XXVII

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Termino de abrir la puerta y lo que veo no me gusta nada, me parte el alma: Son Yago y la pelo-quemado besándose como si no hubiera un mañana. En mitad del beso, la pelo-quemado abre los ojos y me mira, alza una ceja en señal de victoria. De mis ojos cae una cortina de lágrimas y me voy corriendo, dando un portazo.

Cojo la bici y escucho a Yago llamarme, pero esta vez no voy a parar como la otra noche, no estoy dispuesta a que me vuelva a engañar. Me hizo creer que me quería, joder... Y todo ¿para qué? No lo entiendo, de verdad que no...

Sus gritos llamándome no cesan, pero yo no paro. Pedaleo y pedaleo hasta que por fin llego a mi casa.
Me encierro y lloro más aún. Apolo corriendo viene a ver qué me pasa y se queda conmigo, dándome cariño.

No sé cuánto tiempo he estado dormida, probablemente me dormí mientras lloraba tirada en el suelo contra la puerta, cuando llegué. Unos golpes en la puerta me despiertan. Miro por la mirilla y es él.

-¡Vete!-Grito sin abrir la puerta.
-¡No! ¡Me voy a quedar aquí hasta que decidas abrirme!
-¡No te pienso abrir nunca! ¡No te pienso hablar nunca! ¡Y no voy a confiar en ti nunca!
-¡Kenya por favor! ¡Las cosas no son lo que parecen!
-¡No te creo!
-¡Deberías!
-¿¡Por qué!?
-¡Porque yo sería incapaz de hacerte daño!
-¡Ya, también Nacho era incapaz de hacerme daño! ¡También se supone que un padre es incapaz de hacerle daño a su hija! ¡Ya me se esta historia, Yago, por desgracia ya la he vivido!
-¡Kenya, yo no soy así! ¡Tú mejor que nadie deberías saberlo!
-¡Yago no insistas! ¡Es inútil! ¡Sé muy bien lo que vi! ¡Os vi a ti y a la otra besándoos como si os pagasen por ello! ¿¡O me vas a decir que es mentira!?
-¡Pues sí, es mentira!
-¡Eres un puto falso! ¡Eres una mierda!
-¡Ella me besó y yo me quedé paralizado! ¡Yo no la besé porque no la quiero!
-¡Yago, basta!-Mi voz se vuelve a quebrar por las lágrimas.
-¡No, no basta! ¡No me voy a mover de aquí hasta que no sepas toda la verdad!
-¡Es inútil! ¡Me voy a ir a dormir, deja de gritar o me despertarás!-No puedo más con mi vida...
-¡Que sepas que no me pienso mover de aquí!
-¡Pues peor para ti!

Me meto en la cama intentando buscarle el sentido a todo lo que me está tocando vivir.
Poco a poco Morfeo acaba ganándome el terreno y me quedo dormida.

-Kenya, Kenya despierta.-Noto como me zarandean.
-Déjame, seas quien seas vete.-Digo aún con los ojos cerrados.
-Amor, soy yo Álex. Tengo algo que contarte.
-Álex, ¿Qué hora es? ¿Ha ido todo bien con Luisito? ¿Qué pasa?
-Las cinco de la mañana. Sí. Y pasa que está Yago durmiendo en el rellano.
-Joder...
-¿Le digo que entre?
-No. Déjalo ahí.
-Kenya, se va a congelar, estamos en pleno diciembre.
-Me da igual, que se congele, de todas formas el corazón ya lo tiene helado.-Digo con rabia.
-Cariño, ¿qué ha pasado?
-Que... Cuando le fui a devolver la bufanda... Estaba con su ex, a la que se supone que ya no quiere, dándose el filete... Me hizo sentir tan idiota...
-Qué cabrón... Pero, todo esto debe tener una explicación, no lo veo capaz de jugar con las dos a la vez.
-Ni yo... Pero hay tantas cosas que creía imposibles y que han acabado siendo... Que no quiero creer a nadie, lo único que quiero es volver a ser yo misma.
-Cielo, ¿sabes lo que vamos a hacer? La semana que viene nos dan las vacaciones de Navidad, yo aún tengo el dinero que me diste de la herencia...
-A mí aún me queda una gran parte.-Veo sus intenciones y me gustan.
-Y yo te prometí disfrutarlo junto a ti.
-Entonces...
-Entonces vamos a hacer el viaje que tanto tiempo llevamos queriendo hacer y nos vamos a ir a Disneyland cuando nos den las vacaciones. ¿Qué te parece?-Dice con mucha ilusión.-Así te distraes y estás lejos de todo esto. ¿Qué me dices?
-Me parece... ¡Genial!-Nos abrazamos como dos niñas pequeñas.

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora