentaste atraparme en la playa, y mucho más los primeros días. Practicaba en mi habitación —Meto el tarro de chocolate en polvo dentro de la funda que Elliot sostiene y luego él coloca las cuatro fundas en una de sus manos y con la otra rodea mis hombros.

—Eh..., creo que te has olvidado de algo

Lo miro confusa.

— ¿De qué?

—Ellos están llamando la atención —señala con su barbilla hacia el taxi.

La gente ha empezado a fijar sus miradas en mis amigos, variedad de miradas y emociones debería decir. Cierro los ojos con fuerza y me los imagino como preadolescentes. Ondina con una coleta y lentes, y a Erick delgado y aburrido por la vida.

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