Nicole.
Llegué a casa en seguida que Joseph me dejó sola en casa de mis padres. Aarón se ofreció a traerme. Espere a Joseph hasta muy tarde, supongo que el sueño debió ganarme porque no recuerdo quedarme dormida en el sillón. Al día siguiente tampoco volvió.
Espere todo el día en casa, como siempre he esperado por él.Sabía que teníamos que hablar. La manera en que Joseph está tratándome no es la correcta.
Toco mi vientre por segunda vez. Joseph ha llegado. Dos días después vuelve.
Estoy en nuestra habitación recostada en la cama, con mi bata de dormir de seda que él mismo me ha regalado. Si me enoje pensé que era cosa del pasado, pero ahora que sé que está subiendo las escaleras vuelvo a estar eufórica, muy molesta, y también nerviosa.Conozco a Joseph y probablemente esté tomando alguna decisión en este momento.
Entra apresurado en nuestra habitación y va directamente hacia el armario, supongo que aún no me ha visto. Frunzo mi ceño. Mi corazón se detuvo o algo así porque me siento sin respiración ahora mismo.
Voltea hacia dónde estoy y su cara se ilumina, es totalmente otro que el Joseph que entro aquí hace unos segundos.
—No te fuiste. —susurra. —¡Jesus! Estás aquí.—sus manos van hacia su cabeza y comienza a jalar su cabello. —Estás aquí. —parece que le cuesta creerlo.
Se acerca a mi. Me quedo quieta, no me muevo, mi respiración aún es entrecortada.
—Estoy furiosa contigo Joseph. No me toques. —le digo justo antes de que sus dedos rocen con la piel de mi cara.
—Nena. —suspira. —No puedo creer que no me hayas dejado.
Intenta acercarse a mi nuevamente.
Mis manos van hacia mi vientre.<<Tranquilo cielito tu padre actúa así muchas veces, el no va a dejarnos>>.
—¿Como pudiste pensar que yo estaba con alguien más? —una lagrimilla sale de mis ojos. La limpio rápidamente, Joseph vuelve a acercarse a mí y esta vez no lo impido, limpia las lágrimas de mi rostro. —¿De verdad pensaste que después de todo yo estaría con alguien más? ¿Pensaste que te dejaría? —mi voz llorosa y débil.
—Lo se, lo sé nena. —suspira. Lleva mi cabeza hacia su pecho y sus dedos juegan con mi cabello. —Perdóname.
—No soy un maldito objeto Joseph. Mierda, entiende eso. —gruño.
Él continúa acariciando mi cabello.
—Lo se. Nena discúlpame. Es solo que me siento tan malditamente celoso y como un maldito adolescente cuando estás con alguien más. Tengo miedo de que algún día te des cuenta que ellos son mejores, son más jóvenes son... —no termina la frase.¿Joseph está llorando? ¡Oh Dios mío!
Alzo mi vista hacia él, las lágrimas caen por sus mejillas, me alejo y comienzo a quitarlas con mis pulgares.—Joseph han pasado dos años casi y aún sigues enamorándome, sigues haciendo que yo deje todo atrás por ti. Hemos superado muchas cosas cielo, vamos a tener un bebé. —sonrío aún con lágrimas en mi rostro.
—El bebe será el más feliz del mundo.
Asiento.
—Tendrá al mejor papá del mundo, pero debes de parar Joseph.—Se que te he hecho mucho daño nena, quizá ese sea mi miedo. Fui un hijo de puta. —me abraza con más fuerza y su cabeza queda en mi pecho, es mi turno de consolarle.
—Joseph. Yo sé todo el daño que me has hecho y también sé cuánto te amo. ¿Eso no es loco?
Maldita sea si, probablemente sea enfermo pero es algo que me hace feliz, Joseph me hace feliz.