XXXIV

3K 207 2
                                    

Las navidades pasan volando y pronto tenemos que volver a clase.

Álex ha conocido a un chico dos años mayor que ella y está muy ilusionada, yo estoy muy contenta por ella.

Louis y yo seguimos hablando muy a menudo por Whatsapp y Skype.
En lo que respecta a Yago, hemos vuelto a estar como antes, hablamos de vez en cuando por Whatsapp pero no me ha vuelto a comentar nada en cuanto a la pregunta que le hizo Natalia, y yo tampoco he querido meter el dedo en la llaga. 
Con Pedro también hablo e incluso hemos quedado, pero siempre en plan de amigos, nunca ha intentado nada más conmigo desde aquel mediodía de Nochebuena; ni siquiera en Nochevieja, cuando nos fuimos de fiesta todos los amigos y me pillé la borrachera del siglo... Es un buen amigo.

Las clases el primer día a la vuelta de vacaciones son un aburrimiento... Apenas hemos empezado el trimestre y ya nos han fechado exámenes... La única clase más entretenida, como era de esperar, ha sido la de Yago... ¡Cómo echaba de menos verle dar clase con sus gafas negras! ¡Qué bien le sientan!

Como mañana es mi cumpleaños, y me juntaré por la tarde con mis amigos, mi jefa ha decidido cambiarme el día de trabajo a hoy, y así poder disfrutar el de mi cumpleaños.

Pedaleo y pedaleo hasta que llego a casa del crío que tengo que cuidar.

-Buenas tardes, Señora..
-Sí, sí.-Me corta.-No tengo tiempo para tonterías. Luisito está en su cuna. Me voy que he quedado.-Se va cerrando la puerta y dejándome con la palabra en la boca.
-¡Feliz año a usted también!-Digo sarcásticamente.-Tenga cuidado no le vaya a dar mucho frío y se vaya usted a congelar...

No recordaba lo petarda que era mi jefa... Voy hasta la habitación del pequeño Luisito y está, como me ha indicado la Sargento de Hierro, en su cunita esperando a que alguien le de un poquito de cariño. Lo saco de la cuna y me pongo a jugar con él en el parque que tiene en su cuarto.

-¿Diga?-Respondo a mi móvil.
-Adivina quien va a España esta noche.-Escucho la voz risueña de Louis y me contagia su alegría.
-¡Louis! ¡Qué alegría escucharte! ¿En serio que vienes esta noche?
-En super en serio.
-Pues adivina quien cumple años mañana.
-Ya lo sabía, ¿por qué te crees que voy?
-¿En serio? ¿Y cómo lo sabías?
-Facebook, jolie, Facebook.
-Joder, que ilusión. Estoy deseando verte, que lo sepas.
-Yo también, dragona. Oye, ¿qué tal va todo con el tal Yago?
-Desde que te conté que hicimos las paces y que me dijo eso no ha habido nada nuevo...
-Ya sabes que si cuando esté en España necesitas utilizarme y por ende besarme para darle celos no dudes en hacerlo.-Ahí está el francés descarado que yo conozco.
-No dudes que lo sé.-Contesto divertida. Un olor muy desagradable se instala en mis fosas nasales.-Oye, Louis, tengo que colgar, estoy trabajando. Avísame cuando estés aquí, guapo.
-De acuerdo. Un beso.
-Otro para ti. Buen viaje.

Cojo a Luisito y mis sospechas se confirman. Se ha hecho caca... Qué asco... Voy hacia la repisa, cojo lo necesario para cambiarlo y cuando lo hago, lo visto bien abrigado para salir a dar un paseo.

Vamos por una calle céntrica, viendo los juguetes que hay en los escaparates de las tiendas. Entramos a una de ellas y le compro a Luisito un oso de peluche... Este niño me tiene ganada...

Cuando se cansa de ver juguetes lo llevo a un parque cercano. Lo paseo en el columpio, me tiro con él por el tobogán -porque aún es pequeño- una y otra vez hasta que se cansa y se pone a jugar en la arena. Yo me siento en un banco a observarle.

-Te quedaría bien un niño.-Reconocería la voz que acaba de decir eso hasta en una jauría. Me giro y veo a mi profe de biología.
-¡Uf! Quita, quita... Que sólo tengo dieciocho años...
-Casi diecinueve.-Se sienta a mi lado.
-¿Cómo lo sabes?
-Facebook.
-Joder con Facebook, sabe hasta cuando salgo de casa...
-¿Por qué lo dices?
-Nada, cosas mías. ¡Luisito, no cojas eso!-Le digo al niño al ver que estaba jugando con una chapa y se podría cortar.
-¿Luisito?-Pregunta divertido.-Hay que ser muy mala persona para llamar a tu hijo así.-Dice riéndose.
-No lo sabes tú bien.-Digo acompañando su risa.

Paso un rato agradable con Yago mientras que cuido del pequeño.

-Nana, nana. Bibi.-Dice Luisito mientras se acerca dando pasos inciertos. Tiene hambre.
-Ven mi amor, te lo voy a dar.-Digo sacando el biberón de la bolsa azul que cuelga del cochecito.

Cojo al niño en brazos y le doy poco a poco de comer.

-Tranquilo, enano, que te vas a ahogar.

Noto cómo la mirada de Yago penetra en mí. Me giro para mirarle a la cara y sus ojitos brillan intensamente mirando los míos. Me quedo embobada mirándole, hasta que por fin consigo pronunciar una palabra.

-¿Te gustan los niños?-Digo aún hipnotizada por sus ojos avellana.-Te has quedado como... Embobado.
-No es por el niño por el que estoy así.
-¿Entonces?

Una señora mayor se nos queda mirando y comenta, sacándonos de nuestra hipnosis mutua.

-¡Qué familia tan bonita!
-Señora...-Quería explicarle la realidad a la señora pero Yago se me adelanta.
-Muchas gracias señora.
-Tienes una mujer muy guapa.-Le dice la anciana al profesor más guapo de todos.
-Sí que lo es.-Le responde éste mirándome.
-Cuídala, se nota que os queréis mucho.
-Así lo haré.-Le contesta sin apartar los ojos de mi.

Me pongo roja como un tomate, termino de darle el biberón a Luisito y lo acuesto en el cochecito.

-¿Por qué no le has dicho la verdad?-Digo una vez que se ha alejado.
-Porque es una señora mayor, decirle que eres mi alumna le habría sonado aún peor, ¿no crees?
-Sí... Supongo...

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora