LVI

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Cuando salgo del instituto, giro la esquina para ir andando a mi casa y me encuentro con el coche de Yago. Me monto y vamos a mi casa.

-¿Cómo te ha ido?-Me pregunta mientras conduce.
-Bien, y ¿a ti?
-Se me ha pasado la mañana muy aburrida sin ti.
-¡Exagerado!-Me río.

Continuamos el trayecto bromeando.

-Mi niña, no me puedo quedar. Me quiero incorporar cuanto antes y me tengo que poner al día.-Dice una vez llegamos a mi casa.
-¿No te puedes quedar un poquito?
-Que va. Luego te llamo.-Me besa.
-Está bien.-Me bajo del coche y se va.

Voy a entrar a mi casa pero el ascensor se abre y de él sale ¡Natalia! ¿Qué coño quiere esta ahora?

-Vaya, vaya... ¡Qué bonito es el amor!-Dice en tono irónico acercándose a mí.
-Vete a la mierda, Natalia.-Digo para quitármela de encima e intento entrar en mi casa pero la pelo-quemado se pone en medio.-¿Se puede saber qué quieres?-Pregunto alterada.
-A Yago.
-Pero Yago está conmigo.
-Por poco tiempo. ¿Sabe ya el director que andáis besándoos por los pasillos?
-¿¡Qué!?-Estoy muy enfadada.
-Pues que o dejas a Yago de aquí a pasado mañana, o estas fotos-Saca un sobre.-llegarán a manos de Dante y no le gustará nada.
-No serás tan hija de puta...
-Yo hice que Yago entrase del instituto, también puedo hacer que lo despidan, y que a ti te expulsen.
-Eres repulsiva.
-Yo seré todo lo que tu quieras, pero o lo dejas o ya sabes.-Alza el sobre.-Adiós pequeña.-Dice irónicamente.
-Puta...-Musito.

Se va por donde ha venido. Entro en casa e intento valorar la situación... Si se lo digo a Yago se tomará la justicia por su cuenta, pero sino lo tendré que dejar y no me hace ni puta gracia esa idea...

Voy a la calita, me baño y me tumbo sobre las rocas a reflexionar. Esa hija de puta busca meter a Yago y a mí en problemas... No lo debo consentir... Si por salvar el curro de Yago tengo que joderme sin estar con él, lo haré, pero obviamente no me pienso rendir a la primera de cambio.

Tal vez haya ido de farol y no haya fotos en el sobre que me ha enseñado... Pero por si acaso prefiero no arriesgarme.
Joder... Tiene que tener trapos sucios, estoy segura, pero ¿cómo lo averiguo?

-Yago, ¿has acabado lo que tenías que hacer?
-Casi, ¿por?-Pregunta al otro lado del móvil.
-Para vernos.
-Vente a mi casa si quieres.
-Guay, hasta ahora guapo.
-Adiós, cariño.

Al llegar a su casa, lo saludo afectuosamente y actúo con normalidad, como si no hubiera existido esa charla con su ex.

-Mi amor,-Digo sentándome encima de él.-¿cómo están las cosas con Natalia?
-No sé nada de ella. Las últimas noticias que tengo son que seguía trabajando en el pueblo ese.
-Y, cuando estabais juntos ¿te lo contaba todo?
-¿A qué viene eso?-Pregunta sorprendido.-¡Claro que nos lo contábamos todo!
-Perdona si te ha molestado.

Digo levantándome de él, pero me coge la mano y hace que me vuelva a sentar encima suyo. Me acaricia la cara y me besa.

-¿Te ha hecho algo?-Pregunta preocupado mientras me acaricia la cara.-Porque como lo haya hecho...-Noto como se tensa.
-No, no... Es sólo... No sé, me he acordado de cuando os vi besándoos...

A pesar de ser  una excusa, en parte es verdad, se me han venido a la mente imágenes que yo misma vi en ese piso.

-Oye, mi vida, te prometo que ella no significa nada.-Susurra agarrando mi cara.
-Lo sé.-Mis ojos no pueden evitar desprender tristeza.
-¿Entonces por qué estás así?-Ahora acaricia mi pelo.
-Porque te quiero mucho, mucho, y no sé qué sería de mí sin ti.
-Pues no pienses en eso, porque tú no eres sin mí, y yo no soy sin ti. Siempre voy a estar aquí, pase lo que pase.
-¿Pase lo que pase?-Intento contener las lágrimas.
-Siempre, mi niña. Aunque el mundo se hunda, aunque nos peleemos, aunque me odies. Siempre.
-Yo nunca te podría odiar.-Apenas me sale un hilo de voz.
-Ni yo. No estés triste mi vida.

Me besa, y durante el beso mi tensión estalla en forma de llanto. Las lágrimas se pierden entre nuestra piel unida.

Creo que acabo de tomar una decisión: no pienso dejar a Yago nunca, así que que la pelo-quemado lo proclame a los cuatro vientos si quiere, que a nosotros no nos separarán ni las leyes, ni las rubias oxigenadas.

-Te quiero mucho, siempre te voy a querer.-Me dice y yo no puedo hacer nada más que llorar.-No llores, preciosa.

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora