LXIX: EPÍLOGO

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Con los años nos mudamos a una casa más grande donde poder criar a Hugo. Sí, al final fue un niño, un precioso niño rubito, como el de mi sueño, que ahora tiene siete años.

Hace dos años que nos casamos Yago y yo, pero no, no fue en las vías sino en mi refugio, en la calita donde solía ir a reflexionar.

Ahora Yago y yo estamos esperando ser padres otra vez, esta vez de una niña, y Yago está cada día más empeñado en que se llame como yo.

-¡Mamá, dile a papá que me deje jugar al fútbol!-Escucho gritar a Hugo por el pasillo.
-A ver, cariño, si papá no te deja será por algo.
-Es que antes con el balón he tirado el café que había en tu despacho y se han mojado los papeles...-Dice con la cabeza agachada.
-¿¡Qué!?
-Perdón...
-Hugo, que eran unos exámenes que estaba corrigiendo...-Sí, acabé la carrera de Biología y ahora soy compañera de departamento de Yago en la Universidad.
-Papá los estaba secando...
-Joder, Hugo...-Musito yendo en dirección al despacho.

Llego al lugar de los hechos y me encuentro a Yago poniendo los exámenes a secar delante del ventilador...

-Hugo cada día es más bichito... Hicimos bien en apodarle así.-Dice cuando me ve entrar.
-Sí, anda, trae, que ya sigo yo.
-No, no, de eso nada, tú a descansar que estás en el último mes de embarazo y toda precaución es poca.
-Yago, que no estoy inválida. ¿Hacemos una cosa? Te ayudo a secar esto y luego nos salimos tú, el niño y yo a la piscina, ¿vale?
-Está bien.

Terminamos de secar el estropicio que ha hecho nuestro pequeño bichito y nos salimos al jardín.

-Papá, ¿te bañas conmigo?
-Claro que sí, cariño.

Yo los observo desde la hamaca, sonriendo, sintiendo una especie de orgullo que hasta después de que naciera Hugo no había experimentado, supongo que será eso a lo que llaman orgullo de madre.

El sonido del porterillo me saca de mis pensamientos.

-Yo voy.-Le digo a los hombres de mi vida.

Voy hasta la cancela y cuando abro me encuentro con la sonrisa de Álex.

-Hola, cariño.-Me dice nada más verme.
-Hola, bonita. Pasa.
-¿Y Hugo?
-En la piscina con su padre, ven.

Llegamos hasta la piscina y cuando Hugo la ve, sale despavorido del agua para abrazarla. Es su tía favorita y no puede pasar un día sin verla.

-¿Te bañas, tita?-Le dice cuando deja de abrazarla.
-No me he traído bikini, cariño.
-No pasa nada, mamá te deja uno. ¿Dónde está el tito Américo?
-Trabajando.
-Pues si él estuviera aquí te diría que te bañaras, y a mamá también se lo diría, ¿a que sí?-Es un niño jodidamente listo.
-Está bien, no te puedo negar nada.-Responde Álex.
-¿Y tú, mami? Báñate, por fa.
-Ahora voy, mi vida.

Al cabo de un rato, Álex y yo estamos metidas en la piscina, jugando junto con Yago y Américo.

-¿Y la niña? ¿Se sabe ya cómo se va a llamar?-Pregunta Álex cuando nos salimos de la piscina.
-Kenya.-Responde rápidamente Yago.
-A mi no me gusta ese nombre.-Rebato yo.
-A mí sí.-Le apoya Álex.
-¿A que sí? Pues convence a tu amiga.-Dice Yago sentándose a Hugo encima.
-Pero es que a mi no me gusta que mi hija se llame igual que yo.
-Pues yo quiero que se llame igual que tú para que sea igual de guapa que tú, igual de lista que tú, igual de simpática que tú.-Me da un beso en los labios.
-Puaj... ¡Qué asco! ¡Se han besado!-Grita Hugo tapándose los ojos, haciendo que todos nos riamos a carcajadas.
-¿A ti qué nombre te gusta, mi vida?-Le pregunto.
-A mí me gusta... ¡Kenya!
-Mayoría aplastante, cariño.-Dice Yago con una sonrisa de oreja a oreja.
-Pues nada... Kenya, ¿estás a gusto ahí dentro?-Pregunto intuyéndola por la barriga.

Joder... Creo que a Kenya le ha gustado su nombre demasiado... Está moviéndose mucho...

-Kenya...-Digo con los ojos muy abiertos.
-Bueno cariño, si tan poco te gusta pensaremos otro.
-Kenya... ¡Ya viene!
-¿¡Cómo!?-Gritan los tres a la vez.
-Álex, quédate con Hugo.-Dice Yago rápidamente.-Kenya, ven. Vamos al coche, mi niña.
-¡Avisad cuanto antes! ¡Suerte!-Escucho gritar a mi mejor amiga en la lejanía.

Yago me coge de la cintura y le rodeo el cuello con mi brazo para poder andar mejor a causa del dolor.

Dos horas más tarde tenemos a una preciosa bebé morena, con los ojos color miel, como los de Yago.

La puerta se abre y entran Álex, Américo y Hugo.

-Mira, cariño, esta es tu hermanita.-Le dice Yago con los ojos cargados de emoción.
-Es muy guapa.-Dice mi hijo mayor sonriendo.
-Como tú, mi amor.-Le digo.
-Mami, papi, ¿sabéis qué? Los titos me han contado todo lo que pasasteis hasta que pudisteis estar juntos.
-¿Ah, si?
-Sí, y quiero que sepáis que os quiero mucho.

En ese momento comprendo el significado de la palabra felicidad. En este momento sé que soy feliz, rodeada de la gente a la que quiero, y quiero que que este sentimiento no acabe nunca, nunca, nunca...

                       Fin.

Muchas gracias a tod@s los que habéis seguido la novela. Quiero que sepáis que para mí ha sido muy difícil ponerle punto y final a Kenya y a Yago, pero por desgracia las cosas no pueden durar para siempre.

Si os ha gustado no dejéis de recomendarla y de seguirme, ya que pronto empezaré otra novela que si esta os ha gustado, la nueva no os defraudará. Se llamará "El hilo rojo" y también será de amor.

Muchas gracias por leer, os quiero mucho. Nos vemos en la siguiente.

#thisiseme

De Lobo a CorderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora