Capítulo 34

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— ¿Entonces? —le insisto.

—Te voy a contar una historia, una historia que conseguí hace un tiempo atrás...

—Erick, sólo ve al grano quieres.

Él rueda los ojos.

—Hace miles de años atrás, al inicio de la creación, existían dos razas en este mundo. Y una de ellas era la encargada de velar por la seguridad de la inferior.

Recuerdo lo que Elliot me dijo y una parte de mí se sacude. Él debería estar aquí, no debí haber venido al parque sólo con Erick.

—Pero pasó algo que no debió tener lugar. Una mezcla, un amor prohibido que lo cambió todo. Hubo nuevos miembros en el mundo, una nueva raza. Las terrestres intentaron protegerlos del reclamo que había luego de que cada uno de ellos naciera, pero pronto desistieron. La nueva especie no era capaz de sobrevivir entre ellos, así que eran recibidos bajo el mar. Éstos eran más vivaces, más ágiles y más problemáticos que la especie original y eran difíciles de gobernar.

— ¿Qué hicieron con ellos? —pregunto.

—No mucho en realidad. Los ciudadanos de abajo al ver el gran caos que estaba causando la nueva especie decidieron ocultarse para siempre, sin ninguna salida a la superficie, y de esta forma no hubo más especímenes sobre tierra, pero olvidaron un factor importante.

— ¿Cuál?

—Que habían dos especies compartiendo los mismos confines. Si bien la nueva especie era ágil, también era defectuosa, tanto en conducta como en conexión.

— ¿Conexión?

—El tritón que me lo contó me dijo que la primera especie, los originarios o antiguos, eran poderosos, controlaban todo lo que pasaba en la tierra. Pero esta segunda especie...Era inservible, sólo eran otra más que ahora se debía proteger. Pero no bastó porque la historia se repitió.

—Espera. ¿Cómo que se repitió?

—Hubo una tercera especie, Sirène. El tritón dijo que esa especie éramos nosotros —añade escéptico.

— ¿Así que somos el resultado de una cadena de prohibiciones?

—Supongo —se enoje de hombros.

— ¿Y entonces dónde están los demás, la otra especie?

Él se ríe.

—Aquí es dónde su imaginación se fue por lo cielos. Dijo que hubo un problema con el que nadie contaba. La especie original siempre pasaba parte de sus poderes a sus descendientes automáticamente cuando nacían, era una conexión por sangre compartida. Pero la segunda especie nunca demostró poderes, se convirtieron solo en receptores. Y era bien conocido que una vez que el traspaso se llevaba a cambio algunas veces con ellos, entonces el originario terminaba por morir lentamente, su período de vida se acortaba considerablemente y eso era algo que no había sucedido nunca antes.

—Entonces todos los originales murieron, ¿o no?

—Gran parte sí, porque al parecer les gustaban más las terrestres que su propia especie sin tener en cuenta lo que aquello podría significar, así que ya te imaginaras. Murieron sin dejar descendencia con poderes.

— ¿Y qué hay de la segunda especie?

—Te dije que la historia se repitió. La segunda especie se mezcló también con la originaria, su forma era más parecida a los terrestres, así que imagino que aquello debió ayudar en parte a la creación de las sirenas y tritones que conocemos hoy.

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