6.

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—Nikky, acabarás con tus uñas si sigues mordiéndolas de esa manera —me regaña Juanita.

Quito mi mano de mi boca, inconscientemente había estado mordiendo mis uñas.

Que asco.

Le sonrió a Juana, ella me devuelve la sonrisa con cariño y pone un plato de sopa caliente frente a mí.

—¿Qué te preocupa tanto que te has comido tus uñas?—me pregunta con curiosidad. Alza sus cejas y me observa esperando a que conteste, pero sé que está estudiándome, está estudiando cada movimiento que haga para poder sacar sus conclusiones.

—La escuela. —no puedo mirarla, me concentro en mi plato de sopa. ¡Está deliciosa!

—¿Estás segura de que es solo eso?

Me apresuro a asentir con la cabeza y continuó comiendo con fingiendo interés en mi plato de comida.

Es solo un plato de sopa.

Pero al menos me permite no pensar en el hombre gruñón, de mal genio, engreído que me ha humillado y a quien tengo que ver hoy.

Si quieres verlo, nadie te obliga Nikky.

Ya lo sé, nadie está obligándome, tengo que recordármelo.

Pero ha sido claro, quiere verme.

¿Para qué?

La curiosidad me lleva hasta la entrada de su empresa, me estoy planteando en entrar o irme de una maldita vez por todas.

Entro.

Subo el elevador hasta el quinto piso.

—Hola Rosie —Ella me sonríe dulcemente.

—¡Estás preciosa! —me observa de pies a cabeza.

Mis mejillas se tiñen de color carmesí, puedo apostarlo, mi cara está ardiendo.

—Vamos, no tienes que sonrojarte. 

Ruedo mis ojos.

—Le avisaré al señor que estás aquí.

Lo dice como si estuviera enterada que yo vendría a verlo, como si él estuviera esperándome.

Comienzo a ponerme nerviosa, las manos me están sudando. Las limpio suavemente con la tela de mis jeans.

Joseph sale, luce guapísimo con ese traje Gucci que carga, su corbata combinada al color del traje y sus zapatos perfectamente limpios y en conjunto a toda su vestimenta.

Me sonríe y toma mi mano para llevarme a su oficina.

Huele delicioso. Me doy el lujo de aspirar su aroma sin que él se de cuenta, mis fosas nasales rebosan de alegría al poder disfrutar de un olor tan rico, tan bueno, tan elegante.

Hemos entrado en su oficina, huele a limpio, huele a él.
Hace que me siente en las sillas frente a su escritorio, se para y se sirve una copa de alguna bebida que tiene en una botella.

Lo observo mientras lo prepara y en lo único que pienso es en que tendré que pararme de puntitas para poder besarle.

El voltea hacia mi regalándome una deliciosa sonrisa de lado.

¡Que guapo!

Cállate y escucha lo que estás diciendo.

Deja de mirarlo, ugh. Se sentirá acosado.

Bajo mi mirada cuando me doy cuenta que me ha atrapado viéndolo.

Deja mi vaso con el contenido amarillento y con hielos frente a mí, le agradezco con una sonrisa tímida.

Enamórame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora