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Desde el día que hablamos Yago y yo en el coche, no nos hemos vuelto a dirigir la palabra. Las vacaciones de primavera serán en breve, y tras ellas llegará mayo, la selectividad, la graduación y dejaré de ver a Yago para siempre.

-¡Kenya!-Grita mi mejor amiga al otro lado del teléfono.
-Joder... ¿Qué quieres? Que son las cuatro de la mañana...-Me quejo.
-Perdón, pero es urgente. ¿Sabes algo de Yago?
-No, ya te dije que desde la charla del coche no hemos vuelto a hablar, ¿por?
-Porque yo sí sé algo. No sé si lo querrás saber, pero no me parece bien saberlo y no decírtelo.
-Pues dímelo ya, que me vas a matar de nervios.
-Verás, Américo me ha dicho que Yago les ha reunido a él y a toda su familia para decirles que está enfermo.-Entiendo que para Álex esa información sea novedosa, pero yo ya lo sabía.
-¿Algo más?
-Sí. Los médicos le han dicho que quizás esa enfermedad se deba a un fallo en el interior de la columna vertebral, en la médula, así que van a intentar frenarla con un trasplante.
-¿Sabes si ha encontrado ya donante?
-Creo que no. Kenya, ¿no estarás pensando hacer lo que creo que vas a hacer...?
-Sí.
-Pero, amor, es muy peligroso, las operaciones relacionadas con la columna son de las peores.-Noto preocupación en su voz.-Además, lo más probable sea que no seáis compatibles.
-Pero imagínate que sí. Le salvaría la vida, Álex.
-Si no la pierdes antes en el quirófano...
-¡Joder, Álex!-Me podría apoyar un poquito...
-Perdona... Es que eres mi mejor amiga, entiende que me preocupe...
-Y lo entiendo, pero entiéndeme tú a mi.... Si su enfermedad desaparece, podremos continuar juntos, sin que ponga impedimentos, y él podría vivir como alguien de su edad. Todo se solucionaría.
-Está bien, no quiero discutir.
-Ni yo.
-Quiero que sepas que decidas lo que decidas estaré contigo.
-Muchas gracias cariño.

Hora de entrar a biología. Cuando Yago entra a la clase me aborda una sensación de malestar que nunca había experimentado antes...

-¿Te lo has pensado mejor?-Me susurra Álex para que no nos oiga.
-Sí.
-¿Y?
-Lo voy a hacer.
-Estás segura, ¿no?
-Sí. Esta tarde iré al hospital a hacerme las pruebas necesarias para saber si las médulas son compatibles, y si lo son, intentaré operarme lo antes posible.
-¿Quieres que te acompañe?
-No, no te preocupes, yo te llamo cuando salga; pero me tienes que prometer algo.
-Lo que sea.
-No se lo puedes decir a nadie. No quiero que Yago se entere hasta después de haberlo hecho o intentará frenarme.
-De acuerdo.
-A ver, Kenya y Alexandra, ¿os calláis u os echo de clase?-Nos increpa Yago.
-Perdón, ya nos callamos.

Llego a casa, aparco la bici y llamo a un taxi para que me lleve al hospital.
Tras hacerme las pruebas necesarias, una amable enfermera me indica que debo esperar en la sala de espera hasta conocer la compatibilidad de nuestras médulas, y eso hago.

Espero y desespero aguardando los resultados, llamo a Álex para decirle que ya me he hecho las pruebas, llamo a Louis para ponerle al día... Esto es desesperante.

Al cabo de un buen rato en el que los nervios han acabado con mis uñas, sale la enfermera de antes indicándome que debo entrar al despacho del doctor. Cuando entro veo a un hombre de mediana edad, barrigón y medio calvo con gafas de alambre sentado.

-Kenya Silva, ¿verdad?-Dice el hombre, que por lo que veo en su placa es el doctor.
-Sí, ¿qué tal han ido los resultados?-Estoy muy nerviosa.
-Enhorabuena, es usted un 87,94% compatible con el señor Yago.
-¿Eso significa que le puedo donar la médula?-Pregunto contenta a la par que asustada.
-Correcto. ¿Le puedo hacer una pregunta?
-Sí.
-¿Por qué quiere ser usted la donante?-Al verme tan nerviosa aclara.-Son preguntas rutinarias, no se preocupe.
-Porque somos amigos y quería hacerlo.
-Y si son amigos ¿por qué quiere que la donación sea anónima?
-Porque se que si sabe que soy yo intentará impedirlo, por eso no se puede enterar hasta el momento de la donación.
-De acuerdo. La llamaremos para concretar la fecha y los requisitos que tiene que cumplir hasta que llegue el día de la operación. Se puede marchar.
-Muchas gracias.-Me despido con un apretón de manos y me voy.

Llego a casa, llamo a Álex para contárselo y tras eso, me voy a la calita a reflexionar sobre lo que acaba de pasar... ¡Por fin se va a curar Yago! ¡Por fin, dentro de unos meses, vamos a poder tener una relación de verdad!

No quepo en mí de felicidad.

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora