46.

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Segundo mes sin él...

No he escuchado algo más sobre Joseph Rossi, es como si la tierra se lo hubiese tragado. La prensa ya no habla sobre sus nuevas amantes, o sus nuevos negocios. Es como si todo mundo lo hubiese olvidado. Pero yo no, lo recuerdo cada día que pasa, siento como si algo faltara en mi vida.

Puedo estar con alguien más pero eso no significa que le ame. No significa que me complemente.

Joseph lograba cosas inimaginables conmigo. Yo sé que le pedí que se alejara de mi, solo que no sé si hice la decisión correcta.

—Hola Nicole. —Michael me saluda.

Sonrío sin dejar de comer mi cereal. —Llegas demasiado temprano hoy. Puedo recordar ir a las malditas pláticas yo sola.

—Aún así, déjame acompañarte por favor. —toma asiento en el pequeño desayunador de la cocina. Kyle lo había comprado la semana pasada. —¿Haz comido bien? —me inspecciona.

—Papá, no tengo cinco años. —lo fulminó con la mirada antes de echarme una cucharada de cereal a la boca.

—Ya lo sé, ya lo sé... Solo... —no termina la frase. Suspira y lleva sus manos a su cabeza, sé que está frustrado. Debo dejar de ser tan mala con él. —Esta mañana pase por la empresa. Todo caen orden, estás haciendo muy bien tu trabajo.

Sonrío aún más. Dejo de comer y lo observo unos segundos. Sé que está siendo sincero.

—Gracias. No imaginé cuánto me gustaría estar en esto de los negocios. Quizá sea algo mío de verdad.

Mi padre se para y se sirve un poco de agua.

—Realmente si, y apenas tienes diecinueve. Haz logrado mucho. Pero... ¿Haz pensado en volver a la escuela? —no, no había pensado en eso. Desde hace mucho que dejó de ser un tanto importante.

Hago una mueca. —No, no lo he considerado. Estoy bien ahora y me siento feliz.

—Deberías hacerlo. Puede ayudarte en un futuro.

—Quizá me tome un año sabático. Debo pensar muy bien hacia dónde quiero dirigir mi vida.

—Tienes razón. Es algo que deberías hacer. Tú madre y yo te apoyamos. — sonríe cariñosamente.

Asiento.

Mis padres han cambiado considerablemente de un pequeño tiempo para acá. Quizá las cosas son como deberían de ser, están acomodadas de cierta forma para que lo demás suceda, para dejarnos algo bueno y alguna lección.

—Iré a cambiarme rápido. —le sonrió por última vez y salgo corriendo hacia mi habitación.

Kyle y Alexandra habían decidido pasar un momento en familia juntos. Así que se tomaron unas pequeñas vacaciones en una playa del Pacífico. Me mandan fotos y realmente lucen felices. Me siento feliz por ellos. Además, Mía está cada día más preciosa. Es sorprendente cuánto ha crecido en todo este tiempo. En unos meses más estará cumpliendo un año.

Coloco lo primero que encuentro en mi armario. Un par de ropa básico y sencillo, ir a las pláticas sobre drogadicción tampoco es la gran cosa.


—Ugh, estoy harta. —me quejo por quinceava vez desde que partimos con mi padre hacia casa.

—Es algo que tienes que hacer.

—Sé que en el fondo mamá y tú no me creyeron cuando les dije que no había probado drogas. Es decir, lo hice un par de veces, pero no esa noche, Michael esa noche no me metí nada. Solo estábamos bebiendo un poco y ya. Incluso si estuve de fiesta varios días. Solo estaba alcoholizada, jamás en problemas con drogas.

Enamórame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora