-Shh... Ya... Está todo bien pequeña... Encontraré algo, ya verás...-Intenta consolarme mientras que me abraza sentado en mi sofá.
-Perdóname...-Es lo único que consigo decir mientras que busco refugio en Yago.
-Ey, mírame.-Dice dulcemente sosteniéndome la cara.-Tengo referencias, el curso que viene entraré en algún instituto sin problemas.
-Joder... Pero es que ha sido todo culpa mía...
-No, para nada. No es culpa tuya que me haya enamorado de ti.-Me seca las lágrimas con el pulgar.-Pero las cosas con Natalia no se van a quedar así.-Dice serio.
-¿Qué piensas hacer?
-De momento, me voy a quedar contigo, abrazándote y mimándote, y cuando te hayas calmado voy a hablar con ella.
-No va a parar hasta que volváis.-Digo ya sin lágrimas.
-Tengo que hacerle ver que nunca más vamos a volver a estar juntos...
-¿Seguro?-Digo casi sin querer acomodándome en su pecho.
-¿Por qué dices eso? ¿No tienes claro cuánto te quiero?-Pregunta muy extrañado, moviéndose para que lo mire a la cara.
-No, o sea, sí... No se porqué lo he dicho... Perdóname.
-Si te ha salido sin querer será que algo dentro de ti quiere dejarlo.-Dice mirando a la nada.
-¿¡Qué!?-Mi cara se descompone alarmada.-¿Estás de coña?-Le agarro la cara.-Obvio que no quiero dejarlo, te quiero como nunca quise a nadie... Es que llevo un tiempo de mucho estrés y ni siquiera sé lo que yo misma digo...
-¿Necesitas desahogarte?-Pregunta acariciándome la cara.
-Ya sabes lo que es: tu recuperación, lo de Natalia, que Dante nos ha descubierto, mi falta...
-¿Sigues sin...?-Yo asiento antes de que pueda terminar la pregunta.-Pero eso puede que no signifique nada, tú misma me lo dijiste.
-Eso espero...-Cada día dudo más de que dentro de unos meses no esté con un bebé entre mis manos.-¿Me llevas a trabajar?-Dijo mirando el reloj.
-Claro, así aprovecho y voy a ver a Natalia. Si necesitas algo llámame.
-Lo mismo digo.-Bromeo.Llego a cuidar de Luisito y como de costumbre, mi jefa se va en cuanto llego, dejándome a solas con el niño.
Lo cuido como si fuera su propia madre, más de la cuenta incluso... ¿Me estará aflorando el instinto maternal? No... No puede ser... No puedo estar embarazada... Tengo dieciocho años solamente... No puede ser... No... Joder... ¿Qué haría yo cuidando de un niño las 24 horas del día el resto de mi vida? Que no, que no puedo estar embarazada.
Mientras le cuido le mando Whatsapps a Yago. Quiero saber cómo va todo.
-Yago, ¿estás?
-Sí. ¿Necesitas algo?
-Saber cómo han ido las cosas con Natalia.
-Luego te cuento.
-¿Bien o mal?
-Te recojo cuando salgas.
-¿¡Bien o mal!?Yago se desconecta y me deja con la puta duda...
Por fin me recoge Yago. Entro en el coche y le pregunto corriendo cómo ha ido.
-Un beso al menos, ¿no?-Dice pícaro cuando le pregunto.
-Cuando tenga lo que quiero oír quizá te de más de uno.
-Eres buena negociando.-Me guiña un ojo y empieza a conducir.-Verás, he ido a casa de Natalia y me ha confesado todo: que te chantajeó, que está muerta de celos...
-¿Y? ¿Va a seguir jodiendo?-Pregunto impaciente.
-No. Ya sabe que me han despedido, pero le he dejado bien claro que no va a poder con nosotros, así que le he dicho que como no pare yo voy a hacer que le lleguen ciertos rumores al inspector del instituto donde ella trabaja, y se ha rendido.
-¿¡En serio!?-Doy un grito de alegría.
-Sí.-Contesta sonriente mirando a la carretera.
-Te quiero. Te quiero. Te quiero.-Digo mientras le beso la cara y él se ríe.
-Cariño, para, que nos estrellamos.
-Uy.-Vuelvo a sentarme bien en mi asiento.
-Yo también te quiero.-Se gira un momento para mirarme.-Muchísimo.-Vuelve a poner su vista en el asfalto.Llegamos a mi casa y nos sentamos en el sofá. Yago pone música en su móvil mientras yo saco unos refrescos.
-¿Te das cuenta?-Me dice dando un sorbo.-Dentro de unas semanas ya no tendremos que escondernos... Podremos tomar algo en una terraza sin miedo a que nos pillen, podremos ir al cine, a cenar, a dar paseos... ¿Tienes ganas?
-Muchísimas.
-Oye, por cierto, creo que me debías unos cuántos besos, ¿no?
-No, te los he dado en el coche.-Digo para picarle.
-Pero esos no cuentan. Eso no son besos.
-¿Por qué no?
-Porque los besos de verdad son con lengua.
-Así.-Le doy un beso "de verdad".
-Bueno... Sería algo así.-Me da él un beso.Con la tontería de los besos nos levantamos del sofá y me coge en brazos para ir hasta mi cuarto, pero un pensamiento de un bebé correteando por el salón se interpone.
-Para.-Digo poniendo mi mano sobre su abdomen para bajarme.
-¿Qué te pasa?-Pregunta agitado.
-Que... No puedo, joder.
-¿Pero por qué?
-Porque me he imaginado a un niño por aquí y... Joder, perdón...-Me tiro en el sofá.
-Ey, no te preocupes, y no me vuelvas a pedir perdón, llevas haciéndolo casi dos semanas.-Dice con una sonrisa tierna.
-Perdón... Uy, ha sido sin querer.
-Eres adorable.-Se sienta al lado mía en el sofá y continuamos con los refrescos.
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De Lobo a Cordero
RomanceKenya, 18 años. Mi vida nunca ha sido un cuento de hadas, pero ahora, gracias a él, veo luz al final del túnel; aunque esa luz se disipe por momentos.