Capítulo 6

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—¿Mamá que significa aquel cuadro?

—Es la representación del sacrificio, Elizabeth —acaricia mi rostro.

—¿Sacrificio?

—Sí. Dejar todo lo que quieres por hacer lo correcto —sonríe y yo asiento.

Mamá desaparece de mi lado y sólo me concentro en la pintura. La chica se parece algo a mí ahora que lo pienso. Su cabello se ve negro pero podría ser por la oscuridad del lugar. Me pregunto que habrá inspirado este cuarto, qué clase de historia podría haber detrás.

Mis dedos tocan el rostro de la chica y observo sus ojos, hay en ellos algo parecido al dolor. Todo su cuerpo flota en agonía, está sumergida en el agua, el mundo que ve no es real. La observo mirar su reflejo y entiendo los rasgos de dolor, está perdida, confundida. Su elección radica en la elección de un solo mundo y el tiempo se agota, puede volver si quiere pero no está segura de ello.

El ambiente del cuadro parece empezar a moverse y las suaves telas que recubren el cuerpo de la joven adquieren un sutil movimiento. Ahora hay venas apareciendo en su cuello...

Me acerco un poco más y las noto. Venas saltando por la falta de oxígeno, van desde su cuello hasta sus mejillas, sus ojos parecen...Un momento, son mis ojos....

Un rostro destrozado voltea de pronto y queda a mi altura. 

Salto en mi cama y apreto las sábanas contra mi cuerpo.

—Soy yo. La chica era yo.

Mi cuerpo tiembla de miedo. La idea de ser ella me aterra.  Respiro profundo para tranquilizarme y me levanto de la cama para caminar cerca del mostrador donde puedo ver la hora: 5 AM.

Recojo mi cabello en una rosca y me apego a la ventana. El cielo aún está oscuro afuera, al igual que cuando salía a trotar por las mañanas. Quizás debería volver a hacerlo, me gustaba mucho sentir el viento golpeando mi rostro y a mi corazón yendo  a mil por hora, me sentía infinita.

Aquellas memorias retornando mientras el cielo oscuro me acompaña hacen que me arme de valor. Hoy volveré a sentirme una con el viento. 

Cuando me alejo de casa comienza lo bueno, el sonido de quietud me relaja y conforme voy alejándome de la zona residencial aprecio el inicio de un día en la ciudad, al principio encantador, pero inevitablemente caótico. Aquello me aturde de muchas formas, con recuerdos viniendo a mí de diferentes ciudades y con el recelo de esta especie por parte de mi conciencia .

Tomo asiento en la banca de un parque y le doy play a la lista de reproducción de música de la tarjeta dentro de mis audífonos. Cuando las melodías comienzan a sonar una parte de mi conciencia se calla, es lo único que ha podido parar ese tipo de pensamientos clasificadores desde que tuve aquel sueño hace tres noche, pero hoy ha sido diferente, he podido llegar al final.

Mi cuerpo se estremece y me reincorporo de un solo salto, lista para continuar, es entonces que sigo de largo por la avenida principal hasta dar con la salida de la ciudad. 

Cuando regreso a casa mis piernas tiemblan como gelatina y mi cuerpo está empapado en sudor. Definitivamente mi condición física no es muy buena, tuve que tomar bus para regresar y aún así seguía temblando.

— ¡¿Dónde has estado?! —me grita papá.

Me volteo dispuesta a dar una disculpa pero cuando veo su rostro me detengo. Luce muy preocupado. Su mirada vidriosa está sobre mí, parecer haber llorado.

— ¡Demonios, Elizabeth! ¡Creí que te habían secuestrado! —me reprocha y toma asiento en el sofá.

Tiene toda su guardia baja, es muy raro verlo así. No recuerdo haberlo visto así antes, incluso cuando me regañaba.

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