Después de ese día no he vuelto a hablar con Yago, y menos sobre ese tema. Noto dolor en su mirada y lo último que quiero es hurgar en la herida. A mí también me pesa esta situación, noto como cada vez que nos cruzamos mi vello se eriza pero no puedo hacer nada... Miro a todas horas las fotos que nos hicimos tras hacer el amor en mi apartamento y una punzada de dolor me atraviesa el corazón. Sé que él también lo está pasando mal y eso me mata por dentro... No sé qué fue lo que sucedió esa tarde, pero debió ser muy malo como para que Yago decidiese cortar lo que fuese que había entre nosotros... Cada vez que tengo clase con él el mundo se me viene abajo, y por el cambio radical que ha tomado respecto al entusiasmo que tenía antes dando clase, sé que a él también le pasa.
Ha pasado una semana desde aquel fatídico día y sus palabras siguen incrustadas en mi mente " te quiero más de lo que he querido nunca a nadie, por eso no puedo hacerte esto..." Esa frase resuena una y otra vez en mi cabeza...
He intentado por todos los medios que Américo, el novio de Álex y sobrino de Yago, me cuente qué es lo que le pasa, pero por lo que se ve tampoco le ha querido decir nada a su familia...Este fin de semana tenemos la convivencia en un camping y Yago es uno de los profesores que asistirán... No sé si voy a aguantar... No sé si hago bien yendo, o por el contrario si sólo voy a hacernos daño a los dos... Tengo ganas de llorar y de ahogarme en mis lágrimas... Quiero hacer algo para solucionar la situación de Yago... Quiero que toda esta mierda que se ha ceñido sobre nosotros se esfume y volvamos a ser felices... ¡Quiero despertar de esta puta pesadilla!
-Amor, ¿como estás?-Me pregunta mi mejor amiga tras abrirle la puerta.
-Hecha una puta mierda.-Al escuchar esto corre a abrazarme.
-Cariño... No sé que decirte...-Dice aún abrazándome.
-Pues no digas nada, pero abrázame fuerte.-Digo conteniendo las lágrimas.Tras este momento de debilidad, invito a Álex a sentarse y a tomarse algo.
-Kenya, le he vuelto a preguntar a Américo si sabe algo y sigue sin tener idea de lo que le pasa... Lo siento mucho.
-Me siento tan mal por no poder hacer nada por él...-Suspiro.
-Lo sé, vida, lo sé.
-No sé si ir mañana al campamento ese...
-¿Por qué no?
-Porque va a ir él y nos vamos a hacer daño...
-Yo que tú iría y aprovecharía para aclarar las cosas.
-No lo sé...
-Amor, yo no te voy a obligar a nada, pero si vas me harías muy feliz.-Me abraza y me besa en la mejilla.
-Te quiero mucho, ¿lo sabes?
-Algo sospechaba.-Y con esa simple broma consigue arrancarme una sonrisa.
-¿Te quedas a dormir? Te necesito mucho.
-Por supuesto, cariño.La noche entra y la visita de Álex hace que mi humor se nivele hacia el lado positivo. Mientras cenamos, a la mejor amiga del mundo se le ocurre llamar a los franchutes por Skype.
-¿Cómo están las españolas más guapas de todas?-Pregunta Pierre a través de la pantalla.
-Muy bien y tú.-Responde Álex por las dos.
-¡Genial!
-¿No está Louis?-Le pregunto, me hacen mucha falta sus bromas ahora mismo.
-Que va, está en una fiesta de no sé quién.Cuando cortamos la conexión con Pierre nos vamos a dormir. Nos ha contado que está conociendo a una chica que le vuelve loco, y que Louis sigue igual que siempre.
Al día siguiente vamos a clase y por suerte no me encuentro con Yago. Los profesores nos recuerdan que debemos estar a las ocho de la tarde en la puerta del instituto para coger el autobús que nos llevará hasta el camping donde estaremos hasta el martes por la mañana.
-¿Quieres que te recoja?-Pregunta Álex a la salida.
-Vale.
-Nos vemos luego guapa.-Me da un beso en la mejilla.-Y alegra esa cara.-Susurra en mi oído para luego marcharse.Llego a casa y abro el armario para hacer la maleta. Meto sudaderas, vaqueros, un pantalón de chandal, dos pijamas, ropa interior, zapatillas de deporte y el jersey que me regaló Yago... Me ha sido imposible resistirme a la tentación de meterlo...
Álex me manda un mensaje diciendo que me espera en la esquina. Me peino, me pongo el gorro de Louis y el chaquetón y salgo de casa con la maleta.
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De Lobo a Cordero
RomanceKenya, 18 años. Mi vida nunca ha sido un cuento de hadas, pero ahora, gracias a él, veo luz al final del túnel; aunque esa luz se disipe por momentos.