XXIV

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La enfermera le ha dicho a Yago que lo más normal son espasmos involuntarios, que no se haga ilusiones... Esta es tonta, ¿sabré yo si soy consciente o no de lo que hago? Pero estoy agotada, no tengo fuerzas ni para enfadarme. Caigo dormida en un profundo sueño.

Estoy en la casa de mis padres, jugando con mi muñeca. Mi padre entra muy enfadado a mi cuarto, me quita la muñeca de un manotazo y de repente... Todo a mi alrededor se hace líquido, las paredes, las ventanas, mi padre incluso. Todo ese líquido se convierte en masa y esa masa crece y crece. Se hace más grande que yo. Va tomando forma, una forma muy familiar. Es Nacho. La masa se ha convertido en Nacho. Me agarra del pelo y me estampa con el suelo que también es líquido. Noto que me ahogo, me cuesta mucho respirar... Me ahogo... Un pitido intermitente suena a lo lejos... No puedo más... Me voy a morir...

Todos mis músculos reaccionan y despierto como si acabase de salir de debajo del agua. Por fin aire. Miro a todos lados y veo a Yago en una silla muy próxima a la cama durmiendo. Pobre, tiene pinta de estar agotado. Me acerco a él suavemente, estoy algo mareada, paso mi mano por sus párpados ahora cerrados, por su pelo, por su nariz, por su boca... Ojalá pudiera hacerle esto todos los días.

-Yago.-Susurro.-Yaaagooo-Repito. Sus ojos se abren y da un respingo.
-¡Kenya!-Me abraza con fuerza.

Me separa. Me coge la cara con sus manos y yo pongo las mías encima. Me vuelve a abrazar.

-No me lo puedo creer.-Me acaricia el pelo y yo hago lo mismo con el suyo.
-Yago, ¿estás llorando?
-No...-Miente. Quiero separarme para limpiarle las lágrimas pero me agarra aún más fuerte.-No. No me dejes.-Susurra contra mi cuello.
-Nunca.-Le respondo.

Los médicos me han dicho que me he pasado en coma dos días... ¿Todo eso ha durado mi sueño? Y que Yago apenas se ha movido de mi lado. Ahora lo sé, me quiere. También me han dicho que tengo que quedarme un día más en observación y que cuando me den el alta no podré hacer grandes esfuerzos ni beber o fumar hasta que me lo digan. Yago se ofrece rápidamente a quedarse conmigo, pero la voz de Álex resuena desde el fondo del pasillo.

-De eso nada. Tú ya has estado aquí dos días seguidos y Kenya también es mi amiga.-Aparece por la puerta.
-¡¡Álex!!
-¡¡Kenya!!-Nos abrazamos y a Álex se le saltan las lágrimas.
-Ya está. Estoy bien, guapa.

Después de muuuuchos minutos de decirnos cariños y cosas bonitas decide dejarnos a solas a Yago y a mi. Álex no es tonta, y desde la fiesta de Halloween sabe que entre nosotros hay algo que no termina de ser. Por fin solos de nuevo.

-Yago, muchas gracias por estar conmigo estos dos días. No tenías porqué... Eres muy bueno.
-Sí que tenía porqué. Tú tuviste el accidente por mi culpa, Kenya. Si te hubiese llegado a pasar algo yo... Yo no se lo que haría...
-Bueno, pero no me ha pasado, que es lo importante.
-Menos mal. Kenya, tu móvil está aquí.-Señala la mesita que hay justo al lado de la cama.-Todos estaban muy preocupados.

Cojo el móvil y al verme en el reflejo me doy cuenta de que tengo la cara amoratada y el labio partido... Hostia puta ¡qué vergüenza!

-Yago, vete.
-¿Por qué? ¿Te encuentras mal?
-No...
-¿Entonces?
-Pues... ¡Que estoy muy fea! No quiero que me veas así...
-Kenya, tú no puedes estar fea nunca.-Al escuchar esto noto arder mis mejillas.
-Gracias por todo.

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora