El timbre de mi casa suena. Por favor que sea Nacho. Abro pero no, no es Nacho, es mi padre.
-Puedo pasar?-Me pregunta, y yo me aparto para que pase.-Así que esta es tu... Casa...-Dice mirando mis cuatro paredes.
-Qué quieres?
-Darte la herencia que te dejó tu madre, la pobre te quería hasta después de habernos abandonado.
-No sigas por ahí porque sabes que las cosas no son como dices. Y no, no quiero tu dinero.
-No es mío, es de tu madre.
-Me da igual, no quiero saber nada de mi pasado.
-Algún día te arrepentirás de lo que acabas de decir.
-No creo.
-Kenya, por favor, acéptalo, aprovecha que es mucho dinero y múdate a un sitio más decente.
-¿Decente? Tú me hablas de decencia papá, ¿tú? Se te debería de caer la cara de vergüenza.
-Hija no le des más vueltas a lo que pasó, eso fue hace mucho tiempo... Ni si quiera tienes heridas que te hagan recordarlo.
-Hay heridas que no se ven, que están bajo la piel, y esas son las que tardan más en cerrar, así que por mucho tiempo que pase, para mí, tú y toda tu estirpe siempre seréis las personas que me amargaron la existencia hasta que no dio más de si.
-Lo que tu quieras, pero recuerda-se acerca a mi y me agarra la cara fraternalmente.
-No me toques.-Le corto y me separo.
-Cariño, recuerda que soy tu padre y eso no cambiará por más que quieras.
-Ojalá pudiera cambiarlo.
-Kenya, no tengo tiempo para tonterías. Coge el dinero.-Me alarga el sobre que contiene el dinero.
-¿No tengo otra opción?
-Si no lo coges me quedaré aquí hasta que lo cojas. Tu madre lo ahorraba para cuando las cosas se arreglasen entre nosotros.
-De acuerdo, pero no quiero volver a verte.-Cojo el sobre y le invito a irse.Cuando me quedo sola, me siento en el sofá, abro el sobre y... ¡joder lo que hay dentro! Por lo que se ve la ricachona de mi madre me ha dejado más de la mitad de su dinero a mí: cincuenta mil euros para mi solita. Por lo que se ve la consciencia hizo mella en ella, o al menos eso parece.
Ahora tengo para la guitarra, los libros, y algún que otro capricho, también quiero donar una cantidad generosa y el resto lo ahorraré.
Inmediatamente contacto con el vendedor de la guitarra y quedo con él para comprársela el miércoles por la mañana.
Ya son las ocho y todavía no tengo noticias de Nacho... Creo que voy a ir a su casa.
Llego, toco al timbre y cuando la puerta se abre aparece Nacho, sin camiseta, con un cigarro en la boca.
-Nacho, me tenías preocupada.-Le abrazo.
-Pues no tenias porqué, llevo aquí desde que me echaste de tu casa.-Coge el cigarro entre los dedos.
-Yo no te eché, Nacho, simplemente no estaba de humor. Mi madre acababa de morir, joder.
-Está bien, no quiero volver a empezar.
-Ni yo.-Le doy un beso corto en los labios.
-¿No te quejas de mi sabor a tabaco?
-No. Total, no voy a conseguir que dejes de fumar, ¿no? Mientras que no lo hagas delante mía...
-Te quiero nena.-Me besa. Le beso.Nos sumergimos en un mar de besos entre el humo del tabaco y la brisa temprana de septiembre que entra por la ventana.
Y así se pasa la noche: entre besos, sudor, jadeos y sexo.Me despierto sobre las cuatro de la mañana, no soy de dormir de una vez. Nacho no está a mi lado. Me levanto, me pongo una camiseta suya y voy al salón.
-¿Nacho?
-Vuélvete a la cama, nena, ya voy yo.
-¿Qué haces?-La luz de la calle que entra por las ventanas me hace ver que se está volviendo a pinchar.
-Nada nena, ya voy.
-Joder Nacho... ¿Tampoco puedes dormir sin pincharte?
-Es que no pensaba dormir...
-Ah, ¿qué te ha salido una fiesta o algo?
-Más o menos.
-¿A las cuatro?
-Verás, me acaba de llamar Asier, conoce a gente que tiene mierda buena pero tendríamos que ir a recogerla ya, y yo necesito despertarme de alguna forma...
-Vale, pero antes llévame a casa.
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De Lobo a Cordero
RomansKenya, 18 años. Mi vida nunca ha sido un cuento de hadas, pero ahora, gracias a él, veo luz al final del túnel; aunque esa luz se disipe por momentos.