—No me siento muy bien —evito mirarlo apenas logramos entrar en mi habitación.
— ¿Te puedo ayudar en algo? —me sostiene para mantenerme a flote y me siento tentada a tirarlo lejos de mí.
No lo quiero cerca, necesito tiempo para mí. He dejado que robaran la vida de dos humanos.
Niego.
—No he dormido en todo el día. Sólo necesito descansar —miento. Sé que tiene una necesidad de saber algo más allá de lo que he dicho.
Dejo de observarlo y me acuesto.
Parece decepcionado, pero no más de lo que yo estoy.
—Será mejor que te vayas, no quiero que te pesquen...
Will me mira atento, parece que va a preguntar algo más. Pero en el último segundo cambia de opinión.
—Buenas noches —acepta rendido y desaparece por la pared de mi habitación.
Respiro algo intranquila y me remuevo incomoda. Sé que lo que he visto ha sido demasiado extraño, tanto que temo que sea real o peor aún, que sea mi futuro. ¿Pero y si no soy yo? ¿Ella podría ser de mi misma sangre?
Y con aquel pensamiento me entrego a descansar las pocas horas que restan.
La puerta se abre de repente y me sobresalto. Mamá me mira con diversión, como si aquello hubiese sido gracioso.
—Buenos días, cariño
—Buenos días —me levanto con tanta pesadez que mi cerebro tarda en darse cuenta que ya es un nuevo día. Se han sentido como segundos.
—Te tengo una buena noticia —comenta alegre, pero yo no me siento feliz en lo absoluto, solo extrañamente asustada ante lo desconocido que ha resultado ser el mundo en realidad. Creo que los antiguos fueron los únicos en saberlo con exactitud.
— ¿Por qué estás muy feliz? —pregunto entrando al cuarto de aseo.
La corriente del agua me golpea unos leves segundos. Retiro la cabeza para poder oír a madre.
—Nada, ¿Tengo que estar alegre para que haya pasado algo? —comenta burlona.
Bufo y me meto dentro de la corriente para que remueva la piel muerta.
Cuando salgo mamá me espera acostada en mi cama. Mira la pared rocosa con demasiada atención, por un momento temo que tenga forma de saber lo que ha pasado con Will.
Su dedo índice da un pequeño golpe en la punta de sus pestañas y aquel gesto trae a mi mente a Ondina. Ella solía hacer aquello muy seguido.
—Madre ¿Por qué Ondina no ha vuelto a visitarme? —pregunto con extrema delicadeza mientras me coloco unas cuantas cosas en los brazos y el cabello.
Aún recuerdo las menciones vagas de Will durante estas últimas horas, como si ignorase algo grande sucedido. Y la verdad es que lo hago, no tengo ni idea de cómo he terminado con clases particulares. Entre más lo pienso, menos sé.
— ¿No ha venido? —pregunta confusa— Qué extraño. No estarán peleadas ¿o sí? —me acusa y la miro expectante.
—No que yo sepa —comento dudosa y la miro directo a los ojos. Por un segundo su forma de responder me ha parecido a la defensiva.
¿Mamá sería capaz de ocultarme algo?
Niego. Tal vez la revelación de ayer me ha dejado un poco nerviosa, comienzo a desconfiar de todos.

ESTÁS LEYENDO
SIRÈNE
Fantasy¿Cómo te sentirías si tu identidad vacila constantemente? ¿Si no tienes ni idea de lo que pasa a tu alrededor? Así es como se sentirá nuestra protagonista, constantemente perdida en medio de dos mundos, y como si no fuera poco, algo la persigue, alg...