Capítulo 36

408 38 1
                                    


El destello se va y regresamos a casa.

— ¿Crees que todo saldrá bien? —mira el lunar en su hombro.

—Claro que sí, no me obligaran a casarme con él sin poseer ese lunar.

Jalo la manga y veo la piel en mi hombro, sin ningún lunar en ella.

Ondina abre la puerta y caminamos hacia la sala.

— ¡Traidor! —grita Erick.

Ruedo los ojos. Hora de separar a los niños.

— ¡YA! —grito al entrar a la sala.

Elliot está sujetando a Erick por su camiseta.

— ¿Podrían dejar de pelear como niñitas?

Ellos se sueltan y el príncipe acomoda su ropa.

—Es sólo un juego —añade Ondina. Y la vergüenza en la cara de Erick es abrumadora.

Elliot recoge los controles en el suelo y desconecta todo.

—Bueno, niños —escupe las palabras con fastidio frente al príncipe— es hora de irse a la cama.

Su alteza lo mira mal. Definitivamente aún se siente ofendido por la partida.

— ¿Qué? —pregunta burlón Elliot— ¿Ya no me quieres?

Me río a carcajadas y Erick camina hacia mí antes de subir las escaleras.

Se detiene un momento a mi lado, dándole la espalda al resto.

—Dile —me susurra al oído antes de irse con una mirada maldita.

—Oh, por cierto, Elliot, me había olvidado decirte que Erick encontró algo mejor que tus emparedados. Pasaste a segundo plano. El príncipe encontró un nuevo amor en la señora de los hot dogs —me encojo de hombros.

Él se echa a reír como si fuera lo más estúpido que ha oído. 

—Amigo, tenemos que charlar —lo alcanza en las escaleras como si su pelea de antes nunca hubiera existido— Estás muy retrasado en cuando a empezar peleas se trata —pone una mano en su hombro, pero el príncipe ahora lo mira verdaderamente interesado. Le han tocado su punto rebelde, así que ¿por qué no calmar las aguas hasta aprender?

—Yo realmente no los comprendo —Ondina se cruza de brazos.

—Déjalos, son hombres, nadie los entiende a veces.

— ¿Sabes que eso dicen exactamente ellos de nosotras?

—Estás viendo demasiadas películas.

—A mí me gusta —alza los hombros.

—Está bien. ¿Me acompañas a estudiar para mañana?

— ¿No estás cansada?

—No. Ya no tengo que volver al mar, así que, debo cumplir con mis cosas aquí.

—Buen punto.

Cuando empezamos a estudiar son las siete y media de la noche, por lo que pronto nos damos cuenta que el tiempo no varió mientras estuvimos fuera.

Dos horas más tarde, cuando termino de estudiar, ella entra a mi cuarto con emparedados y jugo.

—Vaya, sí que aprendes rápido —le reconozco.

Ella se encoje de hombros.

—Encontré a Elliot en la cocina preparándose uno, así que me dije ¿Por qué no?

SIRÈNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora