XXXVII

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Despierto a las diez de la mañana en el sofá, desnuda y abrazada a Louis. Me gusta tenerle porque con él no hay confusión de sentimientos ni malos rollos; somos buenos amigos que nos apoyamos y aconsejamos mutuamente en todo, y como ninguno de los dos tiene compromiso, pues nos liamos cada vez que nos da la gana; lo que se llama "amigos con derecho a roce".

Me levanto con cuidado de no despertarle, voy a mi cuarto, agarro una manta y se la echo por encima. A continuación me meto en la ducha y cuando acabo me visto y le escribo una nota a Louis diciendo que me voy a clase, que coja lo que quiera, que se sienta como en casa.

Llego a la hora del recreo y al verme mis amigos, empiezan a bromear sobre lo que intuyen que pasó anoche cuando se fueron al verme llegar tarde y con pintas de no haber dormido.

-Sí chicos, si estáis pensando mal, que por vuestros comentarios sé que sí, habéis acertado.
-Anoche seguisteis el francés y tú una fiesta privada, ¿no?-Bromea Sara.
-Sí señor, nuestra Kenya arrasando en España, en Francia y hasta en la Conchinchina.-Bromea Javi mientras aplaude.
-Bueno ya, que me estoy poniendo rojita.-Digo riendo.

Cuando vamos a entrar a literatura, veo en el pasillo a Yago; menos mal que hoy no tenemos clase con él, porque no podría mirarle a la cara de pensar que hubiera sido él quien me regaló el jersey.

La clase se me pasa más lenta de lo que yo querría y a continuación nos toca dar inglés, que se pasa del mismo modo que la anterior.

Entramos a geología, ¡por fin es última hora! Álex y yo estamos sentadas al final para poder hablar acerca de Yago y del cacao mental que ahora mismo predomina mi cabeza.

-Joder, Álex...
-Ya lo sé, cariño, ya se que ahora mismo todo esto es un lío, pero no podía verte así...
-Entonces... ¿De verdad que te dijo eso?
-De verdad. Que estuvieses en coma lo debilitó mucho emocionalmente y un día pues... Me lo soltó todo.
-¿Todo, todo?-No doy crédito a lo que estoy escuchando.
-Todo, todo, ya te lo he dicho... Que te quiere, que me lo dijo.
-¿Pero qué te dijo exactamente?-Mi corazón va a explotar.
-Pues que se le partía el alma de verte así, que eras lo más bonito que le había pasado nunca y que tenía miedo.
-¿Miedo?
-Miedo de que lo descubrieses y te asustases.
-Pero ¿no sabe lo que siento por él?
-No, al menos no en ese momento; supongo que después de todo ese drama por el beso de Natalia lo sabrá.
-¿Crees que después de lo de ayer me seguirá queriendo?
-Amor,-Dice con una sonrisa tierna.-los sentimientos no desaparecen de un día para otro, sino mírate, ha pasado mucho tiempo desde que decidiste que no le podías seguir queriendo y mírate, aquí estás.
-Creo que voy a hablar con él, ¿no?
-Haz lo que sientas.
-Eh, vosotras dos del final.-Dante nos llama la atención.-No me gustaría teneros que expulsar de clase.
-Lo siento Dante, no volverá a pasar.-Contesta Álex disculpándose por las dos.

La clase avanza y mi mejor amiga y yo no volvemos a hablar del tema, más bien no volvemos a hablar, hasta que llaman a la puerta y al abrirse vemos que se trata de Yago.

-Perdón por interrumpir, pero necesito robarte a Kenya un momento.-Tras decir esto, aprieto la rodilla de Álex.
-No te preocupes, de todas formas no estaba atendiendo mucho, sácala lo que queda de clase si quieres.
-Perfecto. ¿Vienes?-Dice mi profesor favorito mirándome.

Asiento, cojo la cartera y salgo de la clase con él.  

-¿A dónde vamos?-Le pregunto mientras intento seguir su ritmo ya que va dando grandes zancadas.
-Necesito hablar contigo a solas de lo que pasó ayer.

Seguimos andando y me lleva al departamento de biología que se encuentra desierto.

-Kenya, sabes que lo que ayer hiciste estuvo fatal.-Se sienta en el borde de la mesa quedando en frente mía.
-Lo sé, pero entiéndeme, creí que el regalo era de un buen amigo al que llevaba tiempo sin ver, y encima me dice que me estaba esperando en la puerta... No me pude aguantar, lo siento.
-Por lo que se ve, ese tal Louis te ha marcado...
-Sólo somos amigos.
-No me tienes que dar explicaciones, al fin y al cabo sólo soy tu profesor. Pero Kenya,-Se levanta.-no te vuelvas a ir de esa manera, me dejaste muy preocupado.
-Está bien... Lo siento... ¿Te puedo preguntar algo?
-Sí.
-¿Sabes quien puso el regalo en mi sitio? Quiero decir, tú ya estabas ahí cuando yo llegué, así que tuviste que ver quién fue, ¿no?
-¿No sospechas de nadie?
-Bueno, sí...
-¿De quién?-Da un paso hacía mí.
-No sé... Es que... Me da vergüenza decírtelo y luego descubrir que no ha sido quien yo creo y que he hecho el tonto...
-Conmigo no tienes que tener vergüenza de nada, Kenya.
-¿Fuiste tú?-Me atrevo por fin a decir.
-Sí, fui yo.

Y sin más sus labios se posan en los míos haciendo que por fin mis dudas se vayan y me quede paralizada de saber que esto no es un sueño.

Yago, al ver que no reacciono se separa. Le miro a los ojos y a los labios alternativamente, rodeo su cuello con mis brazos y me pongo de puntillas para besarle. Él me rodea la cintura con sus brazos, me apoya la espalda contra la pared y yo rodeo su cintura con mis piernas. Nuestro beso se vuelve más intenso, más salvaje, más nuestro. Ambos lo necesitábamos.

-Llévame lejos.-Susurro en su oído.

Me bajo, nos volvemos a besar, esta vez más lento y suave, cojo mi cartera y  me voy para encontrarme con él donde nos vimos por primera vez.

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora