22.

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—Despierta dormilona. —la voz adormilada de Joseph llega hasta mis oídos, me revuelvo en la cama y lo atraigo hacia mis brazos sin abrir los ojos. —Nikky, despierta nena.

Sus palabras causan una sensación en mis entrañas que probablemente jamás había sentido, no es que tuviera muchos novios antes, pero esto era algo nuevo.
Abro mis ojos y su rostro está iluminado con una sonrisa, una perfecta sonrisa.

—¿Porque me despiertas tan temprano? —no tengo idea de qué hora sea, pero el sol aún no ha salido.

—Tengo un pequeño problema ahí abajo. — mira por encima de sus pantalones del pijama.

¡Santo dios! Había olvidado las ereccion es matutinas de Joseph.
Aquello parecía tener vida propia.

Mmmh. —musito, mis dientes atrapan mi labio inferior entre ellos.

—Mierda Nicole, eso es caliente. —suelta un gruñido, me toma entre sus brazos y me coloca encima de él. —te dejaré tener el mando solo por hoy. —dice.

Enarco una de mis cejas, su miembro se siente duro debajo de mi, y es algo que me excita, algo que me hace querer tenerlo dentro.

—Me gusta más cuando tú mandas. —bromeó guiñándole un ojo, me gusta sentirlo así, duro y caliente por mi, me gusta ser yo quien lo provoque, y ser yo quien encuentre la manera de calmarlo.

Golpea mi gluteo y lo abarca con su grande mano, lo masajea, mientras yo comienzo a moverme sobre él. Se siente cada vez más grande, como si eso fuese posible, nos separan la tela de su pijama y la fina tela del pequeño short que llevo puesto. ¡Maldición! Lo quiero dentro mío ya, pero él quiere ir lento.

—Mierda. —gruñe, me anima a seguir con el ritmo lento pero decidido. —Te deseo tanto que duele, nena. —gruñe otra vez.

Muevo mis caderas más rápido incrementando el roce entre su miembro y mi sexo ¡Dios! Eso se siente malditamente bien ahí abajo, apuesto que puede sentir lo húmeda que estoy por él.
—Sigue nena. —me anima. ¡Por dios bendito! Claro que seguiría

Ya no es suficiente solo el roce, comienzo a dar pequeños saltitos sobre su miembro, Joseph me tiene sujetada fuertemente de la cintura ayudándome para continuar, algo se remueve dentro de mi, siento los espasmos acumularse, y por los gemidos que él suelta podría apostar que también. Un poco más y llegaríamos, solo un poco más.

—No vayas con tus padres.—¡mierda! Tenía que ver a mis padres. Pero no puedo pensar en eso con Joseph arriba de mi—. Dime que no irás, te quedarás conmigo.

—Tengo que ir. —comienza a moverse más rápido, más fuerte.

—No vayas.

—¡Mierda! —ha logrado entrar por completo en mi. Siento su polla salir de mi cuerpo y nuevamente vuelve a entrar. Maldición debe  de parar con esta tortura.

—No irás. —ruge enterrando sus uñas en mi cintura.

—¡Joseph! —sus manos ejercen más fuerza sobre esa parte de mi cuerpo.

—¡No irás Nicole! — siento llenarme por completo. Mierda es el paraíso. — Mierda, mierda, mierda... —respira pesadamente, cierra sus ojos unos segundos, yo me dejo caer sobre su pecho. —Es bueno comenzar la mañana con un grandioso orgasmo, pero aún no te he follado pequeña.

Enamórame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora