Capítulo 33

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Al regresar a casa me siento increíblemente burlada. Porque estoy segura de que me vi a mi misma junto a Elliot en medio de la estampida de estudiantes antes de que desaparecieran luego de que parpadeé.

Miro a mis amigos mientras ellos siguen nuestros pasos hacia nuestra casa. La vecina de enfrente me mira extrañada al verme regresar antes de la hora de clase, pero realmente no es que me importe.

— ¿Y qué haremos ahora? —pregunta Ondina.

—No sé ustedes pero me gustaría que me doliera menos —se queja Erick. En serio me da pena su caso, ha sido el más golpeado en tan sólo los tres días que lleva aquí.

—Entonces sígueme, sé dónde encontrar alcohol y esas cosas.

El príncipe asiente y sigue a Elliot escaleras arriba, antes de que éste voltee y me dé un guiño, pero no consigue molestar a Erick porque éste está en serio adolorido.

Bufo y me tiro sobre el mueble de la sala. ¡Qué día!

— ¿Estás enojada? —volteo a mirarla.

—No, claro que no. Sólo cansada. ¿Qué tal tu primer día?

—Me gustó. Nunca creí que habría más detalles asombrosos para aprender sobre los terrestres.

— ¿En serio te gusta todo esto, eh?

—Claro, a ti ¿no?

—Por supuesto que sí.

—Me gusta verlo como un intercambio de culturas, como esas que mencionaban en los textos de inglés.

Asiento, pero la duda no se va de mi cabeza. Ella lo veo sólo como un intercambio ¿Piensa volver?

—Siéntate allí —le indica Elliot y el príncipe se acuesta boca arriba sobre el mueble. Ese par es tal para cual.

—Puedo hacerlo yo, si quieres.

—Em, claro, por qué no —Elliot le pasa las cosas a Ondina.

—Iré por algo de comer —informo al levantarme para ir a la cocina.

Abro la refrigeradora y saco una manzana antes de llevármela a la boca y cerrar la puerta.

Tomo asiento en una de las sillas del comedor y me quedo pensativa, con tantas preguntas que me resulta difícil permanecer en una sola por más de un segundo.

Elliot entra en la cocina y él me mira extrañado al verme tan confusa.

— ¿Estás bien?

—Sí, sólo algo pensativa.

Él me mira y entonces suspira.

— ¿Es porque mañana hay luna llena?

Lo miro, pero no estoy segura. En realidad son muchas más cosas.

—En parte, pero tengo muchas dudas.

—Todo va a estar bien, te lo prometo —besa mi frente y no puedo evitar sonrojarme. Por un momento creí que iba a besarme.

Él se gira hacia la alacena y empieza a sacar sus materiales para elaborar sus ya tan amados emparedados.

—Oh, que tierno, le vas a hacer un emparedado a Erick.

Él se voltea extrañado.

— ¿Erick? No, gracias. Suficiente tuve de favores hoy. Y tú —me señala— me debes uno. No fue nada bonito tener que tratarlo como mi hijo durante la mañana.

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