Capítulo 24

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El portal se cierra tras nosotros y el miedo me invade. ¿Dónde estás, humano?

Observo alrededor y tardo un momento antes de encontrarlo parado, mirando al mar.

Aprieto mis ojos para intentar buscar una solución, pero me siento aturdida. No veo ninguna brecha tras nosotros, al parecer estoy atrapada. ¿Esto es lo que pasa cuando cruzas con un humano?

Intento tranquilizarme al saber que tal vez Erick pueda abrir una a tiempo. Después de todo el puede verla.

— ¿Sabes dónde estamos? —me pregunta con aquella voz tan escalofriante. No se parece en nada a la voz que utilizó mientras me besaba.

Quito la arena de mis piernas y pronto me descubro con una ropa totalmente distinta. En alguna parte de este lugar debe haber otra chica como yo, es por eso que tengo estas prendas puestas en mí.

—En un recuerdo o pasado, supongo —me encojo de hombros. Ordeno a mis piernas acercarse lentamente hasta él.

Él niega antes de que termine de llegar a su lado y la curiosidad me asalta. ¿Qué tanto sabe él sobre mí? ¿Por qué actúa como si yo le perteneciera?

—No es un recuerdo. Esa brecha te ha traído aquí. Estamos atrapados en el pasado. Tú pasado —me aclara, pero sigue sin verme. ¿Por qué me pone nerviosa el hecho de que no me mire? Muerdo mi lengua. Este cuerpo humano está empezando a hacer estragos en mí, estoy empezando a actuar como ellos.

— ¿Cómo estás tan seguro?

—Estamos en la noche en que regresaste —confirma.

Giro mi cabeza hacia atrás, pero no nos veo. Sólo hay unas pocas fogatas bajo la luna, cerca de la orilla del mar.

— ¿Cómo lo sabes?

—Yo te encontré —su voz suena altamente cortante. ¿Está molesto conmigo?

Suspiro apenada y me giró hacia él. Pero, una vez más, sigue sin verme.

—Lo lamento, no tenía idea de que despreciarte te doliera tanto. Pero, humano —él me ve en cuanto lo llamo de esa forma—, no estamos acostumbrados a ser tan sensibles, a dejarnos llevar por las emociones como ustedes.

Una expresión de horror se suma a su rostro y entonces temo haberlo terminado de dañar. No sirvo para esto, debí haberme quedado callada.

— ¿Eso es lo que te han hecho creer? —pregunta dando un paso hacia mí.

Su rabia mezclada con dolor me incómoda a muchos niveles.

— ¡Responde! ¿Es lo que te han hecho creer?

Asiento con temor y mis ojos empiezan a escocer. Me siento intimidada, no tengo nada más para usar en su contra. Solo somos él y yo esta vez.

Él traga con dificultad, intenta hablar, pero lo único que sale de él es un sollozo involuntario y eso parece alarmarlo.

Su mirada se posa sobre el mar nuevamente, pero esta vez cada minuto me parece más largo. 

—No debí haberte besado —su voz suena sin vida, como si estuviese perdido.

Sin embargo, me obligo a asentir para que sepa que está haciendo lo correcto. Yo aún tengo un trato con el príncipe, si es que puedo llamarlo así, no tengo de otra más que ver hasta dónde me lleva todo esto. Necesito saber qué pasó conmigo, necesito saber qué fue lo que pasó en realidad. Sólo eso me ayudará a saber por qué debo luchar.

Él humano susurra para sí mismo unas cosas y mi corazón se afecta al verlo de esa forma, es incomodo. ¿Todos los humanos son así? ¿Te hacen sentir miserable cada vez que otro sufre?

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