Nacho, a regañadientes, me lleva a casa. No puedo más, ¿cuándo entenderá que se está matando poco a poco? No sé si es que yo soy muy maniática o que él es muy testarudo, pero lo que sí sé es que no quiero que vuelva a drogarse cuando yo estoy con él, ojos que no ven...
Despierto a las nueve, ya es domingo. Hoy he quedado con Alexandra para ir a comer juntas. Somos muy buenas amigas. Cuando entré en el instituto me trató como si me conociera de siempre, y eso en un sitio nuevo donde te sientes sola, se agradece.
Me ducho, me maquillo, me pongo unos vaqueros color verde botella y una blusa lencera beige; me encanta esta blusa porque deja ver la media luna que tengo tatuada encima del codo. El pelo me lo aliso y me llega por mitad de la espalda... No me gusta mi pelo, estoy cansada de tenerlo siempre igual, castaño claro...
-¡Guapa!-Oigo gritar a mi espalda.
-¡Alex!-Nos abrazamos como dos niñas pequeñas.-¡Qué bien te sienta el verano!¡Qué guapa estás!
-¡A ti también te ha sentado de maravilla!-Nos volvemos a abrazar.-Hala... ¿Y este tatuaje?-Dice señalando mi luna.
-Me lo hizo Nacho hace un par de meses.
-¿Qué significa?
-Que la Luna siempre está ahí sola, no tiene a nadie... De algún modo me identifico.
-Tú sabes que me tienes para lo que quieras.
-Lo sé, y tú también me tienes a mi.Después de comer vamos a tomar café, me encanta pasar el tiempo con ella, se me pasan las horas volando. Alex es muy divertida, siempre tiene algo que contar y nunca te aburre. La quiero mucho.
Cuando vuelvo a casa a las siete y media, encuentro a Nacho sentado en el sofá, al verme se levanta.
-¿Dónde estabas?
-Con Alex, ¿por?
-No, por nada. ¿Y esto?-Dice con el sobre del dinero en la mano.
-Eso es la herencia de mi madre, lo tenía guardado, ¿has registrado mis cajones?
-No. Bueno sí, pero ha sido para buscar la ropa que me dejé aquí el otro día.
-Te la llevé al día siguiente a tu casa.
-¿A qué esperabas para decírmelo?
-A que no estuvieses drogado.
-Ya empezamos...
-No, has empezado tú entrando en mi casa y registrando en mis cosas.
-¿Qué te crees que te voy a robar o algo? Pues mira si me lo pides así...-Empieza a sacar billetes.
-No, Nacho, por favor, sabes que lo necesito.
-Yo también necesito.
-Tú lo necesitas para drogarte, yo lo necesito para vivir.
-¿Acaso no es lo mismo?
-¡Nacho, joder, dame mi dinero!
-Está bien...
-Nacho quiero estar sola.
-¿Me estás echando? Joder...
-Nacho quiero estar sola, no te lo vuelvo a repetir.
-¿Y qué pasa si no me voy?
-No sigas, por favor.
-No me pienso ir, estoy harto de hacer lo que me digas, a partir de ahora vas a hacer lo que yo te mande; eres mía, me perteneces.
-¿Qué coño dices? ¡Que estemos juntos no significa que sea tuya!
-Mira niñata, contigo es todos los días lo mismo: que si deje las drogas, que si tienes que trabajar, que tal y que cual... Todo esto va a cambiar, ¿¡Te enteras!?-A medida que va hablando me va dejando acorralada entre él y la pared de ladrillo visto... Me está dando miedo, y lo peor es que no está drogado, es consiente de lo que hace...
-Nacho, me estás dando miedo.-Apenas alcanzo a susurrar-¿Qué te ha pasado? Antes no eras así...
-Yo he sido así siempre, si tú no te has dado cuenta es tu puta culpa.-A cada palabra que dice sube el latido de su voz, al igual que mi miedo.-¿Sabes? Al principio era divertido, pero ahora... Me aburres...
-Me alegro que te aburras, porque yo también estoy aburrida de que estés todo el día colocado, y de que cada vez que te apetezca me folles y te vayas sin más...-No pienso achantarme y me pongo a gritar igual que él.-¡Estoy harta! Harta de dar y recibir solamente mentiras o desprecio... No se que vi en ti...
-Yo sí se que vi en ti: un cuerpo bonito, porque como persona eres una puta aburrida, no vales nada, ¡Nada!-Esas palabras me estrujan el corazón, pero sigo en mis trece.
-Si tan poco valgo, ¡te dejo! ¡Vete y déjanos a mi y mi aburrimiento en paz! ¡Sal de mi vida!
-Eso no te lo crees ni tú... ¿Te lo tengo que repetir? ¡Eres mía! ¡No pienso dejar que hagas lo que te de la gana y vayas por ahí tirándote a quien te de la gana! ¡Eres mía y de nadie más!-Se va y cierra de un portazo.Me tiro en el sofá a llorar... Mi vida es una puta mierda...
ESTÁS LEYENDO
De Lobo a Cordero
RomansaKenya, 18 años. Mi vida nunca ha sido un cuento de hadas, pero ahora, gracias a él, veo luz al final del túnel; aunque esa luz se disipe por momentos.